Entrelíneas: Cuarentena

 

El confinamiento obligatorio no logra aún bajar satisfactoriamente la curva de contagios en la mayoría de los países que la están aplicando en el continente.

 

Al mismo tiempo, la economía sigue su rumbo de deterioro debido a la imposibilidad de funcionamiento de muchas industrias y servicios.

 

Hay voces que advierten que la prohibición de reuniones sociales y otras medidas transgreden los derechos individuales de las personas.

 

Otras voces sugieren que el control social impuesto obstaculiza la posibilidad de la protesta social que emerge de las condiciones dramáticas que viven millones de personas pobres y dependientes de un ingreso diario.

 

Hasta que se declaró la pandemia, en muchos lugares del mundo y en América latina se habían manifestado estallidos sociales que fueron apagados por el virus y el confinamiento.

 

Cuando finalice la emergencia, ¿estos estallidos sociales van a rebrotar? Si las condiciones que provocaron las protestas sociales anteriores y teniendo en cuenta que habrá mucho más deterioro económico, hay que considerar el hecho que el estallido puede retornar con mayor virulencia.

 

Se habla del pacto social como un camino necesario para apaciguar la violencia social. Pero está demostrado que no hay voluntad política ni social de sentarse a la mesa de las negociaciones, principalmente en países donde la división es profunda y aparentemente irreversible.

 

¿Cuál será, entonces, el escenario posible cuando baje el nivel de contagios - si baja - y qué vamos a hacer si las cosas empeoran socialmente?

 

Hace un tiempo un grupo de mis alumnos hicieron como tarea algunas propuestas respecto de cómo hacer funcionar, aunque sea parcialmente la economía, y reducir así el impacto en los más vulnerables a la vez de cuidar la salud de las personas.

 

Eran buenas ideas, no sé si todas aplicables en todas partes, pero quedó demostrado, por lo que leí, que agrupaciones relevantes y organizaciones civiles podrían plantear ideas posibles y apropiadas. Ideas a la medida de la gente y no de los gobiernos.