Escuchar lo que no debes te costará caro 11/6/2023 #1252
Episode 273, Jun 11, 2023, 08:26 PM
Pastor José Luis Cinalli
11/6/2023
Escuchar lo que no debes te costará caro
11/6/2023
Escuchar lo que no debes te costará caro
“Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: —Yo soy El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”… Vive en mi presencia (BAD)… obedéceme siempre (TLA)… sírveme con fidelidad… y Yo… garantizo darte una descendencia incontable”, Génesis 17:1-2 (NTV).
El Señor se presenta como “El-Shaddai, Dios Todopoderoso”, Dios omnipotente; Dios Todo suficiente; en definitiva, ¡el que todo lo puede! “¿Existe algo demasiado difícil… algo imposible para el Señor?”, Génesis 18:14 (NTV, PDT). “Sé que tú todo lo puedes, y que nadie puede detenerte”, Job 42:2 (NTV). “… No hay nada demasiado difícil para ti”, Jeremías 32:17 (PDT). “… Su poder hace temblar a todo el mundo…”, Deuteronomio 10:17 (TLA). “¡Para Dios nada es imposible… para Dios todo es posible!”, Lucas 1:37 y Marcos 10:27 (PDT). La palabra Shaddai significa “el que nutre, suple y satisface”. En otras palabras, El-Shaddai es Dios omnipotente en generosidades. El Dios suficiente para todo. El que derrama bendiciones continuamente y en abundancia. El-Shaddai le prometió a Abram ser padre de naciones cuando todavía no tenía hijo y además era humanamente imposible que lo tuviera. Y, ¿qué sucedió? Abram tuvo a Isaac. Dios no es escaso en bendecir. El Shaddai derrama bendiciones sobre nosotros y nos da vida en abundancia. Isaac bendijo a su hijo Jacob de la siguiente manera: “Que El-Shaddai te bendiga, te haga fructífero y… te conceda muchos hijos…”, Génesis 28:3 (DA, NTV). Y, ¿qué sucedió? El refugiado Jacob se transformó en un hombre rico y lleno de hijos: “El-Shaddai se me apareció… y me bendijo, diciéndome… Te haré fructífero y multiplicaré tu descendencia. Haré de ti una multitud de naciones…”, Génesis 48:3-4 (DA, NTV). Luego Jacob bendijo a José diciendo: “Que… Dios… te ayude; que el Todopoderoso (El-Shaddai, DA) te bendiga con bendiciones de los cielos de arriba, y con bendiciones de las aguas profundas de abajo…”, Génesis 49:25 (NTV). Y ¿qué sucedió? José se transformó en el segundo hombre más importante de todo Egipto. Así es nuestro Gran Dios ¡desmedidamente dadivoso!
Ahora bien, nosotros somos simiente de Abraham por la fe y por lo tanto también acreedores de la promesa de bendición que Dios le hizo, Gálatas 3:7. Las promesas de generosidad, abundancia, bendición y activación están disponibles para nosotros también. Pero cuidado, las bendiciones prometidas tienen un costo. El Todopoderoso y suficiente para proveer todas nuestras necesidades exige un compromiso total de nuestra parte: “… Vive en mi presencia (BAD)… obedéceme siempre (TLA)… y sírveme con fidelidad…”, Génesis 17:1 (NTV). Dios selló un pacto con Abram. La parte del patriarca era caminar en su presencia sirviéndolo de por vida y Dios le daría herederos, propiedades, poder y riqueza. Como verás, ¡el beneficio de caminar con Dios es una vida bendecida! Los contratos actuales suelen ser trueques equitativos. Damos y en reciprocidad recibimos algo de igual valor. Pero cuando acordamos ser parte de la familia de Dios sus bendiciones sobrepasan a lo que entregamos. ¡Que Dios extravagantemente generoso tenemos!
Observemos ahora el cambio de nombre. “Y no serás llamado más Abram (Padre Enaltecido); sino que tu nombre será Abraham (Padre de Multitud); porque Yo te haré padre de multitud de naciones. Te haré fecundo… de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes”, Génesis 17:5-6 (NBLH). Advierte la importancia de la confesión de fe. Nuestras palabras sí importan y además tienen poder. Abram significaba “Padre” o “Padre de muchos”; una verdadera humillación para un hombre que no era padre de nadie. Ahora Dios le cambia el nombre por Abraham “padre de muchedumbre de gente”. Era casi una locura para un hombre sin hijos tener ese nombre. Pensemos en la reacción de las personas cuando supieran que ahora el hombre que no tiene hijos sería llamado Abraham, el padre de muchas naciones. Sin embargo, lo que Dios quería era estimular la fe de Abraham. Cada vez que Abraham escuchara o pronunciara su nombre se acordaría de la promesa divina. Permite que las promesas que Dios te ha hecho y que expresaron su voluntad para tu vida se fijen en tu mente y gobiernen tu conversación. No te des un nombre por debajo de lo que Dios quiere de ti. ¿Te ves de la misma manera que Dios te ve? ¿La imagen que tienes de ti mismo está de acuerdo con lo que Dios dice de ti? Dios dice que somos santos, escogidos e hijos suyos. Somos hijos, somos amados y somos bendecidos. ¿Es esa la imagen que tienes de ti mismo?
¿Recuerdas lo que sucedió con los doce espías enviados a reconocer la tierra prometida? Diez de ellos entregaron un reporte sumamente negativo: “El pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas… ¡No podemos atacar a esa gente! Ellos son más fuertes que nosotros… y todos los hombres que vimos allá eran enormes… Al lado de ellos nos sentíamos como langostas, y así nos miraban ellos también”, Números 13:28 (NTV) y 31-33 (DHH). Moisés envió a los espías a hacer una tarea de inspección, pero ellos hicieron una tarea de introspección. El informe que dieron hablaba más de ellos que de la tierra que fueron a espiar. Ellos se consideraban a sí mismos como langostas. Ya ellos se veían como langostas, los otros los veían como langostas. ¡Qué diferentes eran Josué y Caleb! Dirigiéndose a toda la nación dijeron: “La tierra que hemos recorrido… es una tierra muy buena… el Señor nos… conducirá a esa tierra y nos la entregará… Ustedes hacen… mal en rebelarse contra el Señor y en temer a los habitantes de esa tierra. Nos los comeremos como si fueran pan, porque… con nosotros está el Señor; por lo tanto, no los teman”, Números 14:7-9 (BLPH). ¿Te das cuenta? Todo depende de la perspectiva que tengas de ti mismo y de tu confianza en Dios. Los diez espías decían: “nos comerán como langostas”; en cambio, Josué y Caleb dijeron: “los comeremos como si fueran pan”.
Reflexionemos. El mismísimo Dios les había prometido la tierra. Lo único que tenían que hacer era tomarla. Además tenían un líder que los desafiaba a confiar en el Señor y, como si fuera poco, Josué y Caleb trajeron un reporte positivo. Sin embargo, la nación toda siguió el consejo de diez personas negativas y sin fe. ¿No hacemos nosotros lo mismo? Tenemos cientos de promesas en la Biblia que nos aseguran que Dios estará con nosotros y que nunca nos abandonará. TENEMOS SU PALABRA Y TENEMOS SU PRESENCIA, y sin embargo nos rendimos ante las palabras de gente sin Dios, sin fe y sin esperanza que siempre vaticinan lo peor. En cierta oportunidad varias ranas viajaban por el bosque cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo muy profundo. Las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo para evaluar la situación. Llegaron a la conclusión de que no había posibilidades de sacarlas con vida por lo que recomendaron que se las dejara morir. Las dos ranas no hicieron caso de aquellos comentarios y siguieron saltando con todas sus fuerzas en un intento por salir. Finalmente, una de ellas aceptó la decisión de sus compañeras y se rindió. Se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando. La multitud de ranas insistían en que dejara de sufrir y simplemente aceptara la situación. Pero ella saltaba cada vez más fuerte hasta que finalmente salió. Una vez fuera del pozo, las demás ranas le preguntaron: “¿no escuchabas lo que te decíamos?”. La rana le explicó que era sorda y pensó que la estaban alentando por lo que se esforzaba cada vez más. La moraleja es muy clara: una palabra de aliento dicha a una persona que se siente desanimada podría ayudarla a ‘salir del pozo’; en cambio, una palabra destructiva a alguien que se encuentre desanimado podría hundirlo aún más.
¿Sientes miedo frente a los nuevos desafíos que la vida te presenta? ¿Alguien te atemorizó? ¿Aceptaste un mal diagnóstico como algo irreversible? ¿Cediste ante un pronóstico desalentador? Hiciste muy mal. Los que conquistan desafíos, alcanzan nuevas metas y viven bajo cielos abiertos son aquellos que no se rinden ante la desesperanza sino que perseveran en confiar en Dios. Ellos creen que pueden lograrlo porque Dios está con ellos y no se permiten estar bajo la influencia de los ‘profetas del desaliento’. ¡Basta de verte como langosta! Basta ya de decir que no podrás porque sí que lo harás. Si pones tu confianza en Dios nada puede salir mal. Enfrenta tus gigantes. Supera tus limitaciones. ¡Libérate de la mentalidad de langosta! ¡No te rindas ante los desalentadores pronósticos! No son a ellos a quienes debes escuchar. La Biblia dice: “… Todas las promesas del SEÑOR demuestran ser verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección”, 2º Samuel 22:31 (NTV). Ten cuidado con lo que escuchas y a quién escuchas. No existe nada demasiado difícil para el Señor. Lo único que tienes que hacer es orar, creer y confiar.