Que el presente no robe tu futuro 20/10/19 (#1062)

Episode 64,   Oct 21, 2019, 12:35 AM

José Luis Cinalli
20/10/2019
Que el presente no robe tu futuro
 
“… Pido… por... mis seguidores… quiero que estén donde yo voy a estar…”, Juan 17:20-24 (TLA). “… Vendré… para llevarlos conmigo, para que… estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar”, Juan 14:3 (DHH). “… Donde yo esté, allí estará también el que me sirva…”, Juan 12:26 (DHH).
 
¿Qué cosas te asombran en esta vida? ¿Un atardecer? ¿Una flor? ¿El nacimiento de un niño? Por mi parte lo que realmente me deja boquiabierto es el ciclo de floración de las plantas. ¿Cómo sabe el jazmín que tiene que florecer en el mes de noviembre? ¿Quién le avisa a la azalea que está comenzando el mes de agosto y debe vestirse de flores? En el frente de mi casa tenemos dos enormes macetas que permanecen deslucidas más de once meses al año. Pero si pasas la segunda semana del mes de octubre verás cómo se visten de gala las coloridas azucenas. En mi celular tengo una foto que les tomé el 10 de octubre del año pasado y otra el mismo día, pero un año después, solo para no olvidar quién debe llevarse la gloria por semejante maravilla. Sin embargo, existen otras cosas que me sorprenden aún más:
 
1)     Que Dios quiera que nosotros vayamos al cielo. Jesús le pidió al Padre que sus seguidores estuvieran con Él en el cielo: “Quiero que estén donde yo voy a estar”, Juan 17:24 (TLA). ¿Tú crees que las oraciones de Jesús serán respondidas? ¡Claro que sí! Entonces alégrate porque si eres cristiano un día estarás en el cielo con Dios. Pedro no podía esperar ese momento: “— ¿A dónde vas, Maestro? —preguntó Pedro. —Ahora no puedes venir conmigo, pero me seguirás después.  —Pero, ¿por qué no puedo ir ahora?...”, Juan 13:36-37 (NT-BAD). ¿Por qué razón Jesús no le permitió a Pedro ir al cielo? Porque tenía una misión que cumplir aquí en la tierra. Iremos al cielo, pero después de haber terminado con la tarea que se nos confió. El apóstol Pablo lo sabía muy bien: “Lo más importante es que yo termine el trabajo que el Señor Jesús me dio…”, Hechos 20:24 (PDT). Ningún cristiano debería morir antes de terminar con su trabajo. Observa lo que la Biblia dice de David: “...Hizo lo que Dios quería. Después murió...”, Hechos 13:36 (PDT). La Biblia al Día lo relata así: “...David, después de servir a su propia generación conforme al propósito de Dios, murió...”. Sirvamos a los propósitos de Dios en nuestra generación y, después vayámonos al cielo.   
 
2)     Que Dios quiera que nosotros estemos con Él en el cielo. Jesús se hizo carne y murió en la cruz para llevarnos al lugar dónde Él vive. Y lo hizo para que tuviéramos comunión constante, interminable y eterna con Dios. Pablo confirma esta verdad cuando se refiere al arrebatamiento de la iglesia: “… Todos subiremos... y nos encontraremos con el Señor… y así estaremos con el Señor para siempre, 1ª Tesalonicenses 4:17 (PDT). Los creyentes serán recompensados en el cielo. ¿Cómo? Permaneciendo con su amado por toda la eternidad. Sea en el cielo presente, donde el alma del creyente muerto se reúne inmediatamente con el Señor; o en el cielo eterno, donde el cuerpo resucitado del creyente vivirá para siempre, el propósito es el mismo: estar con Cristo. Iremos al cielo para tener comunión con Dios. David dijo: “Dios rescatará mi vida de... la muerte pues me llevará con él, Salmo 49:15 (PDT). El apóstol Pablo agregó: “... Preferimos dejar este cuerpo e ir a vivir... con el Señor, 2ª Corintios 5:8 (PDT). El cielo es cielo porque estaremos con Dios. Y lo veremos cara a cara. Aquí en la tierra “… nadie ha visto a Dios y nadie puede verlo”, 1ª Timoteo 6:16 (PDT). Hoy vemos a Dios pero no con el ojo físico. Lo vemos con el corazón, con la mente. Lo vemos moviéndose en la historia, moviéndose en las circunstancias. Lo vemos en la creación, en la providencia, en la revelación. Lo vemos en la obra de su Espíritu Santo. Pero en el cielo “… veremos a Dios cara a cara”, 1ª Corintios 13:12 (TLA). Creyentes de todas las épocas tuvieron ese vivo deseo. Job dijo: “Después que mi cuerpo se haya descompuesto, todavía en mi cuerpo veré a Dios... lo veré con mis propios ojos...”, Job 19:26-27 (NTV). David expresó: “...Me concederás la alegría de tu presencia y el placer de vivir contigo para siempre”, Salmo 16:11 (NTV). Es verdad que en el cielo nos encontraremos con muchos de los personajes bíblicos. Será asombroso sentarse con ellos y escuchar sus historias. También es verdad que nos reuniremos con aquellos que fueron nuestros mentores espirituales, amigos y familiares que murieron en Cristo. Pero todos esos encuentros quedarán eclipsados cuando veamos a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El enfoque principal de ir al cielo será estar con Jesús. ¿Puede ser algo más asombroso? Sí. ¿Y qué es?
 
3)     Que seamos tan indiferentes al amor de Dios. Dios entregó a su Hijo y su Hijo entregó su vida para llevarnos al cielo. Su deseo de tener amistad con nosotros le costó mucho y no lo valoramos. ¿Qué sacrificio estamos dispuestos a hacer para estar cerca de Dios? El Señor nos invita a formar parte de su familia, sentarnos a su mesa y disfrutar de su amistad; sin embargo, permanecemos impávidos frente a tamaña invitación. Preferimos cualquier otra cosa que esta vida nos ofrezca antes que responder a su llamado. ¿Sabes por qué razón se ha desvanecido de los púlpitos y de las páginas de la literatura cristiana el tema del cielo? Porque estamos enamorados de este mundo. Cuanto más nos da esta vida menos pensamos en la venidera. Cuantas más comodidades conseguimos acá abajo menos deseamos ir al cielo. Si el cielo te emociona menos que lo que esta vida te ofrece entonces estás idolatrando este mundo maldecido y pasajero. Estás buscando en el lugar equivocado. Te conformas con menos de lo que Dios quiere para ti. La ingratitud de los cristianos es la cosa más asombrosa que yo he visto en esta vida. Aunque creo que existe una cosa aún más asombrosa. ¿Y qué es?
 
4)     El menosprecio del llamado. Hemos sido llamados a servir a Dios. ¿Qué puede ser mejor que eso? El Rey de reyes y el Señor de señores, el creador de todas las cosas nos invitó a trabajar para Él. ¿Puede existir un privilegio más grande? Sin embargo, para muchos creyentes cualquier cosa que se interponga en su camino de servicio parece ser mejor. Los pastores no son inmunes, especialmente en este tiempo en el que involucrarse o aspirar a un cargo político parece ser más atractivo que el ministerio. La reina de Inglaterra le dijo al conocido predicador Charles Spurgeon: “Deje el pastorado y venga a ejercer un cargo en mi república...”. El pastor respondió: “Le agradezco la oportunidad que me está dando pero no puedo bajar de puesto...”. La Reina le contestó: “Usted está loco, va a comparar un pastorado con ser canciller en mi república...”. Carlos le dijo: “Tiene razón mi reina. Estaría loco si lo comparara, porque el cargo que usted me ofrece es de este mundo y tiene fin, pero el llamado que recibí de Dios, viene del cielo y tiene galardones que son eternos...”. Pablo le dijo a Timoteo: No te enredes en los asuntos de esta vida, porque ello no agradaría al que te tomó por soldado, 2ª Timoteo 2:4 (NT-BAD). El soldado no se involucra en cuestiones de la vida civil porque se dedica por completo a la vida militar. De la misma manera, la batalla del reino demanda completa dedicación.
 
¿Qué es lo que realmente te satisface en esta vida? ¿Trabajo? ¿Profesión? ¿Ascensos? ¿Reconocimiento? ¿Logros? ¿Familia o hijos? ¿Vacaciones? ¿Dinero? ¿Qué es lo que te llena por completo? David dijo: “… Te veré; cuando despierte, te veré cara a cara y quedaré satisfecho, Salmo 17:15 (NTV). El mayor anhelo de David era estar con Dios en el cielo y también en la tierra: Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo… contemplar la hermosura del SEÑOR...”, Salmo 27:4 (NVI). ¿Qué es lo que te satisface en esta vida? ¿Es Dios tu máximo amor? ¿No crees que sea hora de reevaluar tus prioridades?