Armas de luz 12/03/23 #1239
Episode 260, Mar 12, 2023, 08:41 PM
Pastora Silvia Cinalli
12/03/23
Armas de luz
“…conscientes del tiempo en que vivimos… ya es hora de que despertemos del sueño… desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz. Vivamos con honestidad… y no…en glotonerías…borracheras…lujurias y lascivias…contiendas y envidias. Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo…”, Romanos 13:8-14, RVC.
¿Cómo revestirnos del Señor Jesucristo? Nos vestimos de Jesucristo:
1.- Por la conversión y el bautismo: “los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo”, Gálatas 3:27. ¿Has recibido a Cristo? ¿Es Jesucristo el Señor de tu vida? ¿Te has bautizado? Ten presente que para revestirte de Cristo necesitas confesarlo como tu Salvador y Dueño. Además, por medio del bautismo nos identificamos como seguidores de Jesucristo: “… En él (en Jesús) ustedes fueron también circuncidados. Pero no me refiero a la circuncisión física, sino a la circuncisión que nos hace Cristo, y que consiste en despojarnos de la naturaleza pecaminosa. Cuando ustedes fueron bautizados, fueron también sepultados con él, pero al mismo tiempo resucitaron con él, por la fe en el poder de Dios, que lo levantó de los muertos. Antes, ustedes estaban muertos en sus pecados; aún no se habían despojado de su naturaleza pecaminosa. Pero ahora, Dios les ha dado vida juntamente con él… Desarmó además a los poderes y las potestades, y los exhibió públicamente al triunfar sobre ellos en la cruz”, Colosenses 2:11-15, RVC.
12/03/23
Armas de luz
“…conscientes del tiempo en que vivimos… ya es hora de que despertemos del sueño… desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz. Vivamos con honestidad… y no…en glotonerías…borracheras…lujurias y lascivias…contiendas y envidias. Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo…”, Romanos 13:8-14, RVC.
¿Cómo revestirnos del Señor Jesucristo? Nos vestimos de Jesucristo:
1.- Por la conversión y el bautismo: “los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo”, Gálatas 3:27. ¿Has recibido a Cristo? ¿Es Jesucristo el Señor de tu vida? ¿Te has bautizado? Ten presente que para revestirte de Cristo necesitas confesarlo como tu Salvador y Dueño. Además, por medio del bautismo nos identificamos como seguidores de Jesucristo: “… En él (en Jesús) ustedes fueron también circuncidados. Pero no me refiero a la circuncisión física, sino a la circuncisión que nos hace Cristo, y que consiste en despojarnos de la naturaleza pecaminosa. Cuando ustedes fueron bautizados, fueron también sepultados con él, pero al mismo tiempo resucitaron con él, por la fe en el poder de Dios, que lo levantó de los muertos. Antes, ustedes estaban muertos en sus pecados; aún no se habían despojado de su naturaleza pecaminosa. Pero ahora, Dios les ha dado vida juntamente con él… Desarmó además a los poderes y las potestades, y los exhibió públicamente al triunfar sobre ellos en la cruz”, Colosenses 2:11-15, RVC.
2.- Por la santificación progresiva.¿Estás comprometido a vivir para Él? El avance en el camino de la fe requiere consagración absoluta. Es necesario que la voluntad propia se sujete al gobierno de Cristo: “…despójense de su vieja naturaleza…renuévense en… su mente y revístanse de la nueva naturaleza…desechen la mentira… No pronuncien ninguna palabra obscena… No entristezcan al Espíritu Santo… Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad… sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo”, Efesios 4:22-32, RVC.
¿Cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida? “La voluntad de Dios es que ustedes sean santificados, que se aparten de toda inmoralidad sexual, que cada uno de ustedes sepa tener su propio cuerpo en santidad y honor, y no en pasiones desordenadas, como la gente que no conoce a Dios”, 1a Tesalonicenses 4:3-5, RVC.
“… hagan morir...todo lo…terrenal: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia… deben abandonar también la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia y las conversaciones obscenas… pues ya ustedes se han despojado de la vieja naturaleza …y se han revestido de la nueva naturaleza… que se va renovando a imagen de (Cristo)…revístanse de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia…revístanse de amor, que es el vínculo perfecto”, Colosenses 3:5-14, RVC.
Del mismo modo que un soldado sin armas no puede hacer las mismas hazañas que uno bien equipado, tampoco un cristiano carnal podrá llevar a cabo las obras que un creyente entregado, consagrado y santificado. El cristiano carnal, está ciego y no entiende el peligro que corre por sus pecados no confesados. Por eso no lucha, no sirve, y si lo hace no prospera. El cristiano carnal se apoya en los dones, los talentos o la experiencia. Pero en lo único que debemos apoyarnos es el Señor: “…hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”, Efesios 6:10, VRV60. De ahí la importancia de la comunión. Toda obra para Dios está plagada de dificultades. Y para avanzar no podemos luchar en la carne, debemos emplear las armas espirituales.
¿Cuáles son las armas de la luz?
Todos hemos oído de la armadura del cristiano. Pablo describe las armas espirituales empleando como ejemplo la vestimenta de la guardia pretoriana. Pero, ¿qué significa vestirnos con las armas de la luz? Pues lo mismo.
“…revistámonos de las armas de la luz… revistámonos del Señor Jesucristo…”, Romanos 13:8-14, RVC.
“…antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz!”, Efesios 5:8, NTV.
“…Revístanse de toda la armadura de Dios…La batalla…es contra… los que gobiernan las tinieblas… ¡contra huestes espirituales de maldad…! Por lo tanto…echen mano de toda la armadura de Dios…manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de justicia y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. Además… protéjanse con el escudo de la fe… Cúbranse con el casco de la salvación, y esgriman la espada del Espíritu…Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y manténganse atentos, siempre orando por todos los santos”, Efesios 6:10-18, RVC.
¿Cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida? “La voluntad de Dios es que ustedes sean santificados, que se aparten de toda inmoralidad sexual, que cada uno de ustedes sepa tener su propio cuerpo en santidad y honor, y no en pasiones desordenadas, como la gente que no conoce a Dios”, 1a Tesalonicenses 4:3-5, RVC.
“… hagan morir...todo lo…terrenal: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia… deben abandonar también la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia y las conversaciones obscenas… pues ya ustedes se han despojado de la vieja naturaleza …y se han revestido de la nueva naturaleza… que se va renovando a imagen de (Cristo)…revístanse de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia…revístanse de amor, que es el vínculo perfecto”, Colosenses 3:5-14, RVC.
Del mismo modo que un soldado sin armas no puede hacer las mismas hazañas que uno bien equipado, tampoco un cristiano carnal podrá llevar a cabo las obras que un creyente entregado, consagrado y santificado. El cristiano carnal, está ciego y no entiende el peligro que corre por sus pecados no confesados. Por eso no lucha, no sirve, y si lo hace no prospera. El cristiano carnal se apoya en los dones, los talentos o la experiencia. Pero en lo único que debemos apoyarnos es el Señor: “…hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”, Efesios 6:10, VRV60. De ahí la importancia de la comunión. Toda obra para Dios está plagada de dificultades. Y para avanzar no podemos luchar en la carne, debemos emplear las armas espirituales.
¿Cuáles son las armas de la luz?
Todos hemos oído de la armadura del cristiano. Pablo describe las armas espirituales empleando como ejemplo la vestimenta de la guardia pretoriana. Pero, ¿qué significa vestirnos con las armas de la luz? Pues lo mismo.
“…revistámonos de las armas de la luz… revistámonos del Señor Jesucristo…”, Romanos 13:8-14, RVC.
“…antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz!”, Efesios 5:8, NTV.
“…Revístanse de toda la armadura de Dios…La batalla…es contra… los que gobiernan las tinieblas… ¡contra huestes espirituales de maldad…! Por lo tanto…echen mano de toda la armadura de Dios…manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de justicia y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. Además… protéjanse con el escudo de la fe… Cúbranse con el casco de la salvación, y esgriman la espada del Espíritu…Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y manténganse atentos, siempre orando por todos los santos”, Efesios 6:10-18, RVC.
Tenemos dos frentes de combate. Un frente visible con conflictos diarios de diversa índole. Y, un frente invisible que requiere armamento espiritual apropiado para avanzar y vencer. En la epístola a los Efesios se presenta al dominio satánico como una jerarquía enemiga bien organizada. Para vencer necesitamos depender del Señor, armarnos espiritualmente y sostenernos en oración. Estos enemigos poderosos, ¿quiénes son? Demonios con distintos rangos y jerarquías. Y, si queremos triunfar, debemos vestirnos de la cabeza a los pies con la “armadura de Dios”; que en el mundo espiritual constituyen ‘las armas de la luz’. Estas armas, activas por la oración, hacen huir las tinieblas.
Cristo triunfó, es verdad; pero la lucha prosigue en cada cristiano. La armadura es clave. Pablo saca la imagen del soldado pretoriano para hacernos ver la importancia de cada área bajo el señorío de Cristo.
“…Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios… así como el calzado de la paz que proviene de la Buena Noticia…Además… levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo… Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu…Oren…en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones…”, Efesios 6:14-18, NTV. Las piezas de la armadura son:
El cinto de la verdad representa a Cristo. Juan 14:6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida…”, VRV. Es la verdad aceptada en Cristo y la verdad proclamada en el testimonio cristiano. Vestirnos con la verdad cristiana, tanto en el aspecto intelectual como en la vida práctica significa glorificar al Señor en pensamiento y acción. Verdad es integridad, sin mentiras ni ocultamientos. También es permitir que la Palabra habite en nosotros: “Hazlos santos con tu verdad; enséñales tu palabra, la cual es verdad”, Juan 17:17, NTV. ¿Estás creciendo en la verdad?
La coraza de justicia es la justicia imputada por el sacrificio de Cristo: “…se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo…”, Romanos 5:9, NTV. Pero se denomina ‘justicia’ también a la practicada en la vida diaria. Recordemos que la coraza protegía el corazón, pero también la zona más baja del abdomen y las áreas genitales. Esto nos alerta del valor de la castidad como manifestación del reino del Señor. ¿Has abrazado la pureza sexual? Esto implica celibato en la soltería y fidelidad en el matrimonio.
El calzado de la paz es la prontitud para anunciar el Evangelio y la disposición de avanzar en el evangelio. El calzado es la preparación espiritualpara proclamar el evangelio de paz que salva y transforma. Así como el calzado era fundamental en la batalla, así debemos asumir la importancia espiritual de la predicación del evangelio. ¿Predicas? ¿Evangelizas?
El escudo es la fe representa a la fe activa; viva porque se la cuida y nutre. La fe es la confianza absoluta en Cristo. “…tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve”, Hebreos 11:1, RVC. De la única manera que crece la fe es cuidando qué escuchamos y qué vemos. La preservamos en las actitudes y elecciones. ¿Cuidas tu fe? ¿Valoras ese tesoro? ¿Qué estás haciendo para preservarla?
El yelmo o casco es la esperanza de la salud o salvación. Debemos conocer de antemano que la victoria final será nuestra. Victoria absoluta y eterna. Romanos 5:2: “Nos alegra saber que…un día compartiremos con él toda su grandeza”, BLS. Nuestra victoria ya fue escrita. Esto significa que caminamos hacia un destino de gloria.
La espada que nos es dada por el Espíritu y consiste en la Palabra de Dios o revelación divina contenida en las Escrituras.
Finalmente, estas armas requieren de la acción perseverante por medio de la oración ferviente y apasionada. No es en nuestras fuerzas. Pablo decía: “…soy un hombre ordinario con sus correspondientes debilidades, pero nunca me valgo de planes ni métodos humanos para ganar mis batallas. Para destruir las fortalezas del mal, no empleo armas humanas, sino las invencibles armas del todopoderoso Dios…”, 2a Corintios 10:3-5, NT-BAD.
Cristo triunfó, es verdad; pero la lucha prosigue en cada cristiano. La armadura es clave. Pablo saca la imagen del soldado pretoriano para hacernos ver la importancia de cada área bajo el señorío de Cristo.
“…Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios… así como el calzado de la paz que proviene de la Buena Noticia…Además… levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo… Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu…Oren…en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones…”, Efesios 6:14-18, NTV. Las piezas de la armadura son:
El cinto de la verdad representa a Cristo. Juan 14:6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida…”, VRV. Es la verdad aceptada en Cristo y la verdad proclamada en el testimonio cristiano. Vestirnos con la verdad cristiana, tanto en el aspecto intelectual como en la vida práctica significa glorificar al Señor en pensamiento y acción. Verdad es integridad, sin mentiras ni ocultamientos. También es permitir que la Palabra habite en nosotros: “Hazlos santos con tu verdad; enséñales tu palabra, la cual es verdad”, Juan 17:17, NTV. ¿Estás creciendo en la verdad?
La coraza de justicia es la justicia imputada por el sacrificio de Cristo: “…se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo…”, Romanos 5:9, NTV. Pero se denomina ‘justicia’ también a la practicada en la vida diaria. Recordemos que la coraza protegía el corazón, pero también la zona más baja del abdomen y las áreas genitales. Esto nos alerta del valor de la castidad como manifestación del reino del Señor. ¿Has abrazado la pureza sexual? Esto implica celibato en la soltería y fidelidad en el matrimonio.
El calzado de la paz es la prontitud para anunciar el Evangelio y la disposición de avanzar en el evangelio. El calzado es la preparación espiritualpara proclamar el evangelio de paz que salva y transforma. Así como el calzado era fundamental en la batalla, así debemos asumir la importancia espiritual de la predicación del evangelio. ¿Predicas? ¿Evangelizas?
El escudo es la fe representa a la fe activa; viva porque se la cuida y nutre. La fe es la confianza absoluta en Cristo. “…tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve”, Hebreos 11:1, RVC. De la única manera que crece la fe es cuidando qué escuchamos y qué vemos. La preservamos en las actitudes y elecciones. ¿Cuidas tu fe? ¿Valoras ese tesoro? ¿Qué estás haciendo para preservarla?
El yelmo o casco es la esperanza de la salud o salvación. Debemos conocer de antemano que la victoria final será nuestra. Victoria absoluta y eterna. Romanos 5:2: “Nos alegra saber que…un día compartiremos con él toda su grandeza”, BLS. Nuestra victoria ya fue escrita. Esto significa que caminamos hacia un destino de gloria.
La espada que nos es dada por el Espíritu y consiste en la Palabra de Dios o revelación divina contenida en las Escrituras.
Finalmente, estas armas requieren de la acción perseverante por medio de la oración ferviente y apasionada. No es en nuestras fuerzas. Pablo decía: “…soy un hombre ordinario con sus correspondientes debilidades, pero nunca me valgo de planes ni métodos humanos para ganar mis batallas. Para destruir las fortalezas del mal, no empleo armas humanas, sino las invencibles armas del todopoderoso Dios…”, 2a Corintios 10:3-5, NT-BAD.