Más allá de lo imposible 22/1/2023 #1232

Episode 253,   Jan 22, 2023, 08:16 PM

Pastor José Luis Cinalli
22/1/2023
Más allá de lo imposible
Un problema nunca ha vencido a la esperanza

“… Pónganse… la armadura de Dios para poder resistir al enemigo… Cubríos la cabeza con el casco de la salvación…”, Efesios 6:13-17 (NTV, CAS); Isaías 59:17.

Todos los miembros del cuerpo son importantes, pero algunos son vitales como el corazón y la cabeza. La salvación es el casco que protege nuestra cabeza de las flechas incendiadas que nos arroja Satanás. Nuestra mente debe ser protegida de las ‘mentiras del mentiroso’. El propósito de cada saeta envenenada que llega desde el infierno es hacernos dudar de Dios y de su prometida salvación: “Dios se ató a un juramento para que los herederos de la promesa estuvieran absolutamente seguros del cumplimiento de la misma… Los que… acuden a Él en busca de salvación sienten un verdadero alivio al escuchar las garantías que da Dios. Esta esperanza cierta de salvación es un ancla firme y segura para el alma…”, Hebreos 6:17-19 (NT-BAD).

Ahora bien, advierte lo que dijo el apóstol Pablo acerca de este casco: “… Estemos siempre… protegidos… por el casco de la esperanza de salvación, 1ª Tesalonicenses 5:8 (BAD). La esperanza es una virtud sobrenatural y divina mediante la cual el creyente aguarda todo lo bueno que Dios ha prometido en su Palabra. “… Esperamos… recibir… lo que Dios nos ha prometido”, Gálatas 5:5 (NTV). Jeremías dijo: “Es bueno esperar… la salvación que proviene del SEÑOR”, Lamentaciones 3:26 (NTV). Y esa esperanza de que un día estaremos con Dios por toda la eternidad es una joya que solo tiene la esposa de Cristo: “Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos”, Romanos 8:24 (NTV). ¿Te das cuenta? Sin Dios no existe esperanza. “Cristo Jesús… nos da esperanza”, 1ª Timoteo 1:1 (NTV).

Para tener esperanza tiene que haber una promesa. David dijo. “He puesto mi esperanza en tu palabra”; Salmo 119:81 (NTV). Y Dios nos ha hecho una promesa: “Cristo… vendrá por segunda vez… para salvar a los que esperan su venida, Hebreos 9:27 (PDT). Dios se ha comprometido a satisfacer las más altas esperanzas del cristiano: “Dios nos bendice con bondad y gloria. No le niega ninguna bendición al que vive con integridad, Salmo 84:11 (PDT). “… A los que aman al Señor nada les falta… y nada le hará falta, Salmo 34:9-10 (PDT). “El Señor promete… paz para su pueblo y… para los que se convierten de corazón…”, Salmo 85:9 (LPD). “Dios nos dará bienestar… nos dará mucho bien… dará felicidad… traerá prosperidad”, Salmo 85:12 (TLA, PDT, BL95, BLPH). “… Recuerda que tu Padre celestial sabe lo que necesitas, y te lo proporcionará si le das el primer lugar en tu vida, Mateo 6:32-33 (NT BAD). Dios… atenderá con generosidad todas sus necesidades...”, Filipenses 4:19 (BDA2010). “El Señor es mi pastor, nada me falta… nada me faltará, Salmo 23:1 (BAD, LBLA). ¡Qué grandes y preciosas palabras! ¡Dios promete únicamente lo bueno! Pero no pensemos solo en lo terrenal. La salvación y bendición también es para el futuro. El hombre natural tiene esperanzas, pero solo para la vida presente. Está tan aferrado a este mundo que desea que Dios nunca lo saque de aquí. Aun cuando diga que quiere salvarse, en lo más íntimo de su ser prefiere quedarse aquí un rato más. Desea la salvación más por temor al infierno que por ir al cielo.

Algunas piezas de la armadura son más útiles en ocasiones especiales, pero el casco de la salvación siempre es necesario. Mientras dure la guerra contra el pecado y Satanás precisamos tener bien puesto el casco de la salvación. El que se lo saca perderá mucho más que la cabeza, ¡perderá la vida! Combate con el casco puesto hasta que termine la última batalla.

La esperanza de salvación es vital, ya que nos libera de:

1)     Los malos deseos. Israel experimentó un gran cambio cuando recibió la esperanza de libertad que Moisés traía. Nada le parecía imposible. Confiados en Dios, los israelitas se soltaron del yugo del Faraón y aunque éste salió a perseguirlos ellos no temieron porque tenían esperanzas. ¿Existe en ti algún pecado que se niega a humillarse? Libérate del yugo en el que estás. Anímate y conquista aquellas áreas de tu vida que condicionan la presencia y la bendición de Dios: “Todo el que tiene en él esta esperanza se purifica a sí mismo, como él es puro”, 1ª Juan 3:3 (BDA2010). Libérate del vicio que te domina. Cambia a Satanás por Cristo y haz un holocausto con tus concupiscencias. Rompe con los malos deseos y entra en el reposo de tu Señor.

2)     El materialismo. Somos esclavos del materialismo hasta que descubrimos la herencia que nos espera en el cielo. La esperanza de que pronto reinaremos con Cristo y caminaremos en calles de oro nos impulsa a extirpar todo deseo mundano del corazón. El valor de lo perecedero decae precipitadamente cuando descubrimos la riqueza que nos espera en el cielo. A pesar de ser rico, Abraham vivía en carpas “porque esperaba confiadamente que Dios lo llevaría a la ciudad celestial…”, Hebreos 11:10 (NT BAD). Canaán podría haberle agradado si Dios no le hubiera hablado del paraíso que pensaba darle. El que mira al cielo quita los ojos de este mundo. Pablo dijo: “Nuestra patria está en el cielo…”, Filipenses 3:20 (NT BAD). Y el escritor a los Hebreos remarcó: El hogar nuestro no está en este mundo perecedero, sino en el cielo…”, Hebreos 13:14 (NT BAD). Es bien sabido que uno invierte donde cree tener mayor beneficio. Cuidado entonces con invertir demasiado en aquellas cosas que no reditúan beneficio eterno.

3)     La envidia. Algunos creyentes son puestos por Dios en altos puestos terrenales; mientras que a otros se les pide un servicio menos visible humanamente. Pero nadie debe avergonzarse por eso, ya que la promesa de una herencia celestial es para todos. Las promesas de Dios brillan en la ventana del pobre como en el palacio del rey. Dios le prometió al líder de Israel “yo estaré contigo… no te fallaré ni te abandonaré”, Josué 1:5 (NTV). Pero Jesús hace la misma promesa a todo ministro del evangelio: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones… Y les aseguro que estaré con ustedes siempre…”, Mateo 28:19-20 (NVI). Al creyente que tiene un llamado poco ostentoso suele arrollarlo la envida. Esta tentación lo desalienta porque se cree un árbol seco que no produce frutos para el reino de Dios. Pero eso no es cierto. Además, el Señor promete igual galardón por la fidelidad en el servicio más humilde que por el servicio más valorado. Al siervo humilde, pero fiel, no se le promete menos que el cielo: “Cualquier trabajo que hagan, háganlo de buena gana, pensando que trabajan para el Señor… Bien saben que el Señor los recompensará dándoles la herencia prometida…, Colosenses 3:23-24 (BLA). ¡Dios honra el trabajo de un siervo humilde porque sirve al Señor Jesucristo!

Sirvamos por amor, pero sin olvidar que habrá una recompensa por nuestra fidelidad y lealtad en el servicio a Dios. Moisés tenía “la mirada puesta en la gran recompensa que Dios le daría”, Hebreos 11:24-26 (NT-BAD). Acerca de aquellos que lo sirvan, el Señor dijo: “Ellos serán mis preferidos... Y los premiaré…, Malaquías 3:17 (BLA). Jesús agregó: “Vengo pronto, y traigo la recompensa conmigo...”, Apocalipsis 22:12 (NTV). En el cielo todo es anotado para ser recompensado: “Dios... no olvidará con cuánto esfuerzo han trabajado para él y cómo han demostrado su amor por él sirviendo...”, Hebreos 6:10 (NTV). “... Trabajen siempre para el Señor con entusiasmo, porque... nada de lo que hacen para el Señor es inútil, 1ª Corintios 15:58 (NTV). Recuerda que el bien que hagas “Jehová te lo pagará”, Proverbios 25:22.

Una reflexión final. Estas promesas de salvación y bendición son solo para los cristianos. Las personas que rechazan a Cristo en esta vida no pueden esperar nada bueno en la otra. Esas personas tendrán sus ‘mejores momentos’ solo en esta tierra, pues en la otra sufrirán atormentadas y alejadas de Dios. Si tu tesoro está en la tierra; entonces, cada día que pasa te alejas más de él. Pero si tu tesoro está en el cielo; entonces, cada día te acercas más a él. Es posible que tu esperanza esté recortada por la tardanza o quizás esté retrasada por algunos días invernales. A pesar de ello no te desanimes, ¡recuerda que tu más grande esperanza no está en este mundo sino en el venidero!