¿Por qué a mí? Probado por Dios o por el diablo 13/8/2023 #1260

Episode 282,   Aug 13, 2023, 08:51 PM

Pastor José Luis Cinalli
13/8/2023
¿Por qué a mí? Probado por Dios o por el diablo

Dios probó… a Abraham pidiéndole que sacrificara a Isaac, su único hijo. Por la fe, Abraham obedeció…”, Hebreos 11:17 (PDT).

El creyente puede ser probado de tres maneras diferentes. Pedro fue probado por Satanás (Lucas 22:31); Lot fue probado por Sodoma (Génesis 13) y Abraham fue probado por Dios: “Probó Dios a Abraham”, Génesis 22:1. La intención de Dios es probar nuestro corazón. “El fuego prueba la pureza del oro… pero el SEÑOR prueba el corazón, Proverbios 17:3 (NTV). “… El Señor… te… puso a prueba, para conocer el fondo de tu corazón…, Deuteronomio 8:2 (LPD). Y, ¿qué propósito tiene Dios al probar nuestro corazón? ¡Bendecirnos! “Yo, el SEÑOR, investigo… escudriño (BLA)… examino (PDT)… sondeo (BAD)… los corazones y… a todos les doy la debida recompensa…”, Jeremías 17:10 (NTV). Ahora bien, no hay bendición si no superamos la prueba: “… Porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida…, Santiago 1:12 (LBLA). ¿Superó Abraham la prueba? El ángel le dijo: “ahora sé que de verdad temes a Dios…” (Génesis 22:12, NTV) y, como consecuencia, fue generosamente bendecido: “… Ya que me has obedecido… juro… que… te bendeciré. Multiplicaré tu descendencia hasta que sea incontable… y mediante tu descendencia, todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Todo eso, porque me has obedecido, Génesis 22:16-18 (NTV). Abraham salió de su casa para ser probado por Dios en el monte Moriah y regresó para vivir bendecido durante el resto de su vida. ¡Solo los que se eximen de la prueba son bendecidos!

Dios tiene que examinar a fondo nuestro corazón porque “es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso…”, Jeremías 17:9 (NTV). La prueba es la señal de que Dios quiere bendecirnos, y lo hará siempre que la superemos. La Biblia dice que José fue promocionado después de haber superado la prueba: “… El SEÑOR puso a prueba el carácter de José. Entonces… José quedó a cargo de toda la casa del rey…”, Salmo 105:19-21 (NTV). Dios no solo nos prueba mediante dificultades, muy a menudo lo hace enviándonos bendiciones. ¿Recuerdas a Ezequías? “… Dios le había dado muchísimas riquezas… Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron mensajeros para investigar el milagro que había sucedido…, Dios dejó solo a Ezequías para ponerlo a prueba y conocer todo lo que había en su corazón, 2º Crónicas 32:29-31 (PDT). Dios prosperó económicamente a Ezequías y lo sanó de una grave enfermedad, 2º Crónicas 32:24. Sin embargo, en lugar de darle la gloria a Dios se volvió orgulloso y soberbio: “A pesar del beneficio que había recibido, Ezequías no fue agradecido, sino que se llenó de orgullo, por lo cual el Señor se enojó con él…”, 2º Crónicas 32:25 (DHH). Ezequías reprobó el examen y Dios le quitó su bendición. No cabe duda de que en este tiempo de crisis Dios está probando los corazones de sus hijos prosperándolos económicamente. La bendición es una prueba. Si has recibido un beneficio especial del cielo asegúrate de corresponder de la misma manera.  

Dios nos honra al probarnos. No se dice que Dios haya probado a Lot. No era necesario, la ciudad de pecado lo hizo y cedió ante la prueba. Lot nunca llegó a semejante altura espiritual como para ser probado por Dios. En cambio, Sodoma no ofrecía ninguna tentación para Abraham. El estado de su alma estaba en condiciones de ser probado por Dios. Entonces, le pidió a su ‘Isaac’. No basta con decir: “Señor, Señor” o “Señor te amo”. Es preciso demostrarlo: Demuéstrale a Dios que para ti él es lo más importante…”, Proverbios 3:9 (TLA). Nuestro corazón tiene ser probado a fondo para comprobar que no exista hipocresía o falsa profesión. Dios dice: “… Hijo mío, dame tu corazón…, Proverbios 23:26 (NTV). No dice: “dame tu intelecto, tus talentos o tu dinero”. Dice: “dame tu corazón”. Por tal motivo, Dios pondrá su mano sobre todo aquello que toque muy de cerca nuestro corazón. Dios le dijo a Abraham: “Toma a tu hijo, tu único hijo, sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes… que yo te mostraré”, Génesis 22:2 (NTV). Aparentemente Isaac estaba tomando el lugar de Dios en el corazón de Abraham. Isaac era su debilidad. Lo había concebido en su vejez y sentía una predilección especial por el muchacho. Fue entonces cuando Dios intervino y le pidió que se lo entregara. La intención de Dios nunca fue hacerle daño a Isaac; solo quería destronar a su hijo del corazón de Abraham. Cuando el patriarca superó la prueba fue considerado amigo de Dios. Con harta frecuencia nos negamos a darle a Dios nuestros bienes por temor a perderlos, especialmente cuando dichos tesoros son miembros de nuestra familia. Pero no tenemos razón para temer. Nuestro Señor no vino para destruir sino para salvar. Todo lo que encomendamos al cuidado de Dios está seguro. La verdad es que no hay nada que esté realmente seguro si no se lo encomendamos a Él.

Evaluemos nuestra relación con Dios porque tarde o temprano nos pedirá aquello que se interponga en esa relación. ¡No existe forma de complacer a Dios si no estamos dispuestos a hacer su voluntad! Y hacer la voluntad de Dios muchas veces duele. Ahora bien, cuando Dios pida tu ‘Isaac’ entrégaselo inmediatamente: “Me apresuraré sin demora a obedecer tus mandatos”, Salmo 119:60 (NTV). La demora hace más difícil la obediencia. La fe no se sienta a evaluar las consecuencias; al contrario, confía en Dios y obedece. Dios le dijo a Abraham: “Toma ahora tu hijo… Isaac, a quien amas…” (Génesis 22:2); no el año que viene, ni el próximo mes, ni la semana siguiente sino AHORA. Este mandamiento le llegó de noche y “muy de mañana” (Génesis 22:3) salió camino del monte a cumplir su misión. Abraham pudo hacer eso porque ya había dispuesto a hacer la voluntad de Dios, cueste lo que cueste. ¿Deseas ser una persona bendecida? ¿Aspiras a ser un instrumento poderoso en las manos de Dios? Cumple Su voluntad, aunque no te guste. Y no lo veas como algo malo. El sufrimiento que proviene de la obediencia es bendición: “… Es posible que sufran por hacer el bien. Si eso sucede… ¡están bendecidos!... Dios los bendecirá”, 1ª Pedro 3:14 (PDT, TLA). No es inusual que Dios nos pida lo que más nos cuesta darle. Pruebas ordinarias de amor no le bastan. Dios mismo no se contentó con darnos una prueba ordinaria de su amor, nos dio a su Hijo. Y nosotros, ¿no deberíamos también dar pruebas bien notables de nuestro amor al que así nos ha amado, aun estando muertos en pecados?

Al ofrecer a Isaac, Abraham demostró ser un verdadero adorador. “Abraham dijo a sus siervos: “quédense aquí… El muchacho y yo iremos… y adoraremos a Dios…”, Génesis 22:5 (PDT). La adoración de Abraham fue recibida por Dios porque fue sudorosa, al igual que la de Ana, quien fue al templo y entregó su único hijo: “… Y allí adoró al Señor, 1º Samuel 1:28 (RVC). Una ofrenda sin sacrificio no es verdadera adoración. Lo que hace valiosa la adoración de estas personas es la vista puesta en Dios y no en su ofrenda o servicio, por más significativa que sea. Dios es más importante que el servicio que le prestamos. Si amamos a nuestro jefe, poco importa si somos llamados a limpiar sus botas o a conducir su coche. En cambio, si nos miramos a nosotros mismos preferiremos ser chofer antes que limpiar sus zapatos. Lo mismo sucede en nuestro servicio para Dios. Si lo amamos de verdad, poco importará si somos llamados a fundar iglesias o fabricar tiendas. Piensa en los ángeles. Poco les importa si son llamados a desbaratar un ejército o a proteger a un creyente. Se ha dicho que si dos ángeles fueran enviados, uno a regir un imperio y el otro a limpiar las calles no se pelearían por el trabajo. Si esto es verdad para los ángeles, ¿no debería serlo también para nosotros? El verdadero adorador es un servidor al que poco le interesa lo que Dios le pida hacer, con tal de agradarlo.

Nota. Abraham obedeció y con eso demostró que odiaba más el pecado de desobediencia a Dios, que lo que amaba a su propio hijo. Demostró su fe y su amor por Dios con sus obras. En cambio, Jonás aunque dijo ser hebreo y temer a Dios (Jonás 1:9) en realidad, por su desobediencia, demostró que no lo respetaba. Una cosa es decir “Señor te amo” y otra muy diferente es “amarlo”. La fe se demuestra siempre por las obras y, el temor de Dios por sus frutos: “Abraham fue declarado justo ante Dios por sus acciones cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar”, Santiago 2:21 (NTV). Es fácil decir “aunque todos pierdan la fe en ti, yo nunca lo haré… aun si tengo que morir contigo, nunca te negaré…” (Mateo 26:33-35, PDT). ¡Pero se trata de cumplir y no solo de prometer! Cuando Pedro fue puesto a prueba quedó aplastado. No así Abraham, quien determinado a obedecer, fue al monte y estuvo dispuesto a ofrecer lo más precioso que tenía en esta tierra. La fe no alardea de lo que puede hacer por Dios sino que va y obedece sin excusas. Esa clase de adoración agrada al Señor.