Cómo ser libres de los tormentos 07/04/19 (#1034)
Pastor José Luis Cinalli - 07/04/19
Cómo ser libres de los tormentos
“El hombre muere sin remedio, y al morir, ¿a dónde va?”, Job 14:10 (DHH).
Pese al denodado esfuerzo del ser humano por alargar la vida, la muerte sigue cosechando miles de víctimas cada día sin prejuicio de edad, raza, nivel social o educación. La muerte es cruel. Nadie escapa a su cita: “Todos moriremos algún día...”, 2º Samuel 14:14 (NTV). Es el “destino reservado a todo ser viviente”, Job 30:23 (DHH). Salomón dijo: “...Nadie tiene el poder de impedir el día de su muerte. No hay forma de escapar de esa cita obligatoria...”, Eclesiastés 8:8 (NTV). ¿No es un tanto morboso escarbar en este asunto de la muerte? ¡De ninguna manera! “Vale más pasar el tiempo en funerales que en festejos. Al fin y al cabo, todos morimos, así que los que viven deberían tenerlo muy presente”, Eclesiastés 7:2 (NTV). Una de las pocas veces que reflexionamos acerca de la muerte es en un funeral. Pero estos son cada vez más escasos porque ahora existe la cremación. La parte negativa de esta nueva moda es que impide a los familiares y amigos del difunto meditar acerca de lo que les espera en el más allá. ¿No te parece extraño? Antes el sexo era un acto privado y la muerte un evento público. Ahora el acto sexual se ha vuelto público y la muerte se ha transformado en una ceremonia privada e íntima. La expresión vale más pasar el tiempo en funerales que en festejos indica que las lecciones derivadas de un funeral son más provechosas que las que provienen de una fiesta. ¿Ha sido alguien inspirado en una fiesta a prepararse para la eternidad? Cuidado, porque al morir cada uno de nosotros deseará haber invertido menos en la tierra, donde lo dejaremos todo, y más en el cielo, donde lo retendremos para siempre. Sé sabio y coloca tus inversiones donde nunca las perderás. Ahora bien, no solo los velorios son cada vez menos frecuentes sino también los mensajes acerca del infierno, aun cuando Jesús enseñara tanto acerca de él. ¿Te das cuenta? Existe un plan diabólico para que el hombre jamás se ocupe de las cosas eternas. En definitiva, todos moriremos. Entonces, al igual que Job, nos preguntamos: ¿a dónde iremos?
1. Al cementerio. El cuerpo se queda en la tumba: “...Nadie puede escapar del poder de la tumba”, Salmo 89:48 (NTV). “Tanto el sabio como el tonto y el ignorante...* la muerte se los lleva al sepulcro*...”, Salmo 49:10-14 (PDT). “Tu cuerpo vino de la tierra, y cuando mueras, regresará a la tierra...”, Eclesiastés 12:7 (PDT). El cuerpo se vuelve polvo hasta el día de la resurrección: “El Espíritu de Dios... hará que sus cuerpos mortales despierten a la vida después de la muerte...”, Romanos 8:11 (NT-BAD). “...Nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán...”, 1ª Corintios 15:53 (NTV). Todos resucitarán, pero no todos irán al mismo lugar. Algunos irán al cielo y otros al infierno: “...Los malditos... irán al castigo eterno, pero los justos entrarán en la vida eterna”, Mateo 25:41-46 (NTV) Jesús dijo: “...Los muertos oirán mi voz y saldrán de sus tumbas. Entonces, los que hicieron lo bueno volverán a vivir, y estarán con Dios para siempre; pero los que hicieron lo malo volverán a vivir para ser castigados”, Juan 5:28-29 (TLA). “Los que duermen en la tumba, despertarán: unos para vivir eternamente, y otros para la vergüenza y el horror eternos”, Daniel 12:2 (DHH). “Los que mueren en el SEÑOR, vivirán; ¡sus cuerpos se levantarán otra vez!”, Isaías 26:19 (NTV). Pablo dijo: “Dios hizo resucitar a Jesús y estamos seguros de que también a nosotros nos hará resucitar. A ustedes y a mí nos llevará ante su presencia. 2ª Corintios 4:14 (PDT).
2. A una morada eterna. La parte corporal externa visible muere inevitablemente: “...Está establecido que los hombres mueran...”, Hebreos 9:27 (CJ). Pero la parte interna, espiritual e invisible, nunca muere. Para los que hacen de Cristo el dueño de sus vidas el espíritu de la persona vuelve a Dios: “Estaremos con el Señor para siempre”, 1ª Tesalonicenses 4:17 (NTV). Pablo dijo: “...Si muero, iré a reunirme con Jesucristo...”, Filipenses 1:22 (TLA).“¡Un día moriremos e iremos a morar con el Señor...!”, 2ª Corintios 5:8 (NT-BAD). “Cuando muramos...tendremos una casa en el cielo...”, 2ª Corintios 5:1 (NTV). Job expresó: “...Después que mi cuerpo se haya descompuesto, ¡todavía... veré a Dios!”, Job 19:26 (NTV). Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto...”, Juan 11:25 (NTV). Y al delincuente que lo declaró inocente le dijo: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, Lucas 23:43. Esteban sabía que la muerte lo llevaría a la presencia de Dios. Mientras lo apedreaban oraba: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”, Hechos 7:59 (NTV).
Para los que rechazan la cruz, en cambio, les aguarda un lugar de tormentos llamado infierno: “...Los malditos... irán al castigo eterno...”, Mateo 25:41-46 (NTV). El infierno es un lugar de sufrimiento continuo donde se tiene conciencia del dolor. ¿Te acuerdas de la parábola del rico y Lázaro? Un día, ambos murieron: “Murió el pobre y fue llevado por los ángeles al cielo... El rico murió también y... despertó en el infierno...”, Lucas 16:22a (BLA) 22b y 23 (NT-BAD). En el infierno el hombre rico le rogaba a Abraham que enviara a Lázaro para que refrescara su lengua porque sufría mucho en medio de las llamas. Era tan horrible ese lugar que no quería que sus familiares lo acompañaran: “Te ruego... que mandes a Lázaro a la casa de mi familia. Que avise a mis cinco hermanos que, si no dejan de hacer lo malo, vendrán a este horrible lugar”, Lucas 16:27-28 (TLA). El testimonio más fiel de que las personas que no creen en Dios vivirán en el infierno es Jesús quien le dijo a los fariseos: “...Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”, Juan 8:21 (NTV). Sin embargo a los discípulos les dijo: “Allá donde vive mi Padre hay muchas moradas y voy a prepararlas para cuando vayan... para que estén siempre donde yo esté...”, Juan 14:2-3 (NT-BAD). Evidentemente hay un lugar para los que creen en Jesús y otro muy diferente para los que no creen.
El infierno es tan aterrador que ni los demonios quieren estar allí. Cuando Jesús fue a la región de los gadarenos un hombre poseído le salió al encuentro. Jesús le preguntó: “¿Cómo te llamas?” (Lucas 8:30) porque un demonio hablaba en representación de una legión. Sin embargo, TODOS “le rogaban que no los mandara al abismo”, Lucas 8:31 (RV1995). La Biblia es muy gráfica con respecto al infierno: “...Se les atormentará con fuego y azufre ardiendo... El humo de su tormento se elevará eternamente...”, Apocalipsis 14:10-11 (NT-BAD). “Serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”, Apocalipsis 20:10 (NT-BAD). “El castigo... durará para siempre y no disfrutarán de la presencia del Señor...”, 2ª Tesalonicenses 1:9 (PDT). Jesús mismo dijo que en el infierno“...el gusano no muere... el fuego nunca se apaga... y todo es salado con fuego”, Marcos 9:48-49 (NT-BAD). Peor aún, del infierno nadie puede salir jamás: “Si el hombre descendiere a los infiernos, ya no ascenderá”, Job 7:9 (Jünemann). “Quien baja al Seol... jamás regresa de allí...”, Job 7:9 (BTX y DHH).
¡Los que mueren sin Cristo se van literalmente al infierno! No existe un purgatorio donde las personas esperan una oportunidad más. Es cielo o es infierno. Y la decisión la toma la persona aquí en la tierra aceptando o rechazando el amor de Cristo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su único Hijo para que todo aquel que en El cree no se pierda, más tenga vida eterna... a aquellos que han depositado en Él sus esperanzas de salvación no les espera ninguna condenación eterna. Pero aquellos que no creen en El ya están condenados...”, Juan 3:16-18 (NT-BAD). Jesús enseñó muchas veces acerca del infierno para advertirnos del final horroroso que tendrán los que no crean en Él y lo obedezcan. Haz tu elección. ¿Eterna perdición en el lago de fuego con Satanás o, salvación eterna en el cielo con Cristo y su iglesia? No postergues más tu decisión de entregar tu vida a Dios y reconocer a Jesús como tu único y suficiente Señor y Salvador. La siguiente oración puede ayudarte: “Señor Jesucristo: Creo que tú eres el único camino para acercarme a Dios. Gracias por amarme y tomar mi lugar en la cruz, pagando mi deuda. Me arrepiento de todos mis pecados y abro mi corazón para recibirte como Señor y Salvador de toda mi vida. Acepto el regalo de la salvación por la fe. Acepto tu perdón, tu Espíritu y la vida eterna. Amén”.
Una reflexión final. Hay personas que piensan que por el solo hecho de haber confesado a Cristo como su Salvador ya tienen el pasaporte asegurado al cielo. Tengamos cuidado porque Jesús afirmó que solo: “...el que obedezca mi enseñanza jamás morirá”, Juan 8:51 (NTV). Para aquellos que tienen en poco los mandamientos del Señor y para todo aquel que a pesar de confesarse cristiano sigue pecando la Biblia dice: “Si decidimos seguir pecando después de conocer la verdad... sólo nos queda esperar el juicio terrible... ¿Qué creen que le pasará al que desprecia al Hijo de Dios? Es seguro que recibirá mayor castigo por considerar la sangre de Cristo una porquería...”, Hebreos 10:26-29 (PDT). “...¿Cómo escaparemos del castigo si despreciamos ahora la gran salvación que hemos recibido?”, Hebreos 2:3 (PDT). “La puerta del cielo es angosta. Esfuércense por entrar, porque lo cierto es que muchos tratarán de entrar un día y no podrán... Tocarán y llamarán a la puerta y suplicarán: “Señor, ábrenos”. Pero El responderá: “No los conozco”... Apártense de mí, pecadores”... ¡Y cuando vean a... los demás... dentro del reino de Dios, y ustedes se vean excluidos, llorarán y crujirán los dientes!”, Lucas 13:24-28 (NT-BAD).