La niñez, una etapa vital y determinante 30/07/23 #1258
Episode 280, Jul 30, 2023, 01:14 PM
Pastora Silvia Cinalli
30/07/23
30/07/23
La niñez, una etapa vital y determinante
La niñez es una etapa vital y determinante; esto lo entendemos intelectualmente pero no lo dimensionamos espiritualmente. Pensemos en el A.T. El Faraón propuso que los adultos sirvieran a Dios en el desierto, siempre y cuando dejaran a los niños en Egipto. “…Faraón dijo: vayan a adorar al SEÑOR su Dios. Pero, ¿exactamente quiénes irán…? Iremos todos, contestó Moisés…El Faraón replicó: ¡Verdaderamente necesitarán que el SEÑOR esté con ustedes si dejo que se lleven a sus hijos pequeños!...”, Éxodo 10:8-9, NTV. “..¡Así que piensan que los dejaré ir con sus niños!...”, Éxodo 10:10, BAD2010. Solemos pasar por alto este pasaje bíblico, sin entender que se repite la batalla por la libertad de nuestros hijos en la presente generación. Este es el ofrecimiento que hace Satanás hoy en día a cada familia: ¡Vayan a la iglesia, sirvan a Dios pero dejen a sus hijitos en el confort del hogar; que estudien, duerman y descansen! Y, pensando que los amamos, consentimos con el infierno.
El trabajo espiritual de los padres durante la niñez de sus hijos es irremplazable. El discipulado que realiza la iglesia con los niños es subsidiario al que hacen los padres en el hogar. Un título universitario es bueno, pero debemos entender que no transformará a nuestros niños en adultos vencedores. Tenemos que hacer más, mucho más. Y con esto no desestimamos la capacitación, pero el más grande objetivo de los padres cristianos debe ser que sus hijos se destaquen en el mundo espiritual. Se vaticina que los CEOs de la generación Zeta (entre 1996 y 2010) serán hábiles comunicadores, con capacidades creativas y buenos líderes para la gente. ¡Quién mejor que un hijo de Dios lleno del Espíritu Santo, fortalecido por una dimensión espiritual creciente! Un título, una especialización se puede lograr en dos, tres o cuatro años; en cualquier momento de la vida. Pero el desarrollo del carácter solo puede ser forjado en la niñez. Un dato interesante: únicamente el 6% de una gran encuesta entre líderes actuales declaró que el éxito de sus carreras radicaba en el título universitario. El resto mencionó habilidades relacionales y personales como pilares de su eficacia. Los que van a liderar las grandes empresas no serán los mejores alumnos ni los más eruditos, sino los que posean habilidades blandas. ¿Qué son las habilidades blandas y de dónde surge el concepto?
Las habilidades blandas son aquellas capacidades que determinan el verdadero avance de una empresa, casa o ministerio. Podemos mencionar la inteligencia emocional, la capacidad de encontrar una solución creativa a un problema difícil, la resiliencia o habilidad de fortalecerse en las dificultades, el aplomo en medio del caos, la posibilidad de hacer cambios pensados innovando en las estructuras sin generar resistencias ni enemistades. Estas habilidades blandas pueden mejorar con la experiencia, pero si ese niño/joven tiene sentido de propósito y visión espiritual, crecerá con mayor aplomo en todos estos aspectos interiores, intangibles pero sumamente valiosos, tanto en el terreno de lo espiritual como aspectos sociales diversos.
El concepto de habilidades blandas surgió en los años 70, en el ámbito militar. El ejército estadounidense notó que sus mejores tropas no eran las más capacitadas con el armamento o maquinarias, sino aquellas con habilidades diferentes, como la resolución de conflictos, la responsabilidad personal, la empatía, el entusiasmo, el trabajo en equipo, etc. Nuestros hijos necesitan urgentemente que los guiemos en este laberinto de redes, informaciones, modos de vida y alternativas como jamás antes existieron. Debemos darles un rumbo definido y una transcendencia hacia lo eterno. ¡Debes edificar el carácter espiritual de tus hijos haciendo que se enamoren del Señor, que sepan que con Él avanzarán y el cielo los ayudará! No solo enseñanza, es oración por ellos y con ellos. Es practicar las disciplinas espirituales en el hogar y que ellos formen parte. Es darle seriedad, solemnidad y verdadera honra al Señor. Mi vida espiritual no comenzó en un aula sino al lado de la cama de mi madre. Ella estaba enferma de cáncer, con crisis terribles de dolor. Mi hermanita de 7 años y yo de 11 orábamos con todo el corazón, cada vez que tenía crisis de dolor. Y ella mejoraba. Vivimos el poder de la oración cada vez que invocábamos Su Nombre. Ayunábamos siendo preadolescentes y nos costaba muchísimo, pero experimentábamos el poder del Señor. ¡Tus adversidades pueden transformarse en bendiciones, si involucras al Señor en ellas! Ten en cuenta a los niños para orar, para interceder, para buscar juntos el rostro del Señor.
A lo largo de los siglos, la sociedad ha ignorado, explotado o abusado de los niños. Sin embargo, la Biblia les da una importancia muy grande. Veamos:
1) Los niños participaban de las convocaciones o asambleas de los adultos. “…convoquen al pueblo a una reunión solemne. Reúnan a toda la gente: ancianos, niños y aun los bebés…”, Joel 2:15-16, NTV. ¿Qué significa? Que la misma palabra era impartida en ellos. Así debemos hacer en la iglesia. El mismo alimento que Dios da a los adultos debemos entregarles a los niños. Claro, con adaptaciones para respetar su capacidad de comprensión, pero debe ser la misma palabra.
2) El ayuno era para los adultos, pero también para los niños. “…Proclamen un tiempo de ayuno…Reúnan a toda la gente: ancianos, niños y aun los bebés”, Joel 2:15-16, NTV. En Nínive el rey decretó un día de humillación, arrepentimiento y ayuno: “…Que nadie tome ningún alimento. Que tampoco se dé de comer ni de beber al ganado y a los rebaños”, Joel 3:7, DHH 2002.
3) La oración e intercesión era para los adultos y para los niños. Juntos clamaban por la misericordia y la protección: “…di órdenes de que todos ayunáramos y nos humilláramos ante nuestro Dios. En oración le pedimos a Dios que nos diera un buen viaje y nos protegiera en el camino tanto a nosotros como a nuestros hijos y nuestros bienes”, Esdras 8:21, NTV.
4) La adoración y la alabanza involucraba a los niños. El Salmo 8:2 dice: “Los bebés y los niños te cantan canciones de alabanza. Tú les diste estas canciones poderosas para silenciar a tus enemigos”, PDT.
Fallamos y mucho. Los padres dicen que trabajan por el bien de sus hijos, pero no velan con toda pasión por el futuro espiritual. No bregan para que tengan encuentros de primera mano con Dios. Entregan el destino de gloria por unas monedas. Ganan más, pero pierden mucho. ¿Es difícil criar hijos para Dios? Es imposible, por eso estamos en la era del Espíritu Santo. Lo necesitamos para cumplir esta titánica tarea.
¿Cuál es el idioma espiritual de tu casa? ¿Qué importancia tiene la oración, el ayuno, las vigilias, el buscar juntos la guía del Señor y el adorarlo como familia? Seamos sinceros. La televisión y el resto de las tecnologías ocupan el tiempo y las energías. No es que no hay tiempo. Dejamos que nos roben las oportunidades. Nos masificamos. Entes consumidores y no agentes transformadores.
Comencemos a cambiar los ambientes y, ¡eso empieza con los padres! ¿Cuántos padres sienten pasión por la evangelización? ¿Cuántos destacan las bondades de Cristo en la cruz en el seno de su hogar? ¿De qué hablas con tus hijos cuando los llevas al colegio? ¿Los motivas a la búsqueda del Señor con dulzura? Si tu lenguaje no es de adoración, no esperes que sea el lenguaje de tus hijos.
La iglesia existe para predicar y consolidar. Pero el enfoque hoy se ha tergiversado. Se ofrecen milagros, sanidades y restauraciones a precio de ganga. No se predica el arrepentimiento, la búsqueda en santidad ni el esfuerzo por el avance del reino de Jesucristo. Comodidad y conformismo. Pero ese evangelio no es bíblico y decepciona. De ahí que, después de unos meses o años, esos adultos que llegaron al camino de la fe se convierten en cristianos bonsái, encerrados en templos, con el alma deseosa de todo tipo de placeres y la mente saturada de estructuras del mundo. Vinieron por un milagro, pero el milagro no satisface, vinieron por un poco de paz, pero la paz no permanece. ¡Si no se santifican en la presencia del Señor nada bueno se desatará de manera permanente! Dios jamás será un anexo y, su presencia jamás quedará encerrada en un templo o en una religión. Si quieren hijos que realmente se destaquen y cuenten con el favor de Dios no creas que eso será gratis. El compromiso de todo tu ser es el requisito previo. Y la dependencia al Señor el condimento necesario de cada día. No existen atajos y no te recomiendo caminos alternativos.
“Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él”, Proverbios 22:6, LBLA. “Consagración de joven… aun después que envejeciere, no se apartará de él”, Proverbios 22:6, Jünemann.
¿Cuál es el gran error de los padres? No buscan de todo corazón la consagración de sus hijos al Señor. Anulan el destino espiritual y ciegan el futuro de bendición. ¿Eres consciente que tu falta de entendimiento espiritual impide el fluir de Dios sobre tus hijos? Algunos no sirven en la iglesia, pero tampoco sirven al Señor en sus hogares. ¿Son buenos padres o madres porque llevan a sus hijos a todo tipo de actividades y los impulsan a estudiar? ¿Qué les asegura la Biblia a los hijos consagrados al Señor? “Procuren estar en paz con todos y llevar una vida de consagrados; sin ello nadie verá al Señor. Manténganse vigilantes…”, Hebreos 12:14-15, BLPH. La consagración a Dios les asegura el triunfo en todas las áreas. Si las cosas van bien, avanzarán mucho más rápido con la asistencia del Señor. Cuando las cosas vayan mal, la resiliencia espiritual les permitirá salir fortalecidos y más determinados. ¡Cuentan con la ayuda del Espíritu Santo! Nada los destruirá sino que todo, incluso las adversidades los fortalecerá. ¿A quién acudirán si no es al Señor? Pero hoy los padres escuchan a los psicólogos, a los psiquiatras, a los especialistas no cristianos, a los gurúes mediáticos y no el consejo de la Palabra. Ponen a cualquiera por encima de la Palabra de Dios y esto no está dando resultado. ¡Jamás lo dará!
El mal de los creyentes es aceptar las mentiras del mentiroso. Creen que si descollan en un área, eso les asegurará felicidad y todo lo demás también irá bien. Recuerdo un pastor que crió a su hijo con el ideal del médico. ¿Qué pasó con su hijo? Se convirtió en médico. ¿Dónde está el problema? En que esa fue su única pasión. Su vida personal fue un desastre y su vida espiritual inexistente. Fracasó en su matrimonio, fracasó en la relación que siguió. El sentido de soledad y el orgullo de sus logros profesionales acabaron con toda sensibilidad espiritual. Ahora es un viejo, tan pobre que lo único que tiene es su trabajo. ¿Eso quieres para tu hijo? Necesitas prepararlo para el siglo XXI. Alimentar su fe, instruir su mente en el sentido espiritual, capacitarlo en las disciplinas espirituales para que persevere y Cristo sea el centro de todo, siempre. Enséñale a vivir con alegría la vida cristiana.
Nadie es más bueno que Dios. Dios es alegre. Dios es sabio. Dios es nuestro amigo que siempre nos ayuda. Dios nos otorga sabiduría. Dios nos defiende. Podemos confiar en él porque nos ama entrañablemente.
Dios es bueno: “…Solo Dios es bueno”, Marcos 10:18, TLA. , “… porque bueno y recto es el Señor”, Salmo 25:8. “Señor, eres bueno y perdonador…”, Salmo 86:5.
Dios es alegre: “…el SEÑOR tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos”, Sofonías: 3:17, NVI.
Dios es sabio: “Con Dios está la sabiduría y el poder”, Job 12:13. “En él (Dios) están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento”, Colosenses 2:3, NTV.
Dios es nuestro amigo: “…Ustedes ahora son mis amigos…”, Juan 15:15, NTV..
Dios nos otorga sabiduría: “Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla”, Santiago 1:5, NTV.
Dios nos defiende: “…el ángel del SEÑOR es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen”, Salmo 34:7, NTV.
Dios nos ama: “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos”, 1a Juan 3:1, NTV.
¡Vivamos esta realidad profunda y simple para guiar a otros en este camino! Dios le aseguró a Abraham que el cumplimiento de las promesas que le había hecho serían consecuencias de su conducta obediente en el hogar. Si enseñaba a sus hijos y a toda su familia a caminar con el Señor, lo prometido sería real: “Para eso lo elegí, para que les ordene (enseñe) a sus hijos y a toda su familia que me obedezcan, y que hagan lo que es bueno y justo. Si Abraham lo hace así, yo cumpliré con todo lo que le he prometido”, Génesis 18:19, TLA. ¿Estaremos anulando promesas por no educar a nuestra familia en los caminos del Señor? No enseñamos porque no amamos. No amamos a Dios y tampoco amamos su obra. Por eso no les inculcamos el valor de compartir la fe con los que le rodean. Privamos a nuestros hijos de la alegría que produce el evangelizar. ¿Les daremos a nuestros niños la posibilidad de compartir su fe y cosechar milagros extraordinarios?
“No hay nada que me cause más alegría que oír que mis hijos siguen la verdad”, 3a Juan 1:4, NTV. El anciano Juan sabía qué era lo más importante. Su partida estaba cercana y quería volver a ver a todos los que amaba. ¿Dónde? En el cielo. Sus hijos se volverían a reunir con él, si seguían el camino del Señor. ¿Y en tu caso? ¿Qué pasará con los que amas? Todos nosotros nacimos en pecado y perdición. A menos que nos encontremos con Cristo nuestro destino será la eterna perdición. Hebreos asegura: “…este mundo no es nuestro hogar permanente; esperamos el hogar futuro”, Hebreos 13:14, NTV. No criemos a nuestros hijos solo para los próximos años, forjemos su carácter para servir al Señor con pasión y encontrarnos con ellos en la eternidad. Suya es la palabra, nuestra la obediencia.
El trabajo espiritual de los padres durante la niñez de sus hijos es irremplazable. El discipulado que realiza la iglesia con los niños es subsidiario al que hacen los padres en el hogar. Un título universitario es bueno, pero debemos entender que no transformará a nuestros niños en adultos vencedores. Tenemos que hacer más, mucho más. Y con esto no desestimamos la capacitación, pero el más grande objetivo de los padres cristianos debe ser que sus hijos se destaquen en el mundo espiritual. Se vaticina que los CEOs de la generación Zeta (entre 1996 y 2010) serán hábiles comunicadores, con capacidades creativas y buenos líderes para la gente. ¡Quién mejor que un hijo de Dios lleno del Espíritu Santo, fortalecido por una dimensión espiritual creciente! Un título, una especialización se puede lograr en dos, tres o cuatro años; en cualquier momento de la vida. Pero el desarrollo del carácter solo puede ser forjado en la niñez. Un dato interesante: únicamente el 6% de una gran encuesta entre líderes actuales declaró que el éxito de sus carreras radicaba en el título universitario. El resto mencionó habilidades relacionales y personales como pilares de su eficacia. Los que van a liderar las grandes empresas no serán los mejores alumnos ni los más eruditos, sino los que posean habilidades blandas. ¿Qué son las habilidades blandas y de dónde surge el concepto?
Las habilidades blandas son aquellas capacidades que determinan el verdadero avance de una empresa, casa o ministerio. Podemos mencionar la inteligencia emocional, la capacidad de encontrar una solución creativa a un problema difícil, la resiliencia o habilidad de fortalecerse en las dificultades, el aplomo en medio del caos, la posibilidad de hacer cambios pensados innovando en las estructuras sin generar resistencias ni enemistades. Estas habilidades blandas pueden mejorar con la experiencia, pero si ese niño/joven tiene sentido de propósito y visión espiritual, crecerá con mayor aplomo en todos estos aspectos interiores, intangibles pero sumamente valiosos, tanto en el terreno de lo espiritual como aspectos sociales diversos.
El concepto de habilidades blandas surgió en los años 70, en el ámbito militar. El ejército estadounidense notó que sus mejores tropas no eran las más capacitadas con el armamento o maquinarias, sino aquellas con habilidades diferentes, como la resolución de conflictos, la responsabilidad personal, la empatía, el entusiasmo, el trabajo en equipo, etc. Nuestros hijos necesitan urgentemente que los guiemos en este laberinto de redes, informaciones, modos de vida y alternativas como jamás antes existieron. Debemos darles un rumbo definido y una transcendencia hacia lo eterno. ¡Debes edificar el carácter espiritual de tus hijos haciendo que se enamoren del Señor, que sepan que con Él avanzarán y el cielo los ayudará! No solo enseñanza, es oración por ellos y con ellos. Es practicar las disciplinas espirituales en el hogar y que ellos formen parte. Es darle seriedad, solemnidad y verdadera honra al Señor. Mi vida espiritual no comenzó en un aula sino al lado de la cama de mi madre. Ella estaba enferma de cáncer, con crisis terribles de dolor. Mi hermanita de 7 años y yo de 11 orábamos con todo el corazón, cada vez que tenía crisis de dolor. Y ella mejoraba. Vivimos el poder de la oración cada vez que invocábamos Su Nombre. Ayunábamos siendo preadolescentes y nos costaba muchísimo, pero experimentábamos el poder del Señor. ¡Tus adversidades pueden transformarse en bendiciones, si involucras al Señor en ellas! Ten en cuenta a los niños para orar, para interceder, para buscar juntos el rostro del Señor.
A lo largo de los siglos, la sociedad ha ignorado, explotado o abusado de los niños. Sin embargo, la Biblia les da una importancia muy grande. Veamos:
1) Los niños participaban de las convocaciones o asambleas de los adultos. “…convoquen al pueblo a una reunión solemne. Reúnan a toda la gente: ancianos, niños y aun los bebés…”, Joel 2:15-16, NTV. ¿Qué significa? Que la misma palabra era impartida en ellos. Así debemos hacer en la iglesia. El mismo alimento que Dios da a los adultos debemos entregarles a los niños. Claro, con adaptaciones para respetar su capacidad de comprensión, pero debe ser la misma palabra.
2) El ayuno era para los adultos, pero también para los niños. “…Proclamen un tiempo de ayuno…Reúnan a toda la gente: ancianos, niños y aun los bebés”, Joel 2:15-16, NTV. En Nínive el rey decretó un día de humillación, arrepentimiento y ayuno: “…Que nadie tome ningún alimento. Que tampoco se dé de comer ni de beber al ganado y a los rebaños”, Joel 3:7, DHH 2002.
3) La oración e intercesión era para los adultos y para los niños. Juntos clamaban por la misericordia y la protección: “…di órdenes de que todos ayunáramos y nos humilláramos ante nuestro Dios. En oración le pedimos a Dios que nos diera un buen viaje y nos protegiera en el camino tanto a nosotros como a nuestros hijos y nuestros bienes”, Esdras 8:21, NTV.
4) La adoración y la alabanza involucraba a los niños. El Salmo 8:2 dice: “Los bebés y los niños te cantan canciones de alabanza. Tú les diste estas canciones poderosas para silenciar a tus enemigos”, PDT.
Fallamos y mucho. Los padres dicen que trabajan por el bien de sus hijos, pero no velan con toda pasión por el futuro espiritual. No bregan para que tengan encuentros de primera mano con Dios. Entregan el destino de gloria por unas monedas. Ganan más, pero pierden mucho. ¿Es difícil criar hijos para Dios? Es imposible, por eso estamos en la era del Espíritu Santo. Lo necesitamos para cumplir esta titánica tarea.
¿Cuál es el idioma espiritual de tu casa? ¿Qué importancia tiene la oración, el ayuno, las vigilias, el buscar juntos la guía del Señor y el adorarlo como familia? Seamos sinceros. La televisión y el resto de las tecnologías ocupan el tiempo y las energías. No es que no hay tiempo. Dejamos que nos roben las oportunidades. Nos masificamos. Entes consumidores y no agentes transformadores.
Comencemos a cambiar los ambientes y, ¡eso empieza con los padres! ¿Cuántos padres sienten pasión por la evangelización? ¿Cuántos destacan las bondades de Cristo en la cruz en el seno de su hogar? ¿De qué hablas con tus hijos cuando los llevas al colegio? ¿Los motivas a la búsqueda del Señor con dulzura? Si tu lenguaje no es de adoración, no esperes que sea el lenguaje de tus hijos.
La iglesia existe para predicar y consolidar. Pero el enfoque hoy se ha tergiversado. Se ofrecen milagros, sanidades y restauraciones a precio de ganga. No se predica el arrepentimiento, la búsqueda en santidad ni el esfuerzo por el avance del reino de Jesucristo. Comodidad y conformismo. Pero ese evangelio no es bíblico y decepciona. De ahí que, después de unos meses o años, esos adultos que llegaron al camino de la fe se convierten en cristianos bonsái, encerrados en templos, con el alma deseosa de todo tipo de placeres y la mente saturada de estructuras del mundo. Vinieron por un milagro, pero el milagro no satisface, vinieron por un poco de paz, pero la paz no permanece. ¡Si no se santifican en la presencia del Señor nada bueno se desatará de manera permanente! Dios jamás será un anexo y, su presencia jamás quedará encerrada en un templo o en una religión. Si quieren hijos que realmente se destaquen y cuenten con el favor de Dios no creas que eso será gratis. El compromiso de todo tu ser es el requisito previo. Y la dependencia al Señor el condimento necesario de cada día. No existen atajos y no te recomiendo caminos alternativos.
“Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él”, Proverbios 22:6, LBLA. “Consagración de joven… aun después que envejeciere, no se apartará de él”, Proverbios 22:6, Jünemann.
¿Cuál es el gran error de los padres? No buscan de todo corazón la consagración de sus hijos al Señor. Anulan el destino espiritual y ciegan el futuro de bendición. ¿Eres consciente que tu falta de entendimiento espiritual impide el fluir de Dios sobre tus hijos? Algunos no sirven en la iglesia, pero tampoco sirven al Señor en sus hogares. ¿Son buenos padres o madres porque llevan a sus hijos a todo tipo de actividades y los impulsan a estudiar? ¿Qué les asegura la Biblia a los hijos consagrados al Señor? “Procuren estar en paz con todos y llevar una vida de consagrados; sin ello nadie verá al Señor. Manténganse vigilantes…”, Hebreos 12:14-15, BLPH. La consagración a Dios les asegura el triunfo en todas las áreas. Si las cosas van bien, avanzarán mucho más rápido con la asistencia del Señor. Cuando las cosas vayan mal, la resiliencia espiritual les permitirá salir fortalecidos y más determinados. ¡Cuentan con la ayuda del Espíritu Santo! Nada los destruirá sino que todo, incluso las adversidades los fortalecerá. ¿A quién acudirán si no es al Señor? Pero hoy los padres escuchan a los psicólogos, a los psiquiatras, a los especialistas no cristianos, a los gurúes mediáticos y no el consejo de la Palabra. Ponen a cualquiera por encima de la Palabra de Dios y esto no está dando resultado. ¡Jamás lo dará!
El mal de los creyentes es aceptar las mentiras del mentiroso. Creen que si descollan en un área, eso les asegurará felicidad y todo lo demás también irá bien. Recuerdo un pastor que crió a su hijo con el ideal del médico. ¿Qué pasó con su hijo? Se convirtió en médico. ¿Dónde está el problema? En que esa fue su única pasión. Su vida personal fue un desastre y su vida espiritual inexistente. Fracasó en su matrimonio, fracasó en la relación que siguió. El sentido de soledad y el orgullo de sus logros profesionales acabaron con toda sensibilidad espiritual. Ahora es un viejo, tan pobre que lo único que tiene es su trabajo. ¿Eso quieres para tu hijo? Necesitas prepararlo para el siglo XXI. Alimentar su fe, instruir su mente en el sentido espiritual, capacitarlo en las disciplinas espirituales para que persevere y Cristo sea el centro de todo, siempre. Enséñale a vivir con alegría la vida cristiana.
Nadie es más bueno que Dios. Dios es alegre. Dios es sabio. Dios es nuestro amigo que siempre nos ayuda. Dios nos otorga sabiduría. Dios nos defiende. Podemos confiar en él porque nos ama entrañablemente.
Dios es bueno: “…Solo Dios es bueno”, Marcos 10:18, TLA. , “… porque bueno y recto es el Señor”, Salmo 25:8. “Señor, eres bueno y perdonador…”, Salmo 86:5.
Dios es alegre: “…el SEÑOR tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos”, Sofonías: 3:17, NVI.
Dios es sabio: “Con Dios está la sabiduría y el poder”, Job 12:13. “En él (Dios) están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento”, Colosenses 2:3, NTV.
Dios es nuestro amigo: “…Ustedes ahora son mis amigos…”, Juan 15:15, NTV..
Dios nos otorga sabiduría: “Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla”, Santiago 1:5, NTV.
Dios nos defiende: “…el ángel del SEÑOR es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen”, Salmo 34:7, NTV.
Dios nos ama: “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos”, 1a Juan 3:1, NTV.
¡Vivamos esta realidad profunda y simple para guiar a otros en este camino! Dios le aseguró a Abraham que el cumplimiento de las promesas que le había hecho serían consecuencias de su conducta obediente en el hogar. Si enseñaba a sus hijos y a toda su familia a caminar con el Señor, lo prometido sería real: “Para eso lo elegí, para que les ordene (enseñe) a sus hijos y a toda su familia que me obedezcan, y que hagan lo que es bueno y justo. Si Abraham lo hace así, yo cumpliré con todo lo que le he prometido”, Génesis 18:19, TLA. ¿Estaremos anulando promesas por no educar a nuestra familia en los caminos del Señor? No enseñamos porque no amamos. No amamos a Dios y tampoco amamos su obra. Por eso no les inculcamos el valor de compartir la fe con los que le rodean. Privamos a nuestros hijos de la alegría que produce el evangelizar. ¿Les daremos a nuestros niños la posibilidad de compartir su fe y cosechar milagros extraordinarios?
“No hay nada que me cause más alegría que oír que mis hijos siguen la verdad”, 3a Juan 1:4, NTV. El anciano Juan sabía qué era lo más importante. Su partida estaba cercana y quería volver a ver a todos los que amaba. ¿Dónde? En el cielo. Sus hijos se volverían a reunir con él, si seguían el camino del Señor. ¿Y en tu caso? ¿Qué pasará con los que amas? Todos nosotros nacimos en pecado y perdición. A menos que nos encontremos con Cristo nuestro destino será la eterna perdición. Hebreos asegura: “…este mundo no es nuestro hogar permanente; esperamos el hogar futuro”, Hebreos 13:14, NTV. No criemos a nuestros hijos solo para los próximos años, forjemos su carácter para servir al Señor con pasión y encontrarnos con ellos en la eternidad. Suya es la palabra, nuestra la obediencia.