Guerra de dioses 2/10/2022 #1216
Episode 230, Oct 02, 2022, 08:35 PM
Pastor José Luis Cinalli
2/10/2022
Guerra de dioses
2/10/2022
Guerra de dioses
“No existe otro Dios que no sea yo… Yo soy el único Dios que existe”, Isaías 45:21 (PDT).
Los israelitas emigraron a Egipto en tiempos de José. Disfrutaron de sus beneficios gracias a que él era el primer ministro del faraón. Sin embargo, el idilio duró poco. Los egipcios comenzaron a sentirse amenazados debido al crecimiento explosivo de los hebreos por lo que decidieron esclavizarlos y matar a los niños recién nacidos para diezmar la población. Ante el incesante clamor Dios tomó el asunto en sus manos y dijo: “… Alzaré mi puño contra Egipto… rescataré a… mi pueblo… con grandes actos de juicio… y los egipcios sabrán que yo soy el SEÑOR”, Éxodo 7:4-5 (NTV). Y luego añadió: “Castigaré a todos los dioses de Egipto… les daré su merecido…”, Éxodo 12:12 (NC, TLA). El Señor de los ejércitos midió fuerzas con los dioses egipcios: “… Fíjense, el Señor cabalga sobre una nube veloz y viene… Los dioses falsos de Egipto tiemblan ante él…”, Isaías 19:1 (PDT). Y, ¿qué sucedió? “… El SEÑOR derrotó a los dioses de Egipto, con grandes actos de juicio”, Números 33:4 (NTV). Dios le dio una lección ejemplar a los egipcios humillando a sus dioses, pero también a los israelitas quienes para entonces ya se habían apartado mucho de la fe de sus antepasados y se habían empapado en la idolatría egipcia. Dios demostró que no hay otro como Él: “Que el mundo entero… sepa que no hay otro Dios… Yo soy el Señor, y no hay otro; no hay otro dios fuera de mí”, Isaías 45:5 (NTV y BDA 2010).
Cada una de las plagas que el Señor envió fue un desafío directo a uno o más dioses egipcios. A medida que las plagas descendían, el pueblo egipcio se daba cuenta de cuán incapaces eran sus dioses para detenerlas. Apis, el ‘poderoso’ dios del río Nilo, no pudo evitar que las aguas se convirtieran en sangre, Éxodo 7:19-20. Hator, la diosa-vaca, fue incapaz de evitar la muerte del ganado, Éxodo 9:6. Amón-Ra, el dios sol y jefe de los dioses egipcios, no pudo detener la misteriosa oscuridad que cubrió la tierra durante tres días, Éxodo 10:21-22. Estos ‘grandes dioses’ que los egipcios veneraban resultaron ser inútiles para prevenir las plagas. Demostraron ser nada comparados con el único Dios verdadero. Los egipcios habían matado a miles de niños israelitas en las aguas del Nilo, Éxodo 1:22. Los egipcios habían derramado la sangre de los hebreos y Dios les respondió: “Si quieren sangre, les daré sangre para que beban”. Dios es justo. Y aunque a veces parece que se demora, su justicia llega: “Mía es la venganza y la retribución”, Deuteronomio 32:35.
Al enviar piojos Dios asestaba un golpe mortal al dios Geb que no pudo evitar la destrucción de las cosechas. Peor aún, esta plaga humilló a los sacerdotes, quienes estaban inhabilitados para desempeñar sus funciones y orar a sus dioses ya que sus cabezas estaban repletas de piojos, Éxodo 8:16-17. Qué ironía. El país entero atormentado por estos insectos, y los sacerdotes sin poder entrar a sus templos para ‘orar’ a sus dioses. Y, ¿qué decir del mayor de todos los dioses Ra? Se lo veneraba como el creador, el dador de vida que inundaba el territorio con sus rayos energizantes. Muchos faraones incorporaron su nombre a los suyos como Ramsés (engendrado de Ra) o Tutankamón (imagen viviente de Amón). Sin embargo, en medio de la plaga de oscuridad, el ‘gran dios’ Amón-Ra estuvo en silencio. Literalmente no se lo veía por ninguna parte. El más grande dios que tenían los egipcios fue incapaz de ayudar a su pueblo. Los dioses le habían fallado. Ra, el dios del sol; Amón, el dios creador; Osiris, el dios de la resurrección; Isis, diosa de la vida; Horus, el dios del cielo; Anubis, el dios de la momificaciones; Seth, el dios de las tinieblas; Apis el dios de la fertilidad y miles de dioses más fueron humillados, sometidos, aplastados y reducidos a nada. ¿Y dónde estaba la diosa Serket, protectora de los niños, que no pudo salvar a los primogénitos? Todos estos dioses falsos fueron juzgados, comprobándose que carecían de poder y validez.
La muerte de los primogénitos fue la última plaga, pero no el juicio final a los dioses de Egipto. Todavía quedaba un dios, que el verdadero Dios juzgó para demostrar que no era ningún dios: el faraón mismo. Los faraones eran considerados dioses en la tierra, hijos literales de Ra o la encarnación divina de Horus. Pero el ‘dios faraón’ fracasó rotundamente. No pudo evitar que las plagas asolaran su reino. Ni siquiera pudo evitar la muerte de su propio hijo, y mucho menos que su ejército pereciera derrotado y avergonzado debajo de las aguas. El último de los grandes dioses de Egipto fue pesado en la balanza, juzgado y hallado falto.
Las plagas no fueron fortuitas. Dios las envió para demostrar a los egipcios y a los israelitas que Él era el único Dios verdadero y mucho más poderoso que todos los dioses falsos de Egipto. Las diez plagas provocaron la completa derrota del faraón y de todo el panteón egipcio, tal como Dios lo había prometido. Esta fue verdaderamente una guerra épica entre el único Dios verdadero y las fuerzas demoníacas de la oscuridad. El verdadero Dios ganó, los dioses de Egipto perdieron. Y, ¿sabes por qué? Porque los dioses falsos no existen en realidad, son pura imitación, demonios engañadores que en nada pueden compararse con el Dios Creador y Todopoderoso del universo. Y si no existen no tienen poder. No te atemorices. No tengas miedo de lo que no existe. Solo teme, honra y obedece al único Dios verdadero.
Aprendamos algunas lecciones espirituales:
- La paciencia de Dios tiene límite. Dios nos advierte reiteradamente de nuestros errados caminos, como lo hizo con los egipcios, pero su paciencia finalmente se agota y el resultado es su temible juicio. No olvides que una promesa de juicio puede ser cancelada solamente por medio del arrepentimiento: “Vuélvanse a mí de todo corazón... porque el Señor es tierno y compasivo… dispuesto siempre a levantar el castigo”, Joel 2:12-13 (DHH). Todavía estamos a tiempo de arreglar nuestras cuentas con Dios.
- No está bien darle la espalda a Dios cuando somos bendecidos. Solemos acordarnos de Dios cuando estamos en necesidad y olvidarnos de Él después que nos bendice. El corazón del faraón se ablandó cuando estuvo bajo presión y dijo que dejaría ir a los israelitas, pero tan pronto la presión cedió, su corazón volvió a endurecerse.
- Dios exige obediencia, además de fe. Los israelitas fueron preservados del ángel de la muerte solo porque confiaron en Dios y obedecieron su mandato de pintar los dinteles de la puerta con la sangre del cordero pascual. Ser hijos de Dios no nos libra del castigo, solo la obediencia tiene ese poder. Sin obediencia no hay presencia y tampoco bendición.
- ¿Cuáles son nuestros dioses? Los egipcios tenían decenas de dioses a los que adoraban y consagraban su vida. ¿Y qué hay de nosotros? ¿A qué dedicamos nuestra vida? Un dios falso es cualquier cosa que se interpone entre nosotros y el único Dios verdadero. ¿Cuáles son esos ídolos que se interponen en nuestra relación con Dios? ¿En qué cosas se consume nuestro tiempo y energías? ¿El trabajo? ¿La carrera? ¿Algún pasatiempo? ¿Un deporte? ¿Entretenimiento? Recordemos que en algún momento estas cosas se desvanecerán y ya no significarán nada, como le sucedió a los egipcios. Entonces quedaremos solo ante el Creador para rendirle cuentas de lo que hicimos con nuestra vida. El consejo bíblico es este: “...Disfruten de cada momento... Hagan todo lo que quieran hacer... Pero recuerden que tendrán que rendirle cuentas a Dios de cada cosa que hagan”, Eclesiastés 11:9 (NTV).
- Dios está en control de todo. Dios era el que controlaba las plagas con el propósito de librar a su pueblo de la esclavitud y hacer de él una nueva nación. Que esperanzador resulta saber esto. Puede que estés en medio de una profunda batalla y que no sepas con claridad por qué sucede lo que sucede, pero si te mantienes confiado en Dios y obedeciendo su Palabra, Él te librará y hará de ti una persona bendecida. Él ha comenzado una buena obra en ti y la completará, ¡mientras tú te mantengas receptivo y abierto a su influencia! No permitas que nada interfiera en tu relación con Dios para que su voluntad se cumpla en tu vida. Y jamás pongas tus esperanzas en ‘diosecitos’ que no tienen ningún poder para ayudarte. ¡Busca siempre a Dios y siempre tendrás su ayuda!