Cosas que hacemos bien sin saber 15/05/22 #1196

Episode 207,   May 16, 2022, 01:40 PM

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Pastor José Luis Cinalli                                                                                                        15/05/22                                                  
Cosas que hacemos bien sin saber

“…Un día Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. También Abel llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no… a Caín ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara”, Génesis 4:3-5 (DHH).

Adán y Eva caminaron con Dios a la brisa del atardecer, Génesis 3:8 (NRV 1990) hasta el día en que pecaron. A partir de entonces, la relación se rompió y los amigos se distanciaron. ¿Cuánto tiempo estuvieron así? La Biblia no lo dice. Pero si alguna vez volvieron a estar juntos no fue inmediatamente. Y eso lo sabemos porque no fueron ellos sino sus hijos los que después de muchos años procuraron reconciliar a la familia con Dios. Los que intentaron recuperar la presencia perdida en el hogar fueron Caín y Abel. Y, ¿cómo lo hicieron? Ofreciéndole un regalo. Ten presente que ninguno de sus hijos sabía cómo era Dios ni cómo agradarlo. Sus padres podrían haberles dado ese dato, pero parece poco probable que lo hayan hecho porque no podrían hablar acerca de Dios sin recordar lo que pasó aquel fatídico día en que comieron del fruto prohibido. Aún más. Referirse al pasado no solo les recordaba el pecado sino el hecho de que por culpa de ellos ahora todos vivían en un mundo maldecido. ¿Con qué cara mirarían a sus hijos cuando supieran que sus desgraciadas vidas era la consecuencia del pecado de sus padres? Lo más probable es que papá Adán y mamá Eva se hayan mantenido en silencio. Y así sucede con nosotros. A nadie le gusta hablar de los errores del ayer que no estamos dispuestos a confesar ni corregir. Más bien esperamos que el tiempo lo eche al olvido; cosa que por supuesto nunca sucede porque los problemas espirituales solo pueden ser solucionados mediante la confesión y el arrepentimiento.    

Entonces aquí tenemos a Caín y Abel ocupándose en recuperar la presencia divina perdida en el hogar. Y ¿qué tienen en mente? Ofrecerle a Dios un regalo. Abel fue al corral y tomó la mejor oveja que tenía, mientras que Caín fue a la huerta y recogió frutas y vegetales de descarte. Abel preparó su mejor ofrenda y lo hizo con mucho cuidado; en cambio, Caín hizo exactamente lo contrario. Fue a su plantación y eligió lo que le sobraba y no le servía. Ahora bien, ¿cómo supieron que Dios había aceptado solo la ofrenda de Abel? Probablemente porque Dios envió fuego del cielo para consumir la ofrenda de Abel: “Por fe Abel presentó a Dios una ofrenda mejor que Caín… Dios aceptó a Abel y lo manifestó aceptando su ofrenda; y aunque Abel murió hace siglos, todavía nos habla por medio del formidable ejemplo que dejó a la posteridad”, Hebreos 11:4 (BTX2 y NT-BAD). Es muy usual ver a Dios responder desde el cielo mediante fuego. Tan solo recordemos el incidente en el monte Carmelo (1º Reyes 18); el sacrificio de David (1º Crónicas 21:26) o la consagración del templo de Salomón, 2º Crónicas 7:1. 

Centremos ahora nuestra atención en Caín. Está muy enojado y con la cara por el piso. Quiere saber por qué su ofrenda no fue aceptada y Dios le da una explicación: “Si haces lo correcto siempre te aceptaré con agrado…”, Génesis 4:7 (TLA). Y qué era hacer lo correcto. ¡Darle a Dios lo primero y lo mejor! Advierte el contraste: “Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha” mientras que “Abel llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas”, Génesis 4:3-4 (DHH). La ofrenda tiene valor y es bien recibida por Dios, si es lo mejor que le damos: “… La ofrenda será aceptada… siempre y cuando el animal… sea sin defecto… No le traigan al Señor ningún animal que sea ciego, que esté lastimado, mutilado, que tenga llagas, sarna o cualquier otra enfermedad de la piel. Ningún animal en esas condiciones debe ser colocado en el altar como ofrenda que se quema al Señor”, Levítico 22:19-22 (PDT). David dijo: “No le presentaré ofrendas… al SEÑOR mi Dios que no me hayan costado nada”, 2º Samuel 24:24 (NTV). Dios no está satisfecho con sacrificios de segunda clase. “Me ofenden cuando… me presentan como ofrenda animales impuros, que no valen nada porque están ciegos, cojos y enfermos…”, Malaquías 1:8 (TLA). Darle a Dios nuestro mejor tiempo, talento y tesoro representa nuestra mejor adoración y testifica del valor que Dios tiene para nosotros. Tu ofrenda no será aceptada a menos que te cueste algo, algo que represente una porción de tu vida misma. Que tu ofrenda implique un sacrificio. De no ser así, no producirá una buena cosecha. Si de verdad esperas lo mejor de Dios, dale a Dios lo mejor de ti. Recuerda estos tres principios a la hora de ofrendar: a) que sea lo mejor que puedas ofrecer. Si le das lo mejor estarás en posición de recibir lo mejor. b) Que Dios tenga prioridad en tus ofrendas. Toda vez que recibas algo, lo primero que debes hacer es ofrecerle la mejor porción de esa cosecha para la obra de Dios. c) Que tus ofrendas sean generosas ; es decir, sin esperar nada a cambio de aquel que las recibe: “De gracia recibisteis, dad de gracia”, Mateo 10:8.

Ahora bien, Caín inauguró un nuevo pecado en la humanidad: el asesinato. Hasta ese momento no había muerto ningún ser humano. Entonces, ¿quién le enseñó a matar? ¡El diablo! “… Caín… era… un hijo del diablo, y por eso mató a su hermano…”, 1ª Juan 3:12 (TLA). Caín fue castigado por matar. Hay condenación para el pecador, pero existe una pena aún mayor para el que enseña a otros a pecar: ¡ser desterrado de la presencia del Señor! Caín dijo: “Hoy me condenas al destierro, y nunca más podré estar en tu presencia, Génesis 4:14 (BAD). Caín presupone que nunca más estará en la presencia de Dios. Pero esa era su conclusión y no la de Dios. Siempre existe esperanza para el que se arrepiente de sus pecados. El problema con Caín es que él no quería arrepentirse. No aceptó la corrección de Dios. En lugar de reconocer el pecado, endureció su corazón y se alejó de Dios para siempre. ¿Cómo lo sabemos? Por el nombre que le puso a su primogénito. Fundó una ciudad en honor a Enoc para probarle a todo el mundo que nunca más necesitarían de Dios. ¡Qué insensatez! Caín tuvo la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva. Incluso Dios lo animó a que lo hiciera. Pero él se negó y, el resto de su vida es un ejemplo sorprendente de lo que les sucede a aquellos que se niegan a admitir sus errores. Los malos se retuercen de dolor toda su vida. Para los despiadados están reservados años de desgracia”, Job 15:20 (NTV). “Serán castigados con destrucción eterna, separados para siempre del Señor y de su glorioso poder”, 2ª Tesalonicenses 1:9 (NTV). ¿Cómo reaccionas cuando alguien señala tus errores? ¿Eres de aceptar la corrección o endureces tu corazón y lo “eliminas de tus contactos”? Aprende la lección. Elige el camino de Dios y no el de Caín.  

Observa lo que el autor sagrado dice de Abel: “… Y aunque Abel murió hace siglos, todavía nos habla por medio del formidable ejemplo que dejó a la posteridad”, Hebreos 11:4 (NT- BAD). Cuál es ese ejemplo que debemos imitar: el de acercarnos a Dios con un corazón sincero para ofrecerle lo mejor que tenemos. La muerte no es el fin de nadie. Cuando una persona sale de este mundo deja algo en él. Puede ser una semilla mala que crece y se extiende como un cáncer o una semilla buena que brota y florece sin tener fin. Abel nos enseñó que la vida del adorador es tan importante como su adoración. Debe ser lo primero y lo mejor: “Honra al Señor… con los primeros frutos de tus cosechas…”, Proverbios 3:9 (NVI). Los mejores primeros frutos… debes llevarlos al templo del Señor tu Dios…”, Éxodo 23:19 (DHH); Éxodo 34:26. Lo primero nunca debe ir a la cuenta del hombre, siempre va a la tesorería del cielo. Cuando retienes lo que le pertenece a Dios atraes la maldición sobre tu vida. En cambio, cuando honras a Dios dándole lo primero, la provisión y la protección están garantizadas, 1º Reyes 17:13-16. Todo es cuestión de orden. Lo que se haga con lo primero determina lo que pasará con el resto. Si Él es primero, todo lo demás estará bendecido.

Finalmente ¿se arrepintieron Adán y Eva alguna vez? Probablemente. La muerte de Abel debe haberles recordado lo que Dios les dijo en el paraíso: ¡el pecado trae muerte! Al pie de la fosa donde yace su hijo muerto, Adán y Eva deben haber reflexionado. Cuánto sufrimiento les trajo el alejarse de Dios. ¡Cuánto deben haber añorado las caminatas de oración! ¡Cuántos momentos agradables vividos en el crepúsculo de la tarde! Ahora todo se había perdido. ¡Qué gran deseo de volver al jardín de la inocencia! ¡Qué gran deseo de estar con Dios en el cambio de turno de las lumbreras! Deben haber deseado retroceder el tiempo para elegir la comunión en lugar de la oscuridad de una noche. Ahora están allí: sin paraíso, sin hijo y sin paz. Los recuerdos dolorosos del pecado y el sufrimiento probablemente confluyeron en una sola cosa: el arrepentimiento. Adán y Eva finalmente reconocimiento que hicieron todo mal y que alejarse de Dios fue la peor decisión de sus vidas. Y esa decisión les trajo sanidad, ¡les trajo a Dios de regreso! Experimentaron el perdón, y la culpa desapareció. Y luego ofrecieron una ofrenda, tal como su hijo Abel les había enseñado. Y lo sabemos porque Dios les regaló un hijo piadoso llamado Set. La pregunta a responder es esta: ¿necesitamos sufrir y perder todo antes de elegir el camino de la obediencia y volvernos a Dios? Quiera Dios que no seamos tan orgullosos y elijamos el bien antes de que sea demasiado tarde.