El arrebatamiento de la iglesia 12/05/19 (#1039)
Pastor José Luis Cinalli - 12/05/19
El arrebatamiento de la iglesia
“Nadie… sabe el día ni la hora del fin… Este mundo incrédulo continuará entregado a sus banquetes y fiestas… hasta que mi venida lo sorprenda. Cuando yo venga, dos hombres estarán trabajando juntos en el campo; uno será llevado y el otro dejado. Dos mujeres estarán realizando sus quehaceres hogareños; una será tomada y la otra dejada. Por lo tanto, deben estar listos, porque no saben cuándo vendrá el Señor… deben estar vigilantes para que mi regreso no los sorprenda… ”, Mateo 24:36-44 (NT-BAD).
Existen más de 1500 referencias en el A.T. y más de 300 en el N.T. acerca de la segunda venida de Cristo. “…Jesús fue llevado al cielo, pero así como se ha ido, un día volverá”, Hechos 1:11 (TLA). Él dijo: “Si, vengo pronto”, Apocalipsis 22:20 (PDT). Según la Biblia, al rompecabezas de la historia le faltan algunas piezas para quedar completo como el arrebatamiento de la iglesia, el tribunal de Cristo, las bodas del Cordero, la manifestación del anticristo, la gran tribulación, la batalla de Armagedón, el milenio, la rebelión final de Satanás, el gran trono blanco y por último los cielos y tierra nueva.
El próximo evento según el orden profético es el arrebatamiento de la iglesia: “Porque el Señor… descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”, 1ª Tesalonicenses 4:16-17. La palabra arrebatar alude a tomar algo hacia arriba. Incluye la idea de trasladar una cosa o una persona de un lugar a otro como sucedió con Felipe después que le predicó al eunuco: “…Y el Espíritu del Señor arrebató a Felipe…”, Hechos 8:39 (ORO). Refiriéndose a sí mismo Pablo dijo: “Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años… fue arrebatado al tercer cielo”, 2ª Corintios 12:2 (Castillian). El Señor vendrá repentinamente y de un zarpazo se llevará a la iglesia:“El día del Señor llegará sorpresivamente, como ladrón en la noche”, 2ª Pedro 3:10 (NT-BAD). La idea de un arrebatamiento de personas piadosas no es algo desconocido en las Escrituras. El suceso destacado en la vida de Enoc fue su desaparición milagrosa de la tierra después de caminar con Dios, Génesis 5:21-24. El autor de Hebreos llamó esa experiencia un traspaso: “Enoc fue trasladado sin ver la muerte, y no fue hallado, porque Dios lo trasladó…”, Hebreos 11:5 (NRV1990). Algo parecido le sucedió a Elías quien fue arrebatado al cielo sin experimentar la muerte, 2º Reyes 2:11.
¿Quiénes serán arrebatados? Solamente los creyentes. Jesús prometió regresar por su iglesia:“Hay muchos lugares en la casa de mi Padre… voy a prepararles un lugar y… regresaré. Los llevaré conmigo para que estén donde estoy yo”, Juan 14:2-3 (PDT). “No… los abandonaré ni los dejaré como huérfanos… Vendré a ustedes”, Juan 14:18 (NT-BAD). “Recuerden… me voy pero regresaré”, Juan 14:28 (NT-BAD). Qué consolador es todo esto. Jesús prometió preparar un lugar para que disfrutemos de su eterna compañía. Pero también prometió que volvería a buscarnos. El Señor demostró su gran interés de que estemos a su lado cuando oró de la siguiente manera: “Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo esté…”, Juan 17:24 (PDT). Queda demostrado entonces que la promesa de que Jesús prepararía un lugar en el cielo es solo para la iglesia. Los pecadores no arrepentidos estarán excluidos del arrebatamiento. Jesús fue muy específico en este punto: “…Me verán a mí, el Hijo del hombre, venir en las nubes del cielo… Y enviaré por todo el mundo a mis ángeles, para que reúnan a mis seguidores”, Marcos 13:26-27 (TLA).
¿Qué ocurrirá en el arrebatamiento? Habrá una separación radical entre creyentes e incrédulos. Ese día se sabrá quienes son realmente los hijos de Dios y quienes un fraude, una simulación barata. ¿Qué ocurriría si pusiéramos sobre una mesa algunos pedacitos de madera junto a varios clavos y un imán? Se produciría una separación de elementos. La madera se quedaría inmóvil mientras que los clavos se pegarían al imán. Lo mismo sucederá el día del arrebatamiento. Jesús bajará del cielo a las nubes y como un poderoso imán atraerá hacia sí mismo a los suyos: “… A todos atraeré a mí mismo”, Juan 12:32. ¿Eres como un trocito de madera o como un imán? ¿Te encontrarás con Cristo ese memorable día cuando Él regrese en gloria o te quedarás inmóvil? Haz tu propia decisión.
¿Cuándo ocurrirá el arrebatamiento de la iglesia? “Nadie sabe el día ni la hora en que yo vendré; no lo saben ni siquiera los ángeles del cielo. Es más, ni yo lo sé. Dios es el único que lo sabe”, Marcos 13:32 (TLA). “…El Señor Jesús regresará en el día menos esperado…”, 1ª Tesalonicenses 5:2 (TLA).
¿Qué hacemos mientras esperamos ese glorioso día en que Cristo vendrá a buscarnos? Pablo nos da la respuesta: “…Dios quiere que nos apartemos de la impiedad y de los placeres pecaminosos y que vivamos en este mundo una vida sobria, justa y piadosa, con la mirada puesta en el día en que se cumpla la bendita promesa y se manifieste la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”, Tito 2:12-13 (NT-BAD). Jesús dijo que tenemos que estar preparados: “…Deben estar atentos y preparados, porque yo, el Hijo del hombre, llegaré cuando menos lo esperen”, Mateo 24:44 (TLA). ¿Cómo nos preparamos entonces para la venida del Señor?:
1. Orando: “El fin del mundo se acerca. Por consiguiente, sean serios y disciplinados en sus oraciones”, 1ª Pedro 4:7 (NTV). ¿Cómo está tu vida de oración? Recuerda que el éxito en la vida deriva del éxito en el lugar secreto y el fracaso es el resultado del descuido de la vida de oración. Desarrollar una relación de amistad y amor con Dios debería ser nuestra saludable obsesión.
2. Sirviendo a Dios: “… ¡Benditos serán si a mi regreso los encuentro cumpliendo fielmente con su deber!...”, Mateo 24:46 (NT-BAD). La venida del Señor podría ser hoy mismo. Su inminente regreso debería provocarnos al amor y a las buenas obras. Vivamos con la expectativa de que Cristo viene orando y sirviendo. Estamos detrás de cosas que no nos servirán de nada en el reino de Dios. Los bienes, el nivel social y el poder no significarán nada cuando crucemos el umbral de la eternidad. Invirtamos tiempo, talento y dinero en aquello que hará toda la diferencia en el más allá.
3. Viviendo en santidad. “…Cuando Cristo regrese seremos como él… Y todo el que tenga esta esperanza… se purifica a sí mismo…”, 1ª Juan 3:2-3 (PDT). “Cristo murió para hacer que la iglesia fuera santa. La purificó… para presentársela a sí mismo como una novia… sin mancha, ni arruga, ni nada semejante”, Efesios 5:26-27 (PDT). Dios quiere que esperemos su retorno sirviéndolo en santidad. Jesús enseñó en la parábola de las vírgenes prudentes e insensatas (Mateo 25) que no todos los que se digan ser creyentes serán incluidos en el arrebatamiento. Las ‘vírgenes insensatas’ se quedarán. Representan a aquellas personas que no tienen una vida escondida con Dios. Exteriormente tienen una reputación de santidad, pero en lo oculto viven en pecado haciendo lo que saben que es incorrecto: “…Yo sé todo lo que haces y que tienes la fama de estar vivo, pero estás muerto… Veo que tus acciones no cumplen con los requisitos de mi Dios… Arrepiéntete y regresa a mí… Si no lo haces, iré a ti como ladrón, cuando menos lo esperes, y te castigaré”, Apocalipsis 3:1-3a (NTV) y 3b (NT-BAD). No te conformes con tener un buen testimonio delante de los hombres, gana la batalla interior contra el pecado.
4. Predicando el evangelio. “…Ocúpate en decirles a otros la Buena Noticia y lleva a cabo todo el ministerio que Dios te dio”, 2ª Timoteo 4:5 (NTV). Nos urge entregar el mensaje de salvación a quienes todavía no lo conocen. El tiempo se acorta y llegará el día en que será demasiado tarde para salvarse. ¿Estamos ocupándonos en el retorno de nuestro Señor? Nos preparamos con meses de antelación para una boda, el nacimiento de un hijo y hasta para dar una conferencia pero, ¿le damos la misma importancia a la preparación para la venida del Cristo? Este será el acontecimiento más importante en nuestras vidas porque tendrá repercusiones eternas. No debemos posponerlo simplemente porque no sabemos cuándo ocurrirá. Recuerda que existe una promesa de bendición para todos aquellos que aguardan con expectativa su segunda venida: “… Benditos son todos los que me esperan…”, Apocalipsis 16:15 (NTV).