La obra del Espíritu Santo en la Iglesia - 6/10/2024 - #1320

Episode 345,   Oct 06, 11:14 PM

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Pastor José Luis Cinalli
 6/10/2024

La obra del Espíritu Santo en la Iglesia

“Oigan bien lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias”, Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13 (PDT)

La iglesia comenzó a existir el día en que el Espíritu Santo descendió. Y desde ese momento la misión de la Iglesia permanece íntimamente ligada a la obra del Espíritu Santo.

1. El Espíritu Santo mora en la iglesia. La iglesia es el templo donde el Espíritu Santo vive: “…Todos ustedes juntos son el templo de Dios y… el Espíritu de Dios vive en ustedes…”, 1ª Corintios 3:16 (NTV); Efesios 2:22. También lo es el creyente de manera individual, 1ª Corintios 6:19-20.

2. El Espíritu Santo enseña a la Iglesia. “… El Espíritu Santo… les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho”, Juan 14:26 (BLA). La obra del Espíritu Santo es enseñarnos la voluntad de Dios y guiarnos a mayores profundidades en su conocimiento. Una cosa es cierta, ¡seremos eternos aprendices y el Espíritu Santo será nuestro eterno maestro! Jesús dijo: “Aprendan de mí” (Mateo 11:29, NVI) y para eso nos envió al Espíritu Santo: “… Les mandaré al… Espíritu Santo… El… les hablará de mí, Juan 15:26 (NT-BAD). El Espíritu Santo es llamado “el Intérprete” (Juan 14:26, BLA) porque nos recuerda lo que Jesús dijo y nos ayuda a descubrir los tesoros espirituales contenidos en las Escrituras: “… El Espíritu Santo… los guiará a toda la verdad…” (Juan 16:13, NT-BAD), ¡y siempre en acuerdo con las Escrituras!

3. El Espíritu Santo otorga poder a la iglesia. “… Recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes…”, Hechos 1:8 (NBLH). El deseo de poder arrastró a Lucifer a revelarse contra Dios. A Adán y Eva se les ofreció poder a cambio de desobediencia, y ellos aceptaron. El poder que Jesús ofrece no es para exaltarnos sino para ser humildes y sencillos; es poder para vencer la tentación y el pecado; para lograr santidad y por sobre todo, es el poder para dar testimonio: “Recibirán poder… y serán mis testigos, Hechos 1:8 (NBLH). El poder del Espíritu Santo era el secreto del crecimiento de la primera iglesia. El Espíritu Santo es la persona y el poder a través de quién se recibe ayuda y habilidad para compartir la vida del Reino de Dios con otros. La iglesia inició su obra con líderes llenos del Espíritu Santo; la continuación de la obra misionera dependió de personas llenas del Espíritu Santo y la obra actual depende de creyentes y líderes llenos del Espíritu Santo.

4. El Espíritu Santo elige a los líderes de la iglesia. “… El Espíritu Santo dijo: “Aparten a Bernabé y a Saulo… Yo los he elegido para una misión especial, Hechos 13:2 (NBLH, TLA). El primer movimiento misionero mundial se originó en Antioquía. Pero esa iglesia, transformadora de realidades y generadora de héroes espirituales no fue obra de la casualidad sino el resultado de líderes llenos del Espíritu Santo. Pablo tenía una relación muy estrecha con el Espíritu Santo. Un día convocó a los líderes de la iglesia en Éfeso y les dijo: “… Ahora debo obedecer al Espíritu e ir a Jerusalén… El Espíritu Santo me dice… que… me esperan problemas y hasta la cárcel… Cuiden a toda la gente que Dios les ha dado… Recuerden que el Espíritu Santo los puso como líderes de la iglesia, Hechos 20:22-28 (PDT, TLA). El discurso de Pablo está impregnado de la persona del Espíritu Santo, ¡lo menciona tres veces! La relación profunda y amigable que Pablo tenía con el Espíritu se deja ver en que sabía cosas que humanamente serían imposibles de conocer. Sabía que esa sería la última vez que vería a los líderes de la iglesia (Hechos 20:25); que le esperaban sufrimientos y prisiones en su camino a Jerusalén, que después de su partida la iglesia sería asaltada por líderes falsos y que algunos creyentes distorsionarían la verdad a fin de conseguir seguidores, Hechos 20:29-30. ¿Podríamos nosotros tener ese grado de comunión con el Espíritu Santo? Claro que sí ya que “Dios no tiene favoritos”, Romanos 2:11 (TLA). Podemos estar tan cerca de Dios como queramos. La admisión al círculo interno de intimidad con el Espíritu es el resultado de un deseo profundo en el que se está dispuesto a sacrificar cualquier cosa para alcanzar ese privilegio.

5. El Espíritu Santo envía misioneros a través de la iglesia. “… Bernabé y Saulo fueron enviados por el Espíritu Santo...”, Hechos 13:4 (NTV). Aquellos primeros creyentes nunca hacían lo que les parecía, ellos siempre hacían lo que el Espíritu les ordenaba. El Espíritu Santo tomaba las decisiones y la iglesia era sensible a la dirección del Espíritu Santo. El secreto de un servicio eficaz no radica en alguna cualidad especial que tengamos o en alguna obra especial que hagamos para Dios sino en someternos totalmente y sin reservas a la dirección del Espíritu Santo.

6. El Espíritu Santo guía a los líderes en la solución de problemas ministeriales, Hechos 15:28.

7. El Espíritu Santo guía la intercesión de la iglesia. “Vivan en constante oración y súplica guiados por el Espíritu…”, Efesios 6:18 (BDA2010).

8. El Espíritu Santo unifica la iglesia: “Unidos, déjense guiar por el Espíritu Santo; y reine entre ustedes la paz”, Efesios 4:3 (NT-BAD).

9. El Espíritu Santo obra a través de la iglesia. El día de Pentecostés el Espíritu Santo descendió y mediante un estruendo fuerte atrajo a las personas al aposento alto. El sermón que Pedro predicó era el mensaje del Espíritu Santo para todos los presentes, quienes fueron convencidos de pecado y luego salvados por el mismo Espíritu. Todo fue obra del Espíritu Santo. No son los hechos de los apóstoles sino los Hechos del Espíritu a través de los apóstoles. Los creyentes eran simplemente colaboradores a su servicio, 1ª Corintios 3:9; 2ª Corintios 6:1. Tengamos cuidado con excluir al Espíritu Santo de nuestros programas cristianos. No será nuestro mensaje el que transforme los corazones de las personas sino el trabajo del Espíritu mediante la Palabra predicada. El Espíritu Santo llamó y envió a Pablo y Bernabé a la obra misionera, Hechos 13:2-4. Llamados, enviados y llenos del Espíritu Santo, una combinación sobrenatural con resultados sobrenaturales. No es difícil entender por qué “casi toda la ciudad fue a oírlos predicar la palabra del Señor” y “que el mensaje del Señor se extendió por toda esa región”, Hechos 13:44 y 49 (NTV). Buenos mensajes, programas bonitos y señales milagrosas podrán atraer gente por algún tiempo; pero no permanecerán a menos que haya presencia de Dios.

10. El Espíritu Santo escoge los campos para la obra misionera de la iglesia. “Pablo y sus compañeros intentaron anunciar el mensaje de Dios en… Asia, pero el Espíritu Santo no se lo permitió… Luego intentaron pasar a la región de Bitinia, pero el Espíritu… tampoco les permitió hacerlo”, Hechos 16:6-7 (TLA). Ciertamente no había nada de malo en el deseo de Pablo de predicar la Palabra en Asia, pero no era el tiempo de Dios. La voluntad del Espíritu es que primero predicara en Europa y luego sí predicara en Asia tal como lo hizo, Hechos 18:19; 19:10. Advierte un detalle no menor. Pablo no porfió con el Espíritu Santo sino que se sometió a su voluntad. La Biblia dice: “… Él nos escuchará cuando le pidamos algo que esté de acuerdo con su voluntad, 1ª Juan 5:14 (NT-BAD). Y cuando no conozcamos su voluntad para una situación específica pidámosle al Espíritu Santo que nos la revele. Pidamos conforme a su voluntad, pero también oremos para que se haga su voluntad: “… Hágase tu voluntad en la tierra”, Lucas 11:2. Jesús buscó siempre estar en el centro de la voluntad del Padre. En el Getsemaní dijo: “… Padre… si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad, Mateo 26:42 (BAD). En otras palabras: “si lo que voy a pedir no es tu voluntad no me lo concedas”. Hay personas obsesionadas con obtener alguna cosa pero, ¿quién puede saber si realmente es lo mejor para nuestra vida o si es el tiempo en que debemos tenerla? Ya que “no somos capaces de planear nuestro propio destino” (Jeremías 10:23, NTV), ¿no sería mejor dejar que Dios lo haga? “Nadie sabe cuál será su futuro; por eso debemos dejar que Dios dirija nuestra vida, Proverbios 20:24 (TLA). La mejor manera de orar es pedirle a Dios “hágase tu voluntad” (Mateo 6:10) y que prevalezcan sus planes y no los nuestros. De esta manera honraremos a Dios y, además, haremos lo mejor para nosotros mismos.