Si quieres unción y revelación haz esto... 05/01/2020 #1073
Episode 75, Jan 06, 2020, 12:40 AM
Pastor José Luis Cinalli
5/1/2020
Si quieres unción y revelación haz esto…
“... Vi una puerta abierta en el cielo, y la misma voz que había escuchado antes me habló... “Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después de esto”. Y al instante... vi un trono en el cielo y a alguien sentado en él... Lo rodeaban… veinticuatro ancianos. Todos… adoran al que está sentado en el trono...: “Tú eres digno, oh Señor nuestro Dios, de recibir gloria y honor y poder...”, Apocalipsis 4:1-11 (NTV).
En el primer capítulo del libro Juan ve a Cristo caminando en medio de su iglesia. Ahora ve a Dios sentado en el trono. Todas las visiones que Juan tuvo hasta el momento se relacionan con Dios y su trono: “Yo, Juan, escribo… de parte de aquel que es y que era y que ha de venir; y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono”, Apocalipsis 1:4 (NVI). “… Los que salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono…”, Apocalipsis 3:21 (NTV). “Vi un trono en el cielo y a alguien sentado en él…”, Apocalipsis 4:2 (NTV). La visión de Juan está saturada de Dios. Ve a Dios el Padre (Apocalipsis 4:2), al Hijo (5:6) y al Espíritu Santo (4:5). Pronto verá a Dios derramando juicios sobre las naciones, pero antes lo ve sentado en su trono gobernando el universo. Juan nunca podría haber soportado el peso de la visión apocalíptica si antes no hubiera visto a Dios sentado en el trono. ¡La fe que triunfa ve a Dios antes que los problemas!
¿Cuál fue la diferencia entre aquellos que creían que podían entrar a la tierra prometida y los diez espías que desanimaron al pueblo? El enfoque. Todos vieron gigantes, solo que Josué y Caleb vieron primero a Dios: “No… le tengan miedo a la gente de ese país, porque ellos van a ser pan comido para nosotros… nosotros tenemos de nuestra parte al Señor…”, Números 14:9 (DHH). En cambio, aquellos que vieron primero a los hijos de Anac creyeron que iban a ser comidos como langostas: “La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes… comparados con ellos, parecíamos langostas…”, Números 13:32-33 (NVI). La fe no niega la realidad sino que se enfoca primero en Dios. ¿No estás convencido? Piensa en David. Él dijo: “¿Quién se cree, ese filisteo pagano que se atreve a desafiar al ejercito del Dios viviente?”, 1ª Samuel 17:26 (NVI). David llega al campo de batalla y habla de Dios. Sus hermanos y los soldados nunca lo hicieron. David ve lo que los demás no ven. Todos los ojos recaen en el brutal Goliat, excepto los de David. Los soldados se especializan en Goliat, David en Dios. El no ve al gigante, solo ve a Dios. Te sugiero que hagas lo mismo: amplifica a Dios y minimiza a tus gigantes. Fracaso, rechazo, venganza, remordimiento. Enfrenta esos gigantes. Pero no lo hagas solo. Mira primero a Dios. La vez que David lo hizo, el gigante cayó. Si te concentras en tus gigantes vas a tropezar, pero si te concentras en Dios tus gigantes van a caer. Ten ánimo, el Dios que hizo un milagro por David está listo para hacer uno por ti.
Ahora que Juan ha visto a Dios sentado en el trono está en condiciones de ver lo que sucederá. Sin embargo a Juan no le fue revelado ningún acontecimiento apocalíptico sin antes haber sido ungido: “… El Espíritu comenzó a controlarme...”, Apocalipsis 4:2 (PDT). ¿Cuándo recibió la unción? Mientras adoraba a Dios en el día del Señor: “Un domingo, estando yo en comunión con el Espíritu, oí... una voz... que me decía: escribe en un libro las cosas que vas a ver...”, Apocalipsis 1:10-11 (CST). ¡La oración y la adoración atraen la unción y la revelación! La Biblia dice que “mientras estaba orando (Jesús), el cielo se abrió”, Lucas 3:21 (PDT). ¿Puedes recordar qué estaba haciendo Pedro cuando le llegó la revelación del cielo? Oraba: “… Pedro subió a la azotea de la casa para orar… De pronto… tuvo una visión. Vio que el cielo se abría…”, Hechos 10:9-11 (TLA). ¿Y qué me dices de Pablo? Él dijo: “… Mientras oraba en el templo tuve una visión”, Hechos 22:17 (NVI). Los apóstoles oraban en el templo y adoraban el primer día de la semana. Jamás menosprecies el poder espiritual que se desprende de la adoración en el templo, en el día del Señor. Los que quieran vivir bajo cielos abiertos tendrán que ser ungidos, y ese preciado estado espiritual no se recibe por imposición de manos ni en un seminario bíblico y mucho menos en alguna institución académica humana. ¡Solo te será entregado en el lugar secreto!
Esta enseñanza es tan profunda que se ve reflejada en el orden de los elementos en el tabernáculo. La mesa del pan que simbolizaba el alimento espiritual y el candelero de oro que representaba la presencia de Dios solo estaban al alcance de aquellos que habían pasado antes por la estación del sacrificio (simbolizada por el altar) y la purificación (simbolizada por el lavacro). El camino a la presencia y revelación divina se iniciaba en el altar del sacrificio, el sitio en el que todo israelita ofrendaba un animal para obtener el perdón de sus pecados. Hoy en día ya no necesitamos sacrificar animales, pero precisamos arrepentirnos para que la sangre de Jesucristo nos limpie de todo pecado y, debemos estar dispuestos a ofrecer otros sacrificios como tiempo, capacidades, dinero y dones si es que queremos gozar de mayor unción y revelación. Luego se encontraba el lavacro, el lugar donde se efectuaba la purificación. Hoy en día somos purificados continuamente mediante las disciplinas espirituales de la oración, el ayuno, la vigilia, el retiro y el estudio bíblico. Una vez hecho esto se podía entrar al lugar santo (solo los sacerdotes) donde se encontraba el candelabro cuyas dimensiones no estaban estipuladas en la Biblia. ¿Por qué? Porque representaba la luz de Dios que es inconmensurable. Resulta imposible ponerle límite al crecimiento espiritual de una persona que persevera en buscar a Dios. En definitiva, solo se podía llegar al lugar de la revelación si previamente se había obtenido el perdón en el altar del sacrificio y la persona se había purificado de sus pecados diarios en la fuente de metal. Al igual que entonces, después de haber sido perdonados por la sangre de Jesucristo, solo el sacrificio de tiempo en el lugar secreto te lleva a su presencia, y solo su presencia te traerá la revelación.
Juan tenía una misión única: escribir acerca de los acontecimientos del fin del mundo. ¿Cómo pudo ser testigo de todas esas cosas sin que su fe se desplomara? ¡Vio primero al Señor sentado en su trono! ¿Cómo pudo Esteban soportar el martirio y perdonar a quienes lo apedreaban? ¡Vio primero al Señor sentado en su trono! “Esteban… dijo: -¡Miren! Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios…”, Hechos 7:55-56 (PDT). Leamos de Pablo: “En cinco ocasiones… los líderes judíos me dieron treinta y nueve latigazos. Tres veces me azotaron con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragios. Una vez pasé toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar… Enfrenté peligros de parte de mi propio pueblo, los judíos, y también de los gentiles. Enfrenté peligros en ciudades, en desiertos y en mares. Y enfrenté peligros de hombres que afirman ser creyentes, pero no lo son… soporté muchas noches sin dormir. He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer. He temblado de frío, sin tener ropa suficiente para mantenerme abrigado. Y, además de todo eso, a diario llevo la carga de mi preocupación por todas las iglesias…”, 2ª Corintios 11:24-28 (NTV). ¿Cómo pudo este hombre soportar tantas privaciones? Había visto al Señor al principio de su ministerio, Hechos 26:16. ¿Te acuerdas de Micaías? Fue quien le profetizó muerte al rey Acab, 1º Reyes 22:17-18. ¿Cómo pudo enfrentar al peor de todos los reyes de Israel y hablarle palabras tan duras de parte de Dios? ¡Porque había visto a Dios primero! Micaías dijo: “… Vi al Señor sentado en su trono en el cielo…”, 1º Reyes 22:19 (PDT). ¿Y qué me dices de Jesús? ¿No vio el cielo abierto y al Espíritu Santo descender sobre él (Mateo 3:16) en el día del bautismo? Jesús estaba siendo revestido de poder para ser efectivo en la misión redentora. Cada vez que leas en la Biblia acerca de cielos abiertos verás que esto se relaciona con la revelación divina que llega a un hombre para que emprenda un nuevo servicio para Dios o que obtenga la fortaleza espiritual para hacer lo que se le pidió que haga. Cuando Dios tenga un nuevo servicio o ministerio para nosotros abrirá una puerta en el cielo y nos revestirá de la unción necesaria para ser efectivos en la misión, pero con una sola condición: ¡que estemos dispuestos a pagar el precio de estar con Él en el lugar secreto!