Muertos que vuelven 15/01/23 #1231
Episode 252, Jan 15, 2023, 11:53 PM
Pastor José Luis Cinalli
15/01/2023
Muertos que vuelven
¿Puede el espíritu de una persona muerta regresar a este mundo? No. La Biblia dice: “… El que desciende al Seol (región de los muertos… no volverá más…”, Job 7:9-10 (NBLH). Los que murieron en Cristo están en el cielo (2ª Corintios 5:8) y los demás, en un lugar de tormentos, Lucas 16:22-24. Entonces, los espíritus de los muertos no deambulan sueltos por esta tierra. Jesús aclaró muy bien este asunto. Dijo que no es la voluntad de Dios que los muertos aparezcan en la tierra para dar testimonio a los vivos, Lucas 16. Una pitonisa jamás ha logrado comunicarse con el espíritu de un ser humano. Eso no significa que en los centros espiritistas no haya manifestaciones espirituales. Sí que las hay, pero son todas de naturaleza demoníaca. Los espíritus que se manifiestan a través de los médium imitan la vida de los muertos.
Ahora bien, si los muertos no regresan a esta vida, ¿cómo es que Samuel se le apareció a Saúl? Recordemos la historia. Saúl gobernaba Israel por voluntad divina. Al comienzo del ministerio era humilde, pero después de ganar popularidad se tornó presuntuoso y engreído. Pensó que podía hacer las cosas a su manera y le dio la espalda a Dios. Samuel le dijo: “No obedeciste…ahora tu reino tiene que terminar”, 1º Samuel 13:13-14 (NTV). A pesar de todo, Dios le dio una nueva oportunidad que también desaprovechó: “Tú has rechazado la palabra del SEÑOR, y él te ha rechazado como rey de Israel”, 1º Samuel 15:26 (NVI). Sin unción y sin Dios Saúl siguió gobernando hasta que la nación fue invadida por los filisteos. Un espíritu de temor se apoderó de él y nadie pudo ayudarlo. Samuel estaba muerto, al igual que los sacerdotes a quienes él mismo había mandado a asesinar. Abiatar, el único sobreviviente de aquella masacre, ahora servía a David. Saúl estaba completamente solo. Ni siquiera Dios le hablaba: “… Dios me ha abandonado. Ya no me responde…”, 1º Samuel 28:15 (BAD). Saúl, en su desesperación por perpetuarse en el poder buscó ayuda en el infierno. Esperaba que una hechicera le trajera de la muerte el espíritu de Samuel: “La mujer le dijo: “¿A quién debo hacer salir de la morada de los muertos?”…“Haz que suba Samuel”, 1º Samuel 28:11 (BLA). Y, ¿qué sucedió? “Cuando la mujer vio a Samuel lanzó un grito… El rey le dijo: “No temas. ¿Qué viste?”. La mujer dijo: “Veo a un ser superior que sube desde lo profundo de la tierra… un anciano, envuelto en su manto”. Saúl comprendió que se trataba de Samuel…”, 1º Samuel 28:12-14 (BLA). La pregunta a responder es la siguiente: ¿fue realmente Samuel el que se le apareció?
Vayamos por parte. Dios no se manifiesta ni revela su voluntad a los brujos y hechiceros; ellos tienen a Satanás como fuente de información. Hay quienes piensan que Samuel sí se le apareció a Saúl, pero no como resultado de la intervención de la hechicera sino como un milagro excepcional tal como fue la aparición de Moisés en el monte de la transfiguración (Mateo 17:3) o la de Jesús a los discípulos camino a Emaús, Lucas 24:15. Esta teoría parece tener sentido ya que Samuel estaba presente antes de que la mujer entrara en trance. Además, el texto bíblico dice que la bruja estaba sorprendida. Evidentemente lo que ella vio no era lo que estaba acostumbrada a ver: es decir, espíritus demoníacos. Por otra parte, reparemos en lo que Samuel le dijo a Saúl: “Dios te ha abandonado, y ahora es tu enemigo… Dios está haciendo contigo lo que ya te había dicho yo que iba a hacer. Por haberlo desobedecido y no haber matado a todos los amalecitas, Dios te ha quitado el reino y se lo ha dado a David”, 1º Samuel 28:16-18 (TLA). Lo que Samuel le dijo a Saúl no era nada nuevo, ya se lo había dicho antes, 1º Samuel 13:13-14 y 15:27-29. Lo que sí era novedoso es lo que le dijo después: “Además, los filisteos vencerán mañana a los israelitas, y tú y tus hijos morirán y vendrán a hacerme compañía”, 1º Samuel 28:19 (TLA).
Saúl recibe una profecía de muerte. Pero, ¿de labios de quién salió? ¿Era realmente Samuel o era un espíritu que lo imitaba? La evidencia bíblica parece inclinarse en favor de que era el propio Samuel, ya que solo una persona en íntima comunión con Dios podría saber lo que le sucedería a Saúl y a sus hijos. Además la versión septuaginta podría confirmarlo: “Y murió Saúl en sus prevaricaciones… contra Dios…, según la palabra del Señor; por esto: porque no observó; porque consultó Saúl a la pitonisa… le respondió Samuel el profeta”, 1º Crónicas 10:13 (Septuaginta). Finalmente existe otra evidencia que confirma esta postura. El escritor sagrado escribió bajo inspiración divina. Si hubiera sido un demonio disfrazado el escritor bíblico lo hubiera sabido. Ahora bien, ¿a qué lugar se refería Samuel cuando dijo “mañana tú y tus hijos estarán… conmigo”, 1º Samuel 28:19 (NTV)? Evidentemente se trataba del lugar donde iban los muertos, es decir el Seol. Samuel y Saúl estarían en el mismo lugar, pero no en la misma sección. Samuel fue al Seno de Abraham y Saúl al lugar de los tormentos, Lucas 16. Lo que pocos entienden es la razón por la que se le hizo saber a Saúl su trágico final. En su infinita misericordia Dios recurría a su último recurso para lograr que Saúl se arrepintiera de sus pecados, cosa que nunca hizo.
A pesar de la evidencia bíblica no son pocos los que afirman que la profecía de muerte salió de la boca de un demonio. La Biblia dice que “Satanás se disfraza como ángel de luz”, 2º Corintios 11:14 (NTV). Pero, ¿cómo sabía el diablo que Saúl y sus hijos morirían al día siguiente y que Israel sería entregado a manos de los filisteos? No lo sabía. No podía saberlo porque “Solo yo (dijo Dios) puedo predecir el futuro antes que suceda…”, Isaías 46:10, (NTV). Satanás no sabía lo que iba a suceder, mintió, Saúl creyó y sucedió lo que él creyó. Jesús le dijo al centurión romano: “Se hará tal como creíste”, Mateo 8:13 (BAD). La Biblia dice que uno es lo que piensa: “Tal como un hombre piensa en su corazón, así es él”, Proverbios 23:7 (NRV1990). ¿Lo ves? ¡Nuestras vidas son la obra de nuestros pensamientos! Si pensamos en las promesas de Dios seguramente tendremos bendición y paz: “Tú les das paz a los que se mantienen pensando en ti…”, Isaías 26:3 (PDT). Pero si nuestra mente está de continuo pensando en el fracaso seguramente fracasaremos: “… Traigo desgracia… como fruto de sus pensamientos…”, Jeremías 6:19 (CJ). Pensar mal resulta fatal. Cuando el rey Belsasar vio los dedos de una mano humano escribiendo sobre la pared “sus pensamientos lo turbaron y se debilitaron sus lomos…”, Daniel 5:6. Entonces no es difícil creer que la pitonisa le mintiera a Saúl haciéndole creer que tenía un mensaje de parte de Dios. Su intención era desestabilizarlo emocionalmente para que aceptara la idea de la muerte. ¿Qué otra cosa puede salir de la boca de una persona que está poseída por el ‘mentiroso’?
En definitiva, no podemos asegurar de quién era la voz que se dejó oír en la casa de la hechicera pero sí sabemos que nadie tiene el poder para determinar nuestro futuro, excepto nosotros mismos. Nadie puede condenarnos al infierno, ni siquiera el diablo. Somos nosotros mismos quienes lo hacemos cuando le damos la espalda a Dios y no nos arrepentimos. No sería nada extraño que la pitonisa le tendiera una trampa a Saúl para convencerlo de la idea de la muerte como una venganza por haber expulsado a los hechiceros de la nación, 1º Samuel 28:3. Saúl hizo mal en consultar a una hechicera y luego en rendirse a sus palabras. En lugar de ello debió arrepentirse sinceramente. Pero Saúl nunca lo hizo y se condenó a sí mismo. Qué trágico resulta cuando ni las pruebas más difíciles de la vida nos acercan a Dios. Y más trágico es ver a un hombre elegido y ungido por Dios caer tan bajo en las profundidades del pecado y del abismo.
Aprendamos algunas lecciones más de esta impactante historia bíblica:
Aprendamos algunas lecciones más de esta impactante historia bíblica:
1. Cuando desobedecemos Dios no se revela.
2. El fracaso siempre comienza con un primer escalón. La pendiente es gradual, pero la caída es segura e irreversible a menos que haya un arrepentimiento verdadero.
3. Dios no tiene preferidos. Pese a que Saúl había sido elegido y ungido por Dios pagó por sus pecados. La justicia divina es igual para todos. Dios no tiene preferidos.
4. La unción y la antigüedad en el ministerio no son excusas para obrar a espaldas de Dios.
5. Cuánto más crecemos en el ministerio más necesitamos la guía divina. El crecimiento ministerial debe ir acompañado de crecimiento espiritual.
6. La obediencia a Dios es irremplazable. Saúl creyó que ofreciendo sacrificios (buenas obras) podía sustituir su obediencia al Señor. Y no le funcionó. Nunca funciona.
7. Lo que creemos es lo que sucede. Si creemos en la Palabra de Dios entonces la practicaremos y ella se materializará en nuestra vida. Saúl no creyó a Dios ni a Su Palabra, pero sí a la palabra de una hechicera determinando así no solo su trágico final sino también el de sus soldados, familia y nación. El mejor antídoto para no caer en la trampa de Satanás es meditar y creer en las promesas de Dios, tal como lo hizo David: “… Recuerdo tus obras maravillosas… Siempre están en mis pensamientos… ¿Existe algún dios tan poderoso como tú?”, Salmo 77:11-13 (NTV). Deja que tus pensamientos trabajan a tu favor y nunca en tu contra.
2. El fracaso siempre comienza con un primer escalón. La pendiente es gradual, pero la caída es segura e irreversible a menos que haya un arrepentimiento verdadero.
3. Dios no tiene preferidos. Pese a que Saúl había sido elegido y ungido por Dios pagó por sus pecados. La justicia divina es igual para todos. Dios no tiene preferidos.
4. La unción y la antigüedad en el ministerio no son excusas para obrar a espaldas de Dios.
5. Cuánto más crecemos en el ministerio más necesitamos la guía divina. El crecimiento ministerial debe ir acompañado de crecimiento espiritual.
6. La obediencia a Dios es irremplazable. Saúl creyó que ofreciendo sacrificios (buenas obras) podía sustituir su obediencia al Señor. Y no le funcionó. Nunca funciona.
7. Lo que creemos es lo que sucede. Si creemos en la Palabra de Dios entonces la practicaremos y ella se materializará en nuestra vida. Saúl no creyó a Dios ni a Su Palabra, pero sí a la palabra de una hechicera determinando así no solo su trágico final sino también el de sus soldados, familia y nación. El mejor antídoto para no caer en la trampa de Satanás es meditar y creer en las promesas de Dios, tal como lo hizo David: “… Recuerdo tus obras maravillosas… Siempre están en mis pensamientos… ¿Existe algún dios tan poderoso como tú?”, Salmo 77:11-13 (NTV). Deja que tus pensamientos trabajan a tu favor y nunca en tu contra.