El poder de orar en el Espíritu 24/11/2024 #1327

Episode 352,   Nov 24, 10:48 PM

Pastor José Luis Cinalli
24/11/2024
El poder de orar en el Espíritu

Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión...”, Efesios 6:18 (NTV). “... Deben... orar en el poder... y en la fuerza del Espíritu Santo, Judas 1:20 (NTV, NT-BAD); 1ª Corintios 14:15.

Orar en el Espíritu es un mandamiento, una exhortación para todos los creyentes. Debemos orar en el Espíritu “en todo momento y en toda ocasión”, Efesios 6:18 (NTV). ¿Qué significa orar en el Espíritu? Significa orar en el mundo espiritual. La oración puede ser en la carne, es decir vana palabrería, flechas tiradas sin dirección, 1ª Timoteo 1:6; Tito 1:10, 3:9. Jesús dijo: “Al orar, no usen... repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería”, Mateo 6:7 (NBLH). ¿Quiénes usaban repeticiones sin sentido? Los sacerdotes de Baal quienes “invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía diciendo: ¡Baal, respóndenos!... pero no hubo... quien respondiese...”, 1º Reyes 18:26-29. Pronunciaban las mismas palabras creyendo que, por la repetición, su dios los escucharía. Tenemos otro caso en el libro de los Hechos: “Todos a una voz gritaron... por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!”, Hechos 19:34. Muchos creen que Dios será movido a responder si mecánicamente repiten una y otra vez alguna frase o mantra sagrado. Entiéndase bien, Jesús no condena la oración larga. Recordemos que Jesús “fue al monte a orar y pasó la noche orando a Dios”, Lucas 6:12. Muchas oraciones son largas en la Biblia, pero muchas son bien cortas como la de Moisés (Éxodo 32:31-32); la de Salomón, (1º Reyes 3:6-9); la de Elías (1º Reyes 18:36-37); la de Ezequías (2º Reyes 19:14-19) y la de Esteban, Hechos 7:60. Entonces, la oración que prevalece delante de Dios y logra resultados no es un mero formalismo, una actividad solo de los labios, una mera palabrería sin sentido, eso es orar en el mundo corporal, es orar en la carne.

Cuando oramos en la carne forzamos las oraciones, cuando oramos en el Espíritu nos sentimos impulsados en la forma en que el Espíritu lleva la oración hacia adelante. Orar en el Espíritu es experimentar el Espíritu de vida que da vida a la oración. Orar en el Espíritu significa orar en el mundo espiritual pero también es orar por medio del Espíritu, junto al Espíritu, con la ayuda del Espíritu y en la esfera del Espíritu. Por supuesto que esta clase de oración utiliza el cuerpo, es decir se expresa mediante los labios y puede exigir la cooperación de la mente pero esencialmente se mueve en el mundo del Espíritu. La oración en el Espíritu es cederle al Espíritu Santo el control total de nuestra voluntad para hacer la voluntad de Dios aunque nos duela. La oración en el Espíritu nos da oportunidades para interceder por personas convirtiéndonos en instrumentos de bendición. Después de exhortarnos a “orar en el poder del Espíritu Santo” (Judas 1:20, NTV) la Biblia dice: “Deben tener compasión de los que no están firmes en la fe. Rescaten a otros arrebatándolos de las llamas del juicio...”, Judas 1:22-23 (NTV). Nuestra oración guiada por el Espíritu podría rescatar a una persona, una familia, un matrimonio o un amigo de las llamas del juicio eterno. Entender esto cambia la perspectiva de la oración. Ya no la miramos como una práctica aburrida, sino como una oportunidad de ver al cielo moverse en la tierra, una oportunidad de ser colaboradores de Dios para que una persona pueda salir de las tinieblas a su luz admirable. La oración en el Espíritu implica tres cosas:

1. El Espíritu ha ungido al que hace la súplica. Sin la unción del Espíritu no se puede orar en el Espíritu. En el A.T. los sacerdotes se presentaban delante de Dios para pedir por las personas, eran los intercesores de Israel. Antes de ejercer sus ministerios tenían que ser ungidos. Jesús prometió a los discípulos que por medio del Espíritu Santo recibirían una nueva perspectiva sobre la mente de Dios: “Cuando llegue ese día, ya no tendrán necesidad de preguntarme nada. Les aseguro que el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi nombre”, Juan 16:23 (BDA2010). Orar en el Espíritu está relacionado con orar conforme a la voluntad de Dios y en el nombre de Cristo.

2. El Espíritu Santo dirige la oración. Debemos orar apoyados y “siempre guiados por el Espíritu”, Efesios 6:18 (DHH). En ocasiones es difícil orar o no sabemos exactamente cómo hacerlo o qué pedir, entonces el Espíritu nos ayuda: “Somos débiles... No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos... Y el Padre... sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros (NTV)... pues... quiere conseguir para los santos lo que es de Dios...”, Romanos 8:26-27 (BL95). Cuando oramos en el Espíritu nos aseguramos que estamos orando conforme a la voluntad de Dios. Eso sí, las intercesiones del Espíritu depende del uso de nuestra voluntad, mente y deseos que deben estar totalmente rendidos a Dios.

3. El Espíritu energiza la oración. Orar en el Espíritu es orar con la fuerza del Espíritu. No existe trabajo que requiera más energía que la oración, pues existe una constante tentación a desfallecer. Jesús contó una parábola acerca de un hombre que golpeaba la puerta de su amigo a medianoche para pedirle pan, Lucas 11. Aunque al principio fue rechazado, al final obtuvo lo que pidió. ¿Y cuál fue la clave? La insistencia: “Si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia, Lucas 11:8 (NTV). ¡Hay que orar hasta que la oración sea respondida! Ahora bien, la resistencia a la oración es tan intensa y la tentación a desfallecer es tan grande que el Señor “les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos, Lucas 18:1 (NTV). La parábola se refería a una viuda que insistentemente venía delante del juez pidiendo justicia. ¿Qué argumentos prevalecieron para que recibiera justicia? Ninguno. El secreto fue la insistencia. El juez dijo: “¡Me ocuparé de que reciba justicia, porque me está agotando con sus constantes peticiones!”, Lucas 18:5 (NTV). Si las súplicas constantes pudieron ‘ablandar’ a un juez sin compasión, cuanto más Dios será movido por las peticiones incesantes de sus amados hijos. Las exigencias de la batalla de la oración es tan intensas que “los muchachos” (con toda su energía, juventud y entusiasmo) “se fatigan y se cansan, los jóvenes” (en el pináculo de su fortaleza) “flaquean y caen pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas” (para alcanzar lo imposible), “correrán y no se cansarán” (y lograr lo extraordinario); “caminarán y no se fatigarán”, (al entrar en la monótona rutina, Isaías 40:30-31). ¿Qué es lo que hace que las oraciones de aquellos que han llegado a ser poderosos intercesores sean tan diferentes? ¿Cuál es el secreto de esa energía tan extraordinaria y esa fe tan irresistible? ¿Cómo logran suplicar con tal osadía y echar las montañas al mar con tanta autoridad? El secreto es sencillo: ¡oran con fortaleza santa, oran en el poder del Espíritu Santo!

Algunas verdades prácticas de orar en el Espíritu:

1. Somos transportados a la presencia misma de Dios. Orar en el Espíritu es buscar la ministración del Espíritu Santo. Cuando pasamos momentos difíciles lo último que hacemos es lo primero que deberíamos hacer, esto es orar y orar hasta que el Espíritu nos ministre y fortalezca. Es allí que nos damos cuenta lo débiles que somos, pero qué tan fuerte es Dios en nosotros.

2. Somos impulsados a hacer oraciones certeras. Orar en el Espíritu no nos lleva simplemente a descansar en la presencia de Dios de manera pasiva; al contrario, nos transformamos en intercesores intrépidos reclamando las promesas de Dios. Sucede en nuestras caminatas de oración, comenzamos tímidamente orando y de repente sentimos que estamos ante el trono, haciendo oraciones certeras e intrépidas guiadas por el Espíritu conforme a la voluntad de Dios y para su gloria. Eso sí, siempre mantén una actitud humilde. No reclames, no exijas. Simplemente deja tus peticiones ante Dios sin exigir nada. Recuérdale a Dios su promesas, pero siempre humildemente.

3. Somos guiados a conocer a Dios. La oración en el Espíritu, puede o no estar cargada de emoción, puede ser en voz baja o en alta voz, pero tiene como inspiración el deseo de profundizar la relación con el Padre. Puede que estemos sobrecargados, devastados, sin fuerzas, quebrantados, desesperados, afligidos y, en ese momento, el Espíritu nos fortalece renovando nuestras fuerzas espirituales para cumplir con la voluntad de Dios, Hechos 4:23-31. La oración en el Espíritu no está enfocada en nosotros y nuestras necesidades sino en Dios y en su obra. La oración en el Espíritu nos ayuda a esperar, a permanecer firmes aunque no veamos los resultados inmediatamente. Nos ayuda a enfocarnos en la vida eterna y mantenernos seguros en el gran amor de Dios.