Fiesta en su presencia 25/12/2022 #1228
Episode 249, Dec 25, 2022, 11:23 PM
Pastora Silvia Cinalli
25/12/2022
25/12/2022
Fiesta en su presencia
“¡Vengan, cantemos con alegría al Señor! Alabemos…al que nos salva. Entonemos canciones de agradecimiento… Démosle honra con alegres canciones de alabanza”, Salmo 95:1-2 (PDT).
“Mientras esperan al Señor, muéstrense alegres…”, Romanos 12:12 (TLA).
En el Antiguo Testamento Dios ordenó diversas fiestas para que Su pueblo se alegrara en su presencia. “El Señor dijo… Estas son mis fiestas…”, Levítico 23:1-2 (BDA2010). El Salmo 16 dice: “…Hay mucha alegría en tu presencia; a tu derecha hay placeres que duran para siempre”, Salmo 16:11 (PDT).
La finalidad de cada fiesta mencionada en la Biblia, específicamente en Levítico 23, era la comunión, la adoración; un servicio alegre vivificante para todo el ser y que renovara las emociones, los vínculos y el hambre por más de la manifiesta presencia de Dios: “...El Señor… traerá sobre ti alegría; y te renovará en su amor...”, Sofonías 3:17 (Jüneman).
El Salmo 4:7 expresa: “Hay muchos que son felices comiendo y bebiendo de más, pero yo soy muy feliz porque mi alegría viene de ti”, TLA. La alegría del Salmista (David) procedía de su relación con Dios, no de sus bendiciones. Por su parte, el profeta Habacuc declara: “Aunque las higueras no florezcan y no haya uvas en las vides, aunque se pierda la cosecha de oliva y los campos queden vacíos y no den fruto… ¡aun así me alegraré en el SEÑOR! ¡Me gozaré en el Dios de mi salvación! ¡El SEÑOR Soberano es mi fuerza! ", Habacuc 3:17-19 (NTV). En otras palabras, aunque ahorita haya pérdida y derrota, Jehová será mi salvación; en medio de toda debilidad, Jehová es y será mi fortaleza; en pleno caos económico y social, Jehová me proveerá. Habacuc proclama que frente a las adversidades permanecerá tranquilo y confiado porque Dios camina con él. Y esa fe incondicional, esa alegría no fingida es el resultado de un proceso de comunión y conocimiento. Ese mismo es el sentimiento de David en el Salmo que hemos mencionado.
Las fiestas ordenadas por Dios diferían de los festivales de otras naciones. Eran festividades centradas en Él, para alegrarse en su presencia, no en la depravación moral. Dios quiso apartar días especiales para que se reunieran a descansar, soltaran sus angustias y aumentaran su fe al recordar con gratitud todo lo que Él había hecho. La Biblia establece, de este modo, una gran diferencia entre la felicidad a la manera del mundo y la felicidad a la manera de Dios.
El diablo siempre nos empuja a buscar la felicidad a la manera del mundo. A la persona que está pasando una crisis matrimonial le dice que merece algo mejor y que puede buscar la ‘felicidad’ en otra persona. A quienes luchan con frustraciones les dice que mitigarán el dolor con un par de cervezas o fumando marihuana. A las personas abúlicas e indiferentes las seduce con un poco de pornografía para que sientan ‘la excitación de la vida’. Ahora bien, el diablo utiliza nuestras vulnerabilidades para hacernos dudar de Dios y de su interés por nosotros. Siembra dudas para debilitar nuestra fe. Es cierto que Dios quiere nuestra felicidad, pero el cómo, dónde y cuándo son claves en este asunto. El diablo coloca el énfasis en el sentimiento y no en la fuente de la cual procede ni en las consecuencias que produce. Dios ha trazado el camino para que seamos felices, pero no lo seguimos. Antes de morir David le reveló a su hijo la fórmula para ser feliz: “Y tú, Salomón, hijo mío, aprende a conocer íntimamente a Dios...”, 1º Crónicas 28:9 (NTV). Salomón no escuchó la voz de su padre. Pensó que muchas experiencias sexuales resolverían el problema de su corazón. Pero no funcionó. Imaginó que aumentar su conocimiento lo haría feliz. Pero no funcionó. Imaginó que el dinero, los lujos y las excentricidades podrían apagar el volcán de sus emociones. Pero tampoco funcionó. Tuvo e hizo todo lo que un ser humano pudiera querer. Pero no fue feliz. ¿Por qué? Porque en su corazón había un vacío eterno. Eclesiastés 3:11 dice que Dios: “…ha dado a los seres humanos una conciencia de la eternidad…”, Kadosh. El vacío interior solo Dios lo puede satisfacer. Esa es la razón por cual una persona tras una noche de pasión prohibida se siente tal mal como antes o, incluso peor, al día siguiente. Una relación prohibida, una borrachera o una noche de fiesta te alegrarán un rato, pero si conoces al Señor después vienen las culpas y las consecuencias negativas. Entendamos de una vez por todas: solo Dios puede darnos esa clase de felicidad que anhelamos. “Y tú…aprende a conocer íntimamente a Dios…”, 1º Crónicas 28:9 (NTV). Si Salomón hubiera escuchado a su padre y perseverado en honrar a Dios hubiera sido feliz. Pero no lo hizo y nunca experimentó la verdadera felicidad.
En este mes lleno de fiestas, despedidas, tiempos en familia y con amigos, el Espíritu Santo nos hace una invitación a vivir días de fiesta en su presencia. Claro que está bien disfrutar de una rica comida, de un buen postre y la mejor compañía, pero la presencia de Dios es infinitamente superior a todo. Y no son mutuamente excluyentes, al contrario. Disfrutarás más de las cosas lindas de esta vida en comunión con Dios. Ahora, ¿cuál es el primer paso para regocijarse en la presencia del Señor? El primer paso es corregir nuestro camino. Isaías lo expresó así: “…el SEÑOR… los llamó a llorar…. en señal de dolor por sus pecados…En cambio, ustedes bailan y juegan… Y dicen: ¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos! El SEÑOR… me ha revelado… Hasta el día en que mueran, nunca se les perdonará este pecado”, Isaías 22:12-14 (NTV). Aquellos israelitas tenían el corazón lleno de incredulidad y amargura. No quisieron buscar a Dios y la única fuente de alegría que reconocieron fue su propio vientre. Corazones duros, incrédulos y orgullosos; apañando cada error y justificando cada maldad. Es muy astuto el enemigo. Nos hace creer que si nos volvemos a Dios perderemos la alegría, y que si lo seguimos a él tendremos libertad para hacer lo que queramos. Este es un gravísimo error. Los ‘libres’ del diablo son esclavos de sus pasiones y los que se vuelven al Señor gozan de paz, autoridad y verdadera libertad; tanto en la mente como en el corazón. Libres de la culpa, de los tormentos en las madrugadas, libres del temor al futuro y libres del miedo a la muerte. Libertad en el sentido más profundo. ¡Alegría genuina y verdadera!
Jesús mismo explicó el reino de los cielos usando como comparación una fiesta de bodas (Mateo 22). ¿Y cómo es el clima de una fiesta? ¿Por qué no lo comparó con un funeral?
El apóstol Pablo es el perfecto cristiano viviendo en gozo. Sus epístolas están saturadas de alegría. En Filipenses 2:16-18: “Aférrense a la palabra de vida; entonces….me alegraré aun si tengo que perder la vida derramándola como ofrenda…Y quiero que todos ustedes participen de esta alegría. Claro que sí, deberían alegrarse, y yo me gozaré con ustedes”, NTV. Filipenses 3:1: “Mis amados hermanos, pase lo que pase, alégrense en el Señor”, NTV. Filipenses 4:4: “Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense!”, NTV.
La alegría es una forma de evangelizar. La falta de vida, gozo y alegría en las reuniones cristianas es lo que estimuló al filósofo alemán Nietzche a decir: “Si queréis que crea en vuestro redentor tenéis que parecer más redimidos”. Él fue el hijo de un pastor, nacido el 15 de octubre de 1844.
La alegría es una fuerza curativa. Proverbios 17:22: “Buen remedio es el corazón alegre, pero el ánimo triste resta energías”, DHH.
La alegría es un poder creativo. El Salmo 51:8 expresa el poder regenerativo de la alegría: “Infundirás en mi oído palabras de gozo y de alegría, con lo que se recrearán mis huesos quebrantados”, ORO.
La alegría es una recompensa de la fe. Proverbios 10:28 dice que: “La esperanza de los justos es alegría…”, RV1569.
La alegría es una bendición del servicio. Hebreos 13:17 asocia la alegría al ministerio: “Obedezcan a sus líderes espirituales… Denles motivos para que sirvan con alegría…”, NTV.
No dejemos que las circunstancias, las personas, las cosas, las preocupaciones, las ansiedades o las culpas nos roben la posibilidad de disfrutar en su presencia. Hoy es día de fiesta. ¿Quién nos ha invitado? El mismo Espíritu Santo. Sí, fiesta en Su Presencia. Tomemos el consejo del salmista y vivamos al secuencia bíblica: “…Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio… Devuélveme la alegría otra vez… y no me quites tu Espíritu Santo. Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte”, Salmo 51:6-12.
Hoy nos sumamos a las proclamas de Habacuc, David, Jesús y Pablo. No cederemos ante los problemas. No nos daremos por vencidos. Los contratiempos y las dificultades nos capacitaran para mayores cosas. Renunciando al pecado y a la tristeza, como si fuera ropa vieja, digamos: “Los rescatados por el Señor…Serán felices eternamente. Vivirán rebosantes de gozo y alegría; la tristeza y los quejidos se alejarán de ellos”, Isaías 35:10 (PDT). Y todos decimos amén.