Ganar la batalla contra el pecado, ¡sí o sí! 17/03/24 #1291
Episode 313, Mar 17, 08:34 PM
Pastor José Luis Cinalli
17/03/24
Ganar la batalla contra el pecado, ¡sí o sí!
“Después de todo, todavía no hemos sudado gotas de sangre en nuestra lucha contra la tentación y el pecado”, Hebreos 12:4 (NT-BAD).
17/03/24
Ganar la batalla contra el pecado, ¡sí o sí!
“Después de todo, todavía no hemos sudado gotas de sangre en nuestra lucha contra la tentación y el pecado”, Hebreos 12:4 (NT-BAD).
¡Nuestra más grande lucha es contra el pecado! Peleamos por la vida misma, ¡por la vida eterna! El pecado es nuestro peor enemigo porque tiene el poder de alejarnos de Dios y condenarnos al infierno: “El pecado… conduce a la muerte… eterna”, Santiago 1:15 (PDT, TLA), Romanos 6:23. El ‘señor pecado’ es un amo cruel que paga con la muerte eterna a quienes lo sirven. En cambio, servir a Dios es recompensado con la vida eterna: “… Cada cual puede escoger a quién desea obedecer y servir: si ser esclavo del pecado, que lleva a la muerte, o… ser esclavos de Dios… para… alcanzar la salvación (NT AF)… y ser aprobados por él”, Romanos 6:16 (CAS, PDT). Qué razón tenía Pablo cuando dijo: “Qué terrible es el pecado”, Romanos 7:13 (NTV). Existe solo una verdadera tragedia en esta vida: morir en pecado. La persona que muere en sus pecados, muere condenado, Romanos 6:23, Romanos 8:13. La lucha es seria: ¡acabamos con el pecado o el pecado acaba con nosotros!
Contra el pecado debemos luchar seriamente, con agonía. Y claro, el combate nos debilita. Nos cansamos de las interminables tentaciones que llegan desde el infierno. La situación se agrava por el hecho de que las tentaciones se acercan imperceptiblemente. “Se pone al acecho… para matar a escondidas al inocente….”, Salmo 10:8 (BDA2010). La tentación viene del lugar que menos imaginamos. ¿Quién habría sospechado que Abraham sería el instrumento de Satanás para incitar a su esposa al pecado de la mentira? Lo peor de todo es que las flechas incendiadas de la tentación se incrustan en un corazón que no está congelado sino que arde de pasión por lo prohibido. Es como una chispa en un campo seco, rápidamente arde en llamas. Nuestro corazón está inclinado al mal y una chispita de tentación lo incendia en un instante. Ahora bien, ¡Satanás es quien nos tienta, pero el pecado se nos cobra a nosotros! “Uno es tentado cuando se deja llevar por un mal deseo que lo atrae y lo seduce. Luego, el deseo malo da a luz el pecado, y el pecado… conduce a la muerte”, Santiago 1:14-15 (PDT). El diablo tienta, pero es nuestra concupiscencia la que nos atrae. El cazador pone la red, pero es el deseo de la propia ave la que la lleva a caer en la trampa. Somos muy vulnerables al fuego de los dardos de Satanás: “Sin leña se apaga el fuego”, Proverbios 26:20. Esta es la razón por la que tenemos que luchar sin tregua para que el pecado no nos domine. Nada menos que la salud eterna está en juego.
El corazón humano es como un horno: “Todos ellos están listos para cometer adulterio. Son como el horno de un panadero que cada vez se calienta más”, Oseas 7:4 (PDT). El corazón humano es el horno, el diablo es el hornero o panadero y la tentación es el fuego que lo calienta. David dijo: “… Estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas”, Salmo 57:4. ¿Y quién las enciende? “El infierno”, Santiago 3:6. Entonces, ¡todos somos tentados! Pablo dijo que de todos los pecadores él era “el primero”, 1ª Timoteo 1:15. Eso significa que el crecimiento espiritual no garantiza ausencia de tentación. Nadie pondría en tela de juicio la integridad moral y espiritual de Jesús, aun así “Él fue tentado… como… nosotros… sin embargo él nunca pecó”, Hebreos 4:15 (PDT, NTV). No existe una disciplina espiritual que nos haga inmune a las tentaciones. Por eso la Biblia nos advierte: “Que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo”, 1ª Corintios 10:12 (TLA). Entonces, ¿cómo peleamos la batalla contra el pecado sin ser derrotados? ¿Qué necesitamos para apagar el corazón encendido por las tentaciones del infierno? Pablo nos da la respuesta: “¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado…?... La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor…”, Romanos 7:24-25 (NTV). La forma más segura para luchar contra el pecado es exponerse a la gloria de Dios. ¡Cuánto más cerca de Dios más lejos del pecado!
¿Por qué acercarse a Dios es la clave para el éxito? Porque revela los pecados ocultos. Simeón le dijo a María que Jesús sería “una señal que muchos rechazarán… a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto…”, Lucas 2:34-35 (DHH). La profecía fue cumplida 30 años después cuando Jesús se puso de pie en la sinagoga de Nazaret y dijo: “El Espíritu del SEÑOR está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres…”, Lucas 4:18 (NTV). Hasta ese momento “todos lo apoyaban y se admiraban de sus palabras…” (Lucas 4:22, BDA2010); pero a partir de entonces, es decir desde el momento en que Jesús comenzó a predicar aplicando la Palabra en el poder del Espíritu Santo, muchos empezaron a odiarlo. Salieron a la luz las verdaderas motivaciones del corazón de la gente: “todos… se enfurecieron… agarraron a Jesús y lo… llevaron a la cima del cerro… para tirarlo desde allí”, Lucas 4:28-29 (PDT). ¿Ves lo que sucede cuando nos exponemos a la mismísima presencia divina? Se revela el antagonismo de la mente natural o carnal que está en enemistad contra Dios. Para limpiar a fondo la mugre pegada en las paredes de nuestro corazón necesitamos concentrar la luz divina mediante el acercamiento a Dios. El principio bíblico es claro: ¡la victoria contra el pecado comienza cuando nos exponemos a la gloria de Dios!
Jesús dijo: “Velen y oren para que no entren en tentación”, Mateo 26:41 (NBLH). La oración y el pecado no pueden vivir en el mismo corazón: o la oración consume el pecado o el pecado ahoga la vida de oración. La vida espiritual de una persona se degrada cuando se aleja de Dios, pero se fortalece cuando se acerca a Él. ¿Deseas tratar con esos asuntos crónicos del pecado que tanto te afligen? ¡Pasa mucho tiempo a solas con Dios! Las inclinaciones pecaminosas de nuestro corazón solo son reveladas en la presencia divina. Lo sabemos por experiencia propia. Largos tiempos con Dios en nuestro lugar secreto revelaron nuestro torcido corazón. Pasar tiempo con Dios cambia nuestra estructura mental de pensamientos, reeduca las emociones y canaliza los sentimientos y las pasiones e intereses hacia Dios y su obra. Cuando nos exponemos a Dios por largo tiempo las tendencias pecaminosas que un día gobernaban nuestras vidas dan lugar al gobierno del espíritu. ¡Para agotar las fuerzas de las tendencias pecaminosas de nuestro corazón es necesario pasar más tiempo con Dios!
Hoy en día todo el mundo tiene al alcance de sus manos la cura contra el pecado. Acercarse a Dios es un privilegio único en la dispensación de la gracia. Podemos acudir a Dios tal como somos, y no morir, gracias a lo que hizo Cristo en la cruz. En la vieja dispensación el que se acercaba a Dios sin estar santificado moría. Por ejemplo, Dios dijo: “Solo a Moisés se le permite acercarse al SEÑOR. Los demás no se acercarán, y a nadie del pueblo se le permite subir al monte con él”, Éxodo 24:2 (NTV). Tiempo después, Dios cambió de domicilio y vivió en el Tabernáculo (Éxodo 25:8) pero la pena por acercarse a Dios seguía siendo la misma: “El que se acerca a la morada del Señor, muere…”, Número 17:13 (BNP). El pecado alejaba a los israelitas de Dios. Fue por eso que Dios le dijo a Moisés: “Diles a los israelitas que yo no iré con ellos. Son tan tercos que, si vuelven a pecar… terminaría aniquilándolos por el camino”, Éxodo 33:3 (TLA, BDA2010). Los israelitas eran conscientes de la gravedad del asunto por eso le pidieron a Moisés que intercediera por ellos: “… Ustedes le pidieron al SEÑOR… “No queremos oír nunca más la voz del SEÑOR… porque moriremos”. Entonces el SEÑOR… dijo: “lo que el pueblo dice es cierto”, Deuteronomio 18:16-17 (NTV). ¿Lo ves? Para sobrevivir los israelitas debían alejarse de Dios, pero eso los hundía más en el pecado. Era un círculo vicioso del que nunca podían salir. Era un modelo sin esperanza, pero gracias a Dios fue enmendado. Jesucristo fue enviado a la tierra para allanarnos el camino a Dios, de modo que todo aquel que lo quiera puede acceder de inmediato a la presencia divina para combatir el pecado de su vida sin morir en el proceso. Solo un necio despreciaría semejante privilegio. Sin embargo, ¿no es eso lo que sucede a menudo? En lugar de acercarnos a Dios para terminar con el poder del pecado y vivir para siempre, nos alejamos de Él para ser gobernados por el pecado y morir eternamente. ¡Pésimo negocio!
No dejes que Satanás te engañe haciéndote creer que ya no existe esperanza para tu vida. No creas las mentiras del mentiroso. Importa poco cuánto tiempo lo hayas intentado sin éxito. Existe un mejor mañana y está a tu alcance. Si lo quisieras puedes empezar a vivir la mejor temporada de tu vida. Ahora bien, ¡existe esperanza y existe la posibilidad de un mejor futuro pero no sin la ayuda de Dios! No existe nada más poderoso para evitar la muerte espiritual y avivar el fuego de un corazón dormido que un despertar poderoso del Espíritu Santo. Acércate a Dios y el gobierno de la carne habrá dado paso al gobierno del Espíritu.