Encuéntrate con Dios en llamas 19/6/2022 #1201

Episode 212,   Jun 19, 2022, 08:44 PM

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Pastor José Luis Cinalli
19/6/2022
Encuéntrate con Dios en llamas

“Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí!...”, Juan 5:39 (NTV).

Los creyentes no idolatramos la Biblia, eso sería ‘bibliolatría’. No le rendimos culto a las Escrituras, ¡adoramos a su Autor! Por esta razón es importante leer la Biblia, no para acumular información sino para encontrar a Cristo en ellas. Jesús dijo: “Las Escrituras me señalan a mí”, Juan 5:39 (NTV). Al igual que los judíos de la época de Jesús podemos tener las Escrituras, leer las Escrituras, memorizar las Escrituras, discutir las Escrituras y; sin embargo, la Palabra de Dios no morar en nosotros. Y, ¿de qué nos aprovecha tener la Biblia en nuestras manos si Dios está excluido de nuestros corazones? Jesús dijo: “… Vengan a mí…”, Mateo 11:28 (NTV). Y aunque hemos sido invitados a conocer y tener comunión con Él, son muchos los que rechazan su invitación: “Los llamé muy a menudo pero no quisieron venir…”, Proverbios 1:24 (NTV). “… Cuando los llamé… no me respondieron; cuando hablé, no me escucharon. Pecaron deliberadamente... y escogieron hacer lo que saben que yo desprecio”, Isaías 65:12 (NTV).

Ya que las Escrituras nos revelan el camino a Cristo, debemos leerla con ese propósito en mente: ¡encontrarnos con la manifiesta presencia divina! Y eso es posible. ¿Recuerdas a los discípulos camino a Emaús? Mientras caminaban, Jesús condujo un estudio improvisado de la Biblia con ellos: “… Los guió por los escritos de Moisés y de… los profetas, explicándoles lo que las Escrituras decían acerca de él mismo, Lucas 24:27 (NTV). Cuando el viaje terminó los discípulos se dijeron: “¿No ardía nuestro corazón mientras… nos explicaba las Escrituras?”, Lucas 24:32 (NVI). ‘Corazones ardiendo’ era la evidencia de que estos hombres se habían encontrado con la presencia manifiesta de Dios, como resultado del estudio bíblico dirigido por Cristo mismo. Nosotros también necesitamos eso: ¡corazones que se queman mientras leemos las Escrituras! Eso sí, hay que tomarse el tiempo para leer las Escrituras y darle tiempo a Dios para que se revele. Aprendamos a callar y esperar con fe hasta que Él se manifieste. Moisés esperó seis días (Éxodo 24:16) antes de que Dios se revele, pero cuando lo hizo su vida cambió para siempre y también el destino de la humanidad. ¡Un encuentro con Dios lo cambia todo!

La Biblia refleja innumerables ejemplos de personas que se encontraron con Dios. Consideremos a Enoc de quién se dice que “… vivió en íntima comunión con Dios…”, Génesis 5:22 (NTV). Enoc conocía a Dios, pero además amaba su presencia: “… Lo conocían como una persona que agradaba a Dios, Hebreos 11:5 (NTV). Ahora bien, Dios estableció que Enoc fuera para nosotros un modelo a seguir porque inmediatamente después de hablar de Él, dijo: “Sin fe es imposible agradar a Dios… cualquiera que se acerque a Él tiene que tener la confianza de que… Él es el dador de la recompensa a aquellos que le buscan, Hebreos 11:6 (NTV y Kadosh). ¿A qué recompensa se refiere? ¡A su manifiesta presencia! Si te acercas a Dios con expectativa y fe serás recompensado con la presencia de Dios. Existen pocas cosas que le agradan tanto a Dios como un buscador de su presencia. Ahora bien, así como le agrada que lo busquemos también lo enoja cuando lo rechazamos. Caín es un poderoso ejemplo de alguien que se alejó de la presencia manifiesta de Dios. Es obvio que Caín conocía a Dios porque cuando se le preguntó por Abel su hermano él se enojó y salió de la presencia del Señor, Génesis 4:16 (NTV). Por supuesto que Caín no se alejó de la omnipresencia de Dios, porque nadie puede hacer eso. Lo que Caín hizo fue darle la espalda a la presencia tangible de Dios, y él lo sabía. ¡Qué triste!

El ser humano fue creado para ir tras Dios; sin embargo es Dios quien nos está persiguiendo. Corre hacia nosotros más que nosotros hacia Él. Dios está más ávido por revelarse a nosotros, que nosotros por conocerlo. Desde el Edén hasta la ciudad celestial el propósito eterno de Dios es revelarse a sí mismo sin interrupción. Miles de personas ya han tenido un encuentro con Dios, un Dios que arde en fuego mientras se manifiesta. A Moisés: “se le apareció en un fuego ardiente, Éxodo 3:2 (NTV). A Abraham se le apareció en medio de “un horno humeante, y… una antorcha de fuego…”, Génesis 15:17 (TLA). Lo mismo le sucedió a David. Mientras oraba y adoraba “el Señor le contestó enviando fuego desde el cielo para quemar la ofrenda sobre el altar”, 1º Crónicas 21:26 (NTV). Salomón también se encontró con Dios en llamas. Mientras ofrecía sacrificios en el día de la dedicación del templo “cayó fuego del cielo que consumió los sacrificios… y la gloriosa presencia del Señor llenó el templo”, 2º Crónicas 7:1 (NTV). Isaías renovó su ministerio el día en que se encontró con Dios en llamas. “Uno de los serafines voló hacia mí. Traía… una brasa que había tomado del fuego del altar… me tocó los labios, y me dijo: “… Dios ha quitado tu maldad y ha perdonado tus pecados”, Isaías 6:6-7 (TLA). El pueblo de Israel se encontró con Dios en llamas: “El Señor los guiaba de día en una columna de nube, y de noche… en forma de una columna de fuego…”, Éxodo 13:21 (PDT). Cuando Dios se manifestó al pueblo de Israel lo hizo en medio de fuego: “El monte Sinaí estaba totalmente cubierto de humo, porque el SEÑOR había descendido sobre él en forma de fuego…”, Éxodo 19:18 (NTV). Pablo fue transformado por el fuego de la presencia tangible de Dios cuando se encontró con Jesús camino a Damasco: “Desde el cielo lo rodeó un gran resplandor, como de un rayo”, Hechos 9:3 (TLA). El apóstol Juan se encontró con Dios en llamas. Cuando vio a Cristo resucitado éste ardía de pie a cabeza. Lo vio en medio de siete candeleros de oro (fuego), “sus ojos eran como llamas de fuego… Tenía siete estrellas en la mano derecha… (fuego) Y la cara era semejante al sol cuando brilla en todo su esplendor (fuego)”, Apocalipsis 1:14-16 (NTV). Finalmente la iglesia primitiva fue avivada cuando se encontró con Dios en llamas el día de Pentecostés: “… Llamas… de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos”, Hechos 2:3 (NTV).

El pueblo de Israel se encontró con Dios en fuego en la cumbre del monte Carmelo. Elías desafió a los adoradores de Baal a que construyeran un altar, prepararan un sacrificio y llamaran a su dios y él haría lo mismo: Y el que responda enviando fuego, ése será el verdadero Dios”, 1º Reyes 18:24 (BDA 2010). Elías pidió que Dios se manifestara y Dios lo hizo por medio del fuego: “… Dios mandó fuego, y quemó el toro, la leña y hasta las piedras y el polvo…”,  1º Reyes 18:38 (TLA). Cuando realmente Dios se manifiesta pasan tres cosas: 1) Pone al pueblo en su lugar: ¡postrado ante Dios! “Cuando todo el pueblo vio eso, se inclinó hasta tocar el suelo con su frente…”, 1º Reyes 18:39 (TLA). 2) Pone a Dios en su lugar: ¡exaltado a su posición de sumo honor! “¡El Señor, él es Dios! ¡Sí, el Señor es Dios!”, 1º Reyes 18:39 (NTV). 3) Pone al diablo en su lugar: se apoderaron de los profetas de Baal y los mataron a todos, 1º Reyes 18:40. El problema en los días de Elías nunca fue la presencia del mal, sino la ausencia del fuego de la presencia manifiesta de Dios. ¿No crees que ese siga siendo el problema de hoy en día?

Ahora bien, no nos quedemos con las experiencias que otros tuvieron. Nosotros también podemos tener un encuentro con Dios en llamas que nos encienda para siempre. Tenemos innumerables promesas bíblicas. Veamos algunas: Dondequiera que estén… reunidos en mi nombre, allí estaré yo”, Mateo 18:20 (NT-BAD). ¿Lo ves? Cristo quiere que nos reunamos, que nos reunamos en oración colectiva. Y si lo hacemos Él promete manifestarse. ¡Garantizado! “Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes”, Santiago 4:8 (NTV). “… Si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan, Lucas 11:13 (NTV). Busquen al SEÑOR mientras puedan encontrarlo; llámenlo ahora, mientras está cerca”, Isaías 55:6 (NTV). Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme, Jeremías 29:13 (NTV). Es indudable que estas promesas no hacen referencia a la omnipresencia de Dios, ¡ya que solo su manifiesta presencia puede ser encontrada! En definitiva, Dios está buscando adoradores de todo corazón. Está listo para tenderles una emboscada de amor a los buscadores de su presencia. ¿Eres tú uno de ellos?

Veamos una última promesa: “… Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos”, Apocalipsis 3:20 (NTV). Estamos invitados a abrirle la puerta a Cristo y darle la bienvenida. El que lo haga experimentará la manifiesta presencia de Dios. Tan solo imagínalo. El mismo Jesús que fue ofrendado a Dios por toda la humanidad entrando en tu vida y en tu casa. Solo ábrele la puerta. ¡No te conformes con un parpadeo de su presencia cuando Dios está en llamas!

Oración. Padre mientras leo la Biblia quiero conocerte. Abre mis ojos para que pueda reconocer tu presencia mientras leo y  mis sentidos espirituales para que pueda escuchar tu dulce voz, hablándome al corazón. Amén.