Todo el mundo es ateo hasta que el avión pasa turbulencias 17/02/18 (#1027)
José Luis Cinalli - 17/02/19
Todo el mundo es ateo hasta que el avión pasa turbulencias
“... Amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón... incrédulo que los aleje del Dios vivo”, Hebreos 3:12 (NTV).
La incredulidad es el pecado del que menos conciencia tenemos y el último en ser vencido por el creyente.
1) La incredulidad lleva en sí castigo. “El que crea en el Hijo de Dios no será condenado.Pero el que no cree ya ha sido condenado…”, Juan 3:18 (PDT). El diablo trabaja full time no tanto para que seamos ladrones o asesinos sino incrédulos. Jesús lo explicó muy bien en la parábola del sembrador: “Los que están a lo largo del camino son los que han escuchado la palabra, pero después viene el diablo y la arranca de su corazón, pues no quiere que crean y se salven”, Lucas 8:12 (BLA). Cuando dudamos de Dios y de sus promesas favorecemos los intereses del diablo pues su trabajo es robarnos la fe. Y parece que lo está logrando ya que los más grandes incrédulos solemos ser nosotros los creyentes. Y no me digas que ese no es tu problema porque si el gran Moisés tuvo dificultades con la fe, ¿cuánto más nosotros? “¡Hay seiscientos mil soldados… aquí conmigo y aun así dices: “Yo les daré carne durante un mes entero”! Aunque matáramos a todos nuestros rebaños… ¿podría eso satisfacerlos?... Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: — ¿Acaso mi brazo ha perdido su poder? ¡Ahora verás si mi palabra se cumple o no!”, Números 11:21-23 (NTV). Domingo tras domingo exaltamos el gran poder de Dios, pero ante la mínima adversidad nuestra fe languidece. Bien lo dijo Jesús: “Creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan”, Lucas 8:13. La fe de María también flaqueó al no creer que Jesús tuviera poder suficiente para sanar a la distancia: “—Señor, si tan sólo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”, Juan 11:32 (NTV). Si estos titanes de la fe tropezaron más de una vez, ¿no deberíamos nosotros tener cuidado? Recuerda lo que el Señor le dijo a Abraham: “¿Existe algo demasiado difícil para el SEÑOR?...”, Génesis 18:14 (NTV). Las palabras de Jesús son aún más certeras: “Nada es imposible para Dios”, Lucas 1:37 (NTV).
2) La incredulidad fomenta otros pecados. Adán y Eva desobedecieron a Dios, pero antes dudaron de su palabra. Si de verdad hubieran creído lo que Dios les había dicho no hubieran comido del fruto del árbol prohibido. Comieron porque no creyeron que hacerlo les traería la muerte. Te asombrarás de saber que la raíz de la desobediencia de Moisés en el desierto fue la incredulidad: “Jehová dijo a Moisés y Aarón: “Porque ustedes no mostraron fe en mí para santificarme delante de… los hijos de Israel, por lo tanto ustedes no introducirán a esta congregación en la tierra que yo… les daré a ellos”, Números 20:12 (TNM). ¡La desobediencia es incredulidad! Son las dos caras de una misma moneda. Los que desobedecen no creen, y los que no creen, desobedecen: “¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo, sino a los que desobedecieron? Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad”, Hebreos 3:18-19 (NVI). Moisés no pudo entrar a la tierra prometida y su ministerio terminó antes de tiempo. Como verás el precio de la incredulidad es demasiado alto.
Desconfiar de Dios es un gran acto de deshonra. Muy pocas cosas entristecen tanto a Dios como nuestra falta de fe en Él. Nota que el texto dice: “puesto que no creyeron en mí”(Número 20:12); no dice “puesto que no creyeron a mis palabras”. Hay diferentes grados de fe. El nivel más bajo es aquella que descansa en milagros. ¿Recuerdas al oficial romano que se acercó a Jesús pidiéndole ayuda para su hijo? El Señor le dijo: “Ustedes solo creen en Dios si ven señales y milagros”, Juan 4:48 (TLA). El problema de las personas cuya fe descansa en milagros es que dependen permanentemente de ellos para seguir creyendo. Jesús desafió a ese hombre a ir un paso más allá en su fe cuando le dijo: “Regresa a tu casa. Tu hijo vive...”, Juan 4:50 (TLA). El oficial no sabía si efectivamente el milagro había sucedido, pero fue invitado a confiar en la palabra del Señor, y lo hizo: “El hombre creyó lo que Jesús dijo, y se fue. Mientras regresaba a su casa, sus criados salieron a su encuentro y le dijeron: “¡Su hijo vive!’”, Juan 4:50-51 (TLA). Finalmente hay una clase de fe que estamos llamados a desarrollar y es la que descansa no en milagros ni en promesas sino en Dios mismo: “... Asegúrense de que su fe sea solamente en Dios...”. Santiago 1:6 (NTV).
3) La incredulidad limita el poder de Dios. La única razón por la que Jesús realizó muy pocos milagros en Nazaret fue por la incredulidad de su gente: “Por causa de la incredulidad de la gente no hizo allí muchos milagros”, Mateo 13:58 (NT-BAD). Jesús ha sido categórico: no es la oración la que trae las bendiciones del cielo sino la oración con fe: “Oigan bien. Oren por cualquier cosa, y si creen, la recibirán. Seguro que la recibirán”, Marcos 11:24 (NT-BAD). La oración sin fe de nada aprovecha, como tampoco oír la palabra de Dios y no creerla:“El mensaje glorioso de que Dios desea salvarnos ha sido anunciado a nosotros de la misma manera que fue anunciado a los contemporáneos de Moisés. A ellos el mensaje no les fue de ningún provecho porque no lo creyeron. Les faltaba fe”, Hebreos 4:2 (NT BAD). Si no fuera por la intervención de Dios, la incredulidad de Zacarías hubiera malogrado el milagro en el vientre de Elisabet y hubiera puesto en riesgo el destino glorioso de su hijo, Lucas 1:11-20. La fe en Dios lo es todo. Por lo tanto, la incredulidad es el más maligno de los pecados. No hay otro que sea peor que este.
4) La incredulidad retrasa la promoción divina. El escollo más grande que encontró Jesús en la formación de sus discípulos fue la incredulidad. Jesús los regañó diciendo: “¿Por qué tienen tan poca fe?”, Mateo 6:30 (NTV). Su oración por Pedro fue muy específica: “Yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle”, Lucas 22:32 (NTV). ¿Te acuerdas de la tormenta que se desató mientras los discípulos cruzaban el mar? Jesús les dijo: “¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!...”, Mateo 8:26 (BLA). La verdadera causa del hundimiento de Pedro en el mar fue la incredulidad. Jesús le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”, Mateo 14:31 (NT-BAD). La única razón por la que los discípulos no pudieron echar fuera el demonio de un niño fue la falta de fe: “Los discípulos le preguntaron a Jesús en privado: — ¿Por qué nosotros no pudimos expulsar el demonio? — Ustedes no tienen la fe suficiente —les dijo Jesús”, Mateo 17:19-20 (NTV). ¿Y por qué les faltaba fe a los discípulos? Porque no habían estado con Jesús en el monte. Ten presente que los discípulos que no pudieron echar el demonio fueron todos menos Pedro, Jacobo y Juan quienes se hallaban con Jesús orando en la montaña, Lucas 9:28. Estos discípulos tenían más fe que aquellos que habían quedado en el valle. ¿Y cómo lo sabemos? Porque estos estuvieron dispuestos a pedir fuego del cielo para castigar a los samaritanos, Lucas 9:54. ¿Cómo es posible que Jacobo y Juan tuvieran semejante fe? La respuesta es sencilla: ¡habían estado con Jesús orando en la montaña! En cambio, los discípulos que no habían estado en el monte con el Señor no tuvieron la fe para echar fuera un demonio. ¿Lo ves? El fruto de la comunión con Dios es la fe. La fe siempre comienza cuando se escucha a Dios: “… la fe viene por escuchar atentamente, por escuchar atentamente la palabra de Dios”, Romanos 10:17 (NT Pesh). Quienes aprenden a cultivar una relación cercana con Dios aumentan su fe y no es un error decir entonces que la falta de fe es la consecuencia del descuido de la vida de oración.
La incredulidad no agrada a Dios. “Los que por fe han sido hechos aceptos ante Dios, por fe han de vivir. Si no confían en El en todas las circunstancias de la vida, si se vuelven atrás, Dios no estará contento con ellos”, Hebreos 10:38 (NT- BAD). La fe no niega las dificultades, la fe se apoya en Dios que es muy diferente. La fe mira a los problemas cara a cara. La fe no es indiferente ni ignorante, tampoco descuidada.La fe mira a Dios, se apoya en Dios y espera en Dios. “La salvación de ustedes depende de que mantengan la calma. Su fuerza radica en… confiar en mí”, Isaías 30:15 (RVC). El escritor de la carta a los Hebreos estaba convencido acerca de la necesidad de confiar en Dios: “Debemos confiar en Dios”; “Confiaré en Dios”; “No… dejen de confiar en Dios”; “Sigan el ejemplo de los que confían en Dios”,Hebreos 6:1; 2:13; 3:12 y 6:12. (TLA). No hay nada que supere a la fe. No hay nada que alegre más el corazón de Dios. Y no hay nada que pueda beneficiarnos tanto como la fe en Dios y en sus promesas.