Predicadores de la Verdad o de la novedad 17/12/2023 #1278
Episode 300, Dec 17, 2023, 08:30 PM
Pastor José Luis Cinalli
17/12/2023
17/12/2023
Predicadores de la Verdad o de la novedad
“… Llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que… se rodearán de multitud de maestros que les dirán palabras halagadoras (BDA2010)… novelerías que quieren oír”, 2ª Timoteo 4:3 (BAD).
La iglesia en Éfeso tenía graves problemas de doctrina. Pablo invierte uno de sus mejores hombres para combatir la falsa doctrina y exponer a quienes la enseñaban: “… Te rogué encarecidamente que te quedaras en Éfeso… y les ordenaras a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas falsas”, 1ª Timoteo 1:3 (SA, BAD). La misión de Timoteo era predicar las Buenas noticias y ordenar a los falsos maestros que desistieran de enseñar doctrinas diferentes. El apóstol Pablo había profetizado lo que estaba comenzando a suceder: “Después de mi partida… surgirán hombres que enseñarán doctrinas falsas… rechazarán la verdad”, Hechos 20:29-30 (BLA) y 2ª Timoteo 4:4 (NTV). La fe es esencial para la salvación, pero la doctrina también lo es: “Ten cuidado de ti mismo y de… la doctrina(BDA2010)… Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchen”, 1ª Timoteo 4:16 (NBLH). Observa la importancia de la doctrina que se enseña. Si la fuente está envenenada los que beben de ella morirán. El apóstol Santiago dijo: “Sepa que el que hace volver a un pecador del error de su camino… lo ha rescatado de la muerte eterna…”, Santiago 5:20 (NBLH, PDT). Pablo deja a Timoteo en Éfeso para exponer a los falsos maestros, combatir sus errores y defender la sana doctrina. ¡La doctrina sí importa! Tan serio es este asunto que Tito fue enviado a Creta con el mismo propósito: “… Te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente…”, Tito 1:5. Pablo le dice claramente lo que tiene que hacer: “Es preciso tapar la boca, porque están transformando familias enteras, enseñando… cosas que no deben… Repréndelos severamente para que sean sanos en la fe”, Tito 1:10-13 (NBLH). Y luego le ordena establecer ancianos que tengan, entre otras cualidades, la de ser fieles a la sana doctrina: “Cada uno… debe apegarse a la palabra fiel… debe ser adicto a la doctrina auténtica; así será capaz de predicar una enseñanza sana(NBE)… exhortar con una doctrina sana y refutar… convencer (OSO)… a los que le contradicen”, Tito 1:9 (BAD, BNP). El mismo Pablo le ordenó a Tito: “… En cuanto a ti, enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina”, Tito 2:1 (NBLH). Las falsas doctrinas no deben ser ignoradas; al contrario, hay que denunciarlas y combatirlas.
La Biblia ordena no tener comunión con quienes propagan el error: “Les ruego que tengan cuidado con esa gente que va provocando divisiones y dificultades, saliéndose de la doctrina que han aprendido. Aléjense de ellos. Esas personas… no están trabajando para Jesucristo, sino para su propio beneficio personal…”, Romanos 16:17-18 (BLA, NT-BAD). “Reprende al que deforma el mensaje… al hombre hereje (RV 1909)… al… que cause divisiones, después de la primera y segunda amonestación, recházalo (NBLH)… sabiendo que es un descarriado y culpable que se condena a sí mismo”, Tito 3:10-11 (BLA). El que promueve doctrina falsa está condenado, ¿por quién? ¿Por Dios? ¿Por la iglesia? No, por ellos mismos. “Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza (doctrina) de Cristo, no tiene a Dios… Si alguien viene a ustedes y no trae esta enseñanza (doctrina), no lo reciban en casa, ni lo saluden, pues el que lo saluda participa en sus malas obras”, 2ª Juan 1:9-11 (NBLH); 2ª Corintios 11:4; Ezequiel 33:30-33; Gálatas 1:6-9. “Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza (doctrina) de Cristo…”; es decir, aquellos que van más allá de lo que Cristo ha enseñado en su Palabra. Pablo fue muy enfático con los predicadores del evangelio diferente: “… Si alguien… les predica otra Buena Noticia… un evangelio diferente(RVA)… que le caiga la maldición de Dios”, Gálatas 1:8 (NTV). Jesús dijo: “Déjenlos; son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo”, Mateo 15:14 (NBLH). No se puede tolerar la doctrina falsa ni a quienes la enseñan. Amar la verdad demanda que se odie el error. La transigencia en materia de doctrina no está aceptada por Dios. El único antídoto para el error y la falsa doctrina es la promulgación de la sana doctrina. “Lo que enseñamos es la sana enseñanza de nuestro Señor… la cual conduce a una vida de sumisión a Dios”, 1ª Timoteo 6:3 (NTV); 1:3. La sana doctrina trae salud espiritual; las falsas enseñanzas, en cambio, enferman y nos alejan de Dios.
Hay personas que tienen “comezón de oír… diferente doctrina”, 2ª Timoteo 4:3; 1ª Timoteo 1:3. “Diferente doctrina” es el “evangelio diferente”, Gálatas 1:8. Al igual que los atenienses de la época de Pablo hoy en día muchos “se ocupan de oír y comentar las últimas novedades”, Hechos 17:21 (DHH). El criterio de muchos no es perseverar en la verdad, sino ocuparse de la novedad. De ahí que pasan más tiempo consultando internet que leyendo las Escrituras. La gente quiere una doctrina que los deje cómodos con sus pecados. Esa doctrina es todo menos sana. El verdadero evangelio condena el pecado, el “evangelio diferente” lo tolera. El verdadero evangelio enfatiza la obediencia a Dios; el “evangelio diferente”, en cambio enfatiza solo el asentimiento mental de que Dios existe y de que Jesucristo es su hijo. El evangelio diferente no exige “muerte del viejo hombre”; ni siquiera contiene la palabra “crucifixión” y mucho menos la santificación, cosa que sí hace el verdadero evangelio para obtener el perdón de los pecados y la libertad de conciencia. Un evangelio que no exige abnegación, crucifixión o entrega total; un evangelio que solo lisonjea, adula y acaricia el ego suele ser más aceptado que aquel que exige arrepentimiento y muerte a los deseos del corazón malvado. Por eso Jesús nos advierte: “Presten mucha atención a lo que oyen… y a cómo oyen”, Marcos 4:24 y Lucas 8:18 (NTV).
Los predicadores de la sana doctrina agradan a Dios proclamando el evangelio de Jesucristo sin diluirlo: “… Hablamos como mensajeros de Dios, como portavoces de la verdad divina, sin alterar para nada el mensaje, porque nuestra intención nunca ha sido agradar a la gente sino a Dios…”, 1ª Tesalonicenses 2:4 (NT-BAD). El mensajero no debe cambiar el mensaje para agradar a la gente: “Esfuérzate por presentarte aprobado ante Dios… que enseña el mensaje de la verdad sin hacerle ningún cambio… que predica la verdad sin desviaciones”, 2ª Timoteo 2:15 (PDT, NBE). Lo importante es que se diga la verdad, sea lo que sea, cueste lo que cueste. Aún así sabemos que existen muchos aduladores y muchas personas dispuestas a escucharlos: “Como es el pueblo, así es el sacerdote”, Oseas 4:9 (RVA). El pueblo rebelde solo quiere escuchar a personas que sean como ellos. Pero cuidado porque el desastre vendrá para ambos: “Pueblo y sacerdotes correrán la misma suerte… les haré pagar sus acciones”, Oseas 4:9 (BLPH); Isaías 30:9-10. La tarea de los líderes es cambiar al pueblo para que respete la sana doctrina, pero en muchos casos el pueblo cambia a sus maestros. Eso sucedió con Moisés cuando se demoraba en la cumbre de la montaña: “… Se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron: —Vamos, haznos dioses que puedan guiarnos… Entonces Aarón tomó… oro, lo fundió y lo moldeó hasta darle la forma de un becerro…”, Éxodo 32:1-4 (NTV). Herodes no quería como maestro a Juan porque le decía verdades que no eran de su agrado, Mateo 14:3-5. A los judios no les convenía la predicación de Esteban y por eso lo apedrearon, Hechos 7:58. Si nuestros líderes y maestros predican la sana doctrina no los cambiemos porque tamaña decisión la pagaremos con el desastre: “Los profetas solo dicen mentiras, los sacerdotes enseñan lo que quieren, y mi pueblo parece estar feliz… Peor todavía, ¡a mi pueblo le encanta que sea así! (NTV)… Pero cuando llegue el desastre, nadie acudirá en su ayuda”, Jeremías 5:31 (TLA).
Conclusión. “Si enseñas la verdad a los miembros de la iglesia, serás un buen servidor de Jesucristo. Estudiar y obedecer las enseñanzas cristianas… es lo mismo que alimentarse bien”, 1ª Timoteo 4:6 (TLA). Lo que debemos hablar y predicar es la pura Palabra de Dios: “Que mis verdaderos mensajeros proclamen todas mis palabras con fidelidad”, Jeremías 23:28 (NTV); 1ª Timoteo 4:13; Tito 2:1, 10; 1ª Pedro 4:11. Lo que creemos y predicamos es tan importante como la motivación con la que lo hacemos. “Te encarezco ante Dios y ante Jesucristo... que con urgencia prediques la Palabra de Dios; que lo hagas a tiempo y fuera de tiempo, cuando convenga y cuando no convenga. Convence, aconseja, reprende si es necesario, insta a hacer el bien; y en todo tiempo, con paciencia, proporciona a tu pueblo el alimento espiritual de la Palabra de Dios”, 2ª Timoteo 4:1-2 (NT-BAD). Los apóstoles se ajustaban al puro evangelio de Jesucristo y nosotros debemos hacer lo mismo. Debemos predicar la sana doctrina a tiempo y fuera de tiempo, cuando convenga y cuando no convenga. En otras palabras, ¡cuando somos bienvenidos y cuando no lo somos! Todo tiempo y todo lugar son oportunos para predicar y no solamente los domingos en el templo. ¿Tú crees que Satanás espera el momento oportuno para hacer lo suyo? Entonces sin esperar el tiempo oportuno, ¡prediquemos!