El verano del 2015 - 17/11/19 (#1066)

Episode 68,   Nov 18, 2019, 01:06 AM


 José Luis Cinalli 
17/11/2019
El verano del 2015
 
El verano del año 2015 será para nosotros inolvidable. Dios visitó nuestra casa, tocó la puerta, nos invitó a hacer las valijas y nos inscribió en la escuela de la humillación y el quebrantamiento. Aunque fue un tiempo de mucho sufrimiento físico hubo en nosotros una profunda renovación espiritual. Dios cumplió su promesa de que nos llevaría al desierto para que nos volviéramos a enamorar de Él, Oseas 2:14 (TLA). A continuación te compartiré algunas de las lecciones espirituales más importantes que hemos aprendido en la escuela del Espíritu Santo:
 
1.     Hemos sido llamados a servir a Dios. Servir a Dios no es lo mismo que servir para Dios. Tenemos que hacer ambas cosas, pero servir a Dios va primero. Se dice que Jesús “Estableció a doce, para que estuviesen con él (servir a Dios), y para enviarlos a predicar (servir para Dios), Marcos 3:14. Pablo y Bernabé servían a Dios en intimidad cuando el Espíritu se reveló: “... Sirviendo ellos al Señor...”, Hechos 13:2 (PB). Cuando Samuel era niño el Señor lo llamó mientras ministraba a Jehová en presencia de Elí”, 1º Samuel 3:1. Servir a Dios como sacerdotes santos es nuestra primera responsabilidad: Ustedes serán mis sacerdotes... y se apartarán de todo para servirme solo a mí, Éxodo 19:6 (TLA). La actividad para Dios nunca debe sustituir nuestra relación con Dios.  
 
La trampa más común en la que caen los creyentes (incluyendo líderes y pastores) es la de creer que servir al pueblo de Dios es lo mismo que servir a Dios. Dios llamó a los levitas para que estuvieran en su presencia y lo sirvieran; sin embargo, tiempo después servían al pueblo en presencia de sus ídolos: “Los levitas... se apartaron de mí… y servían al pueblo frente a sus detestables ídolos… los castigaré. No se acercarán a mí para servir como sacerdotes...”, Ezequiel 44:10-13 (PDT). Cuando nos abocamos a servir al pueblo habiéndonos olvidado de Dios corremos el peligro de agradar a la gente. Moisés y Aarón son el claro ejemplo. Aarón prefería estar en el valle con la gente, mientras que Moisés permanecía en el monte en la presencia de Dios. Aarón temía más al pueblo que a Dios y muy pronto les daría lo que ellos pedían: un ídolo. Quiero darte algunas recomendaciones al respecto:
 
-      Programa una cita con Dios todos los días del año antes de iniciar tu jornada laboral. Y nunca la canceles. Tener un encuentro con Dios ha sido nuestra primera cita desde hace cinco años. Hemos levantado la carpa del encuentro debajo de una manta en los aviones, en la escalera de emergencia de algún hotel o al aire libre en medio de un bullicioso mar de gente en los aeropuertos. ¿No ha dicho el Señor: “...Me hallan los que temprano me buscan, Proverbios 8:17? La palabra temprano hace referencia no solo a horario sino a prioridad. Es decir, levantarse temprano PERO PARA ORAR. “Me levanto temprano, antes de que salga el sol; y clamo…, Salmo 119:147 (NTV). En esto como en todo nuestro ejemplo es Jesús: De madrugada… Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar, Marcos 1:35 (BL 95). Lucas nos dice que esa era una práctica habitual: Él se retiraba a menudo… para entregarse a la oración, Lucas 5:16 (CST).
 
-      Ora con tu cónyuge. La oración en acuerdo garantiza la presencia y la respuesta a nuestras oraciones: “… Si dos de ustedes… se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida… Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, Mateo 18:19-20 (NVI). El diablo sabe que si se rompe la unidad la bendición no llega: “Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes”, 1ª Pedro 3:7 (NTV). La palabra estorbo denota la idea de atascar o frenar una plegaria. Existen bendiciones retenidas cuando no hay acuerdo matrimonial.  
 
-      Practica el aposento alto. Hay bendiciones que llegan como respuestas a oraciones que hacemos en privado y otras que son resultado de oraciones colectivas. Moisés se encontraba con Dios en la carpa del encuentro: “Moisés tomó la carpa, la armó… afuera del campamento y la llamó la carpa del encuentro... Cuando Moisés entraba… una columna de nube bajaba… Luego el Señor le hablaba a Moisés, Éxodo 33:7-9 (PDT). La carpa del encuentro es el lugar privado para la oración. Jesús dijo: “Cuando ores, entra en tu aposento, y con la puerta cerrada ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”, Mateo 6:6 (RVC). En cambio, en el aposento alto están todos los creyentes unidos en oración. El gran error que hemos cometido fue privatizar la oración descuidando la oración colectiva. Sin embargo, el Espíritu Santo fue derramado cuando todos los creyentes estaban unidos en oración. Por eso en nuestra iglesia tenemos una reunión todos los martes a las 6 a.m. solo para orar. Ahora bien, practicar estas disciplinas espirituales requieren concentración. ¡Cuídate de las distracciones! Solemos sobrecargar nuestras agendas con mucha vida social. Demasiadas reuniones de trabajo y muchos compromisos ministeriales. Reuniones políticas, administrativas y pastorales en los consejos pastores locales, provinciales, regionales y nacionales. No olvides que el servicio a la iglesia no compensa el servicio a Dios. Esa es la razón por la que no participamos de reuniones sociales los sábados y menos a la noche. El ministerio a Dios es antes que el ministerio a su pueblo.
 
2.     Somos llamados a consagrarnos a una persona y no a una causa. Nuestro primer objetivo no es ganar almas ni plantar iglesias sino agradar a Dios: “... Nuestro único propósito es agradar a Dios”, 2ª Corintios 5:9 (NTV). Existen dos errores comunes en este sentido. Enamorarse del ministerio más que de Dios. Ese fue nuestro caso. La cruzada por los niños tomó el lugar de Dios en nuestro corazón. La agenda acabó con nuestra vida espiritual. Para restablecer el orden de las prioridades Dios tuvo que hablarnos con mano fuerte permitiendo que enfermedades serias tocaran nuestras vidas. No caigas en la misma trampa. Asegúrate que tu pasión por Cristo sea más grande que la pasión por tu llamado, de lo contrario el ministerio se convertirá en un ídolo. El segundo error es menospreciar el llamado. Moisés le dijo a Coré: “¿Les parece poco que el Dios de Israel los haya separado... para que estén cerca de él...?”, Números 16:9 (NVI). El Rey del universo nos invitó a trabajar para Él. ¿Puede existir un privilegio más grande? Sin embargo, para muchos creyentes cualquier cosa que se interponga en su camino parece ser mejor y los pastores no son inmunes, especialmente en este tiempo en el que involucrarse o aspirar a un cargo político parece ser más atractivo que el ministerio. Recuerda lo que dijo Carlos Spurgeon: “Si Dios te ha llamado a ser predicador no rebajes por el camino para ser rey”.
 
3.     El desierto es el lugar preferido por Dios para formar a sus siervos. Desierto es sinónimo de sufrimiento. Pero cuidado porque hay dos clases de sufrimiento: el que viene a causa de una disciplina divina y el que se deriva del pecado. Una cosa es una prueba del Señor y otra muy diferente vivir bajos cielos cerrados. Dios nos lleva al desierto no para castigarnos sino para corregirnos. Se sufre, pero el cielo nunca está cerrado y la comunión nunca se interrempe. Y algo más, al desierto se entra de la mano del Señor y se sale de su mano. La Biblia dice que Dios llevó a Jesús al desierto y cuando salió estaba lleno del Espíritu Santo. Ningún hombre ungido murió en el desierto. El desierto es disciplina, es metamorfosis, transformación; es preparación para un nuevo trabajo o ministerio. En el desierto Dios trabaja EN nosotros, cuando salimos del desierto Dios trabaja CON nosotros. José estuvo en el desierto (en la cárcel de Egipto) pero Dios estaba con Él y siempre tuvo acceso a la revelación divina, Génesis 39:21. En cambio, Saúl fue atormentado a causa del pecado y el cielo no respondió a su llamado: “Samuel le preguntó: —Saúl, ¿por qué me llamaste?... —Estoy desesperado —contestó Saúl—. Los filisteos me hacen la guerra, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde… te he llamado, para que me digas qué debo hacer. Y Samuel le dijo: —Si Dios te ha abandonado, y ahora es tu enemigo, ¿para qué me consultas?... Por haberlo desobedecido… Dios te ha quitado el reino y se lo ha dado a David. Además, los filisteos vencerán mañana a los israelitas, y tú y tus hijos morirán…”, 1º Samuel 28:15-19 (TLA). El pecado corta la relación con Dios. El acceso a su presencia y a su revelación se bloquea a causa de la desobediencia. No solo el cielo está cerrado, la tierra también lo está: “Arriba, los cielos se pondrán rígidos como el bronce, y abajo, la tierra se volverá dura como el hierro”, Deuteronomio 28:23 (NTV). El cielo es de bronce y la tierra de hierro, lo que significa que el cielo no responde y en la tierra no hay bendición. ¿Algo no fluye en ti? Revisa tu vida y pídele al Espíritu Santo que te muestre si la razón por la que las cosas no están fluyendo es la consecuencia de un pecado o simplemente una prueba del Señor.